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Datos principales


Desarrollo


Que trata de la segunda vista que dio Cortés a México en contorno de toda ella y de sus lagunas, combate de los españoles en Tlayacapa y guerra de Xochimilco Tuvo aviso Cortés el sábado santo de los de la provincia de Chalco, cómo los mexicanos tenían junto un grueso ejército de todos los pueblos de la laguna y de la de Tlalnáhuac, que venía con intento de vengarse de ellos y asolarlos. Y así juntando su gente se salió de la ciudad de Tetzcuco el viernes siguiente (que fue quince de abril del dicho año de mil quinientos veintiuno), con treinta de a caballo y trescientos de a pie, dejando otros veinte de a caballo y otros trescientos peones y por capitán al alguacil mayor del campo Gonzalo de Sandoval y en su favor Ixtlilxóchitl con veinticuatro mil hombres de los aculhuas sus vasallos, con dos intentos, el uno asegurar la provincia de Chalco y echar de sus términos a los mexicanos que les venían a molestar, pues eran amigos y defendían el bando de los nuestros y el otro, correr las tierras de los tlahuicas y de los pueblos de la laguna que llaman chinampanecas, para sojuzgarlos y dar otra vista a la ciudad de México, para con más seguridad dar principio a la empresa que tan deseada tenía de ganar la ciudad; con que quedaría de todo punto llano el imperio, pues dentro de ella estaban las cabezas fortalecidas y desde allí lo gobernaban y ordenaban sus ejércitos contra Cortés y los suyos y contra los del reino de Tetzcuco y provincia de Chalco, que eran del bando de Cortés y de nuestros españoles; porque ya de estas partes para allá de la sierra y volcán, después que sojuzgó a los de Tepeyácac y otras provincias y echó de sus tierras y términos los ejércitos mexicanos, estaban quietas y favorecían nuestra causa y así saliendo de la ciudad de Tetzcuco con el ejército referido con buena ordenanza, llegó a la ciudad de Tlalmanalco, cabecera de toda la provincia de Chalco, en donde fueron muy bien recibidos de los dos señores de ella y habiendo dado orden de lo que se debía hacer, y habiéndose juntado allí otros cuatro mil hombres de guerra de los de esta provincia y otros amigos de Tlaxcalan, Huexotzinco, Quauhquecholan y otras panes, tomaron la vía de la provincia de Totolapan, que confina con otra provincia de la parte del mediodía y que en los términos de ella estaba la mayor fuerza de los enemigos, especialmente en el pueblo de Tlayacapan, lugar fuerte, en donde hay unos peñascos de inexpugnable grandeza y defensa para fortalecerse y defenderse de los enemigos.

.. habiendo pasado por unas sierras agrias, llegaron una tarde al pueblo de Tlayacapan y vieron cómo en un peñol de este lugar muy alto y agrio, estaba encima toda la gente de mujeres y niños y otras personas que no se podían defender, naturales de aquellos lugares y las laderas de él llenas de gente de guerra, que así como vieron a los nuestros comenzaron a defenderse, tirándoles con hondas muchas piedras, flechas y lanzas arrojadizas y determinándose Cortés a subir el risco, mandó a Cristóbal Corral, alférez de sesenta hombres de a pie, que con su bandera acometiese y subiese por la parte más agria y que ciertos escopeteros y ballesteros le siguiesen y a los capitanes Francisco Verdugo y Juan Rodríguez Villafuerte, que con su gente y con ellos otros ballesteros y escopeteros, subiesen por otra parte; que los capitanes Pedro Dirsio y Andrés Monjaraz acometiesen por otra con otros ballesteros y escopeteros y habiendo soltado una escopeta que fue la señal que les dio, todos a un tiempo comenzaron a subir y en su seguimiento y por los lados, Ixtlilxóchitl con los suyos y los chalcas y no se pudieron ganar más de dos vueltas del peñol, lo uno por ser muy agrio, que apenas se podían tener en él de pies y manos y los contrarios echaban lanzas galgas de lo alto que hacían grandísimo daño a los nuestros, de tal manera que mataron a dos españoles e hirieron a más de veinte y de los amigos fueron muchos más heridos y muertos y lo otro, porque venían muchos de los enemigos a socorrer los del peñol, que corrían los campos y habían cogido a los nuestros en medio, que les fue fuerza bajarse y acudir a lo llano, donde tuvieron una refriega con los contrarios hasta echarlos de todo el campo, alanceando y matando en ellos.

.. que... en alcance más de hora y media hasta llegar a otro peñol... estaba del primero casi una legua con muchas gentes... no tan fuerte, en donde cerca de él hicieron noche, aunque con harta necesidad de agua y así como amaneció comenzó Cortés a subir con los suyos sobre el peñol por dos padrastros que tenía, como los vieron subir, de temor desampararon la subida y los fueron a socorrer los que estaban arriba y subiendo por los padrastros en su seguimiento, matando a muchos de los enemigos y muchos de ellos por huir se despeñaban, hasta que reconociendo su daño se rindieron y se dieron de paz. Viendo Cortés esto, mandó que no se les hiciese más daño y los recibió bien, perdonándoles lo hasta allí hecho y por medio de ellos los del otro peñol se vinieron a dar y pedir perdón. Estuvo Cortés con los suyos en este lugar dos días, desde donde se despacharon a Tetzcuco los heridos y otro día siguiente se partió para Huaxtepec en donde fueron bien recibidos y aposentados y regalados en una huerta y casas de recreación que allí tenían los reyes de México y habiéndose estado allí un día el ejército, se partió ara Quauhtépec y aunque allí le habían aguardado muchos le la gente de guerra de los enemigos, viéndolos cerca del lugar lo desampararon, porque los moradores de él dejaron sus casas y se fueron huyendo y pasando de pasada por este lugar, siguieron a los enemigos hasta irlos a encerrar en Xilotépec, en donde se hicieron fuertes y fueron muertos y alanceados muchos de ellos, se cautivaron muchas mujeres y niños y los demás viendo su daño desampararon el lugar, en donde estuvieron los nuestros dos días, el último de los cuales, queriendo poner fuego, se rindieron y vinieron a darse de paz ellos y los de Xauhtépec y luego prosiguiendo su viaje cerca de media legua a la ciudad de Coháuhuac, que era la cabeza de toda la provincia de los tlahuicas, lugar muy fuerte y dentro de él había mucha gente para su defensa y quitadas las puentes no se podía entrar por aquella parte.

.. que iban legua y media de allí a rodear... hallaron un paso aunque dificultoso por donde pudieron entrar algunos de los nuestros, que viéndolos los enemigos comenzaron a ponerse en huida, hasta que de todo punto les ganaron la ciudad, saqueándola y quemando muchas casas de ella. El señor se llamaba Yoatzin, que se fue retirando a la montaña y Ixtlilxóchitl le envió a reprender su rebeldía y que luego se viniese a dar y pedir perdón de lo que hasta allí había hecho y así luego que amaneció se vinieron a ofrecer al servicio y amparo de los cristianos, prometiendo de ayudarles y ser siempre en su favor como en efecto lo hicieron. Dando la vuelta desde Coháuhuac, vinieron a dar sobre la ciudad de Xochimilco, que era la más fuerte y de más gentío de la laguna dulce y aunque los moradores de ella estaban bien apercibidos, con muchas albarradas, fortalecidos y las acequias quitadas las puentes de todas las entradas de la ciudad, combatieron los nuestros las albarradas y viendo el daño que recibían de las escopetas, desamparándola, dentro de media hora ganaron la mayor parte de la ciudad peleando con los enemigos por agua y por tierra hasta la noche y otro día siguiente los mismos combates, mataron a dos españoles y Cortés se vio en un gran aprieto, porque cansado su caballo se dejó caer y como lo vieron a pie lo cercaron los enemigos y con una lanza se defendió valerosamente de ellos hasta que llegó Chichimecatecuhtli caudillo de los tlaxcaltecas a socorrerle y uno de los criados de Cortés, con ayuda y con el socorro que llegó después, los enemigos desampararon todo el campo y los nuestros se fueron recogiendo por la parte interior de la ciudad y aquella noche hicieron cegar con piedra adobes todas las acequias por donde estaban las puentes alzadas, para que los de a caballo pudiesen entrar y salir sin estorbo ninguno, quedando aquella noche todos aquellos pasos muy bien aderezados y en toda ella estuvieron los nuestros con mucho aviso y recaudo de velar y guardar, porque aquel día vinieron los mexicanos con un grueso ejercito por agua y por tierra a defender a los de Xochimilco y vieron a los nuestros dentro de esta ciudad, los cuales dándoles orden Cortés de todo lo que debían hacer, se defendieron valerosamente hasta ganar una fuerza que estaba en la parte que llaman Tepechpan y como se dividieron, cada escuadrón siguió a los enemigos por su cabo y después de haberlos desbaratado, matando muchos de ellos, se vinieron a recoger al pie del cerro referido, en donde tuvieron muy gran contienda y mataron más de quinientos de los enemigos y otro día siguiente desbarataron otro escuadrón de los enemigos, que era el segundo socorro que venía de México, matando a muchos de ellos y volviendo a la ciudad de Xochimilco hallaron a ¡os nuestros que habían quedado dentro de ella bien necesitados, porque los enemigos habían apretado mucho y habían trabajado harto en defenderse y echar de la ciudad a los enemigos matando a muchos de ellos y no habían descansado, cuando llegó otro mayor escuadrón que los dos primeros de mexicanos, que venían a socorrer y defender esta ciudad y acometiendo los nuestros con ellos, en breve tiempo los desbarataron, guareciéndose dentro del agua en sus canoas y volviéndose a la ciudad, la quemaron toda los nuestros, excepto en donde ellos estaban aposentados.

Estuvieron otros tres días en la ciudad ocupados en asolarla, al cabo de los cuales se partieron para Coyohuacan y como los de Xochimilco y sus valedores los vieron ir, les dieron por las espaldas con mucha grita y Cortés con los de a caballo revolvió sobre ellos y los fue siguiendo hasta meterlos en el agua y después prosiguiendo su camino llegaron a la ciudad de Cuyohuacan cerca de mediodía y la hallaron despoblada; se aposentaron en las casas del señor de ella y otro día fueron a ver y ojear la ciudad de México hasta llegar a donde se juntaban las dos calzadas, la que viene de Xochimilco y entra en la ciudad de México y la que viene de Iztapalapan que va a juntarse con ella, donde los enemigos tenían una albarrada... y en ella infinitos de ellos para defenderla y en la laguna muchas canoas y en ella asimismo mucha gente de guerra y combatiendo con ellos, aunque se defendían, mas al fin los nuestros se la ganaron y mataron muchos de los mexicanos y viendo... que por esta parte había de ser... una de las entradas para sojuzgar la ciudad de México... en Cuyohuacan con la guarnición se volvieron, contentádose con sólo dejar quemadas algunas de las casas más principales y templos de esta ciudad de Cuyohuacan y otro día se partieron para la de Tlacopan que dista dos leguas, siempre peleando con los enemigos que salían de la laguna y no pararon en la ciudad de Tlacopan, sino que fueron prosiguiendo su viaje hasta la de Quauhtitlan en donde hicieron noche.

En este viaje aunque mataron muchos enemigos y de la gente más lúcida de ellos, todavía costó dos españoles que eran criados de Cortés, que los cautivaron vivos y los sacrificaron a sus falsos dioses y algunos de nuestros amigos. Otro día fueron a dormir al pueblo de Xilotzinco (que éste y el de Quauhtitlan estaban despoblados) y otro día a mediodía llegaron al de Acolman perteneciente al reino de Tetzcuco, en donde fueron bien recibidos y festejados y luego aquel mismo día llegaron a Tetzcuco a hacer noche, en donde se holgaron Sandoval y todos los que con él estaban, de ver a Cortés y a los suyos con tan próspero suceso, que también a él no le faltaron sus combates y contiendas con los mexicanos, entendiendo que estaba la ciudad de Tetzcuco desapercibida en la ausencia de Cortés e Ixtlilxóchitl. En esta ocasión tuvo Cortés nuevas de Hernando de Barrientos y otro compañero suyo que estaban en la provincia de Chinauhtlan, que confina con la de Tototépec del sur y como el señor de esta provincia era amigo del bando de Cortés y había tenido muchos encuentros con los del bando mexicano, capitaneándolo estos dos españoles, por esta causa y porque no lo matasen los enemigos, si volvían, no los habían dejado venir aunque tenían deseo de ver a Cortés, quien se holgó infinito tener estas nuevas y saber que aquellos españoles estuviesen vivos, enviándoles a decir que se detuviesen hasta tanto que se acabase de conquistar México.

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