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Datos principales
Desarrollo
Del río de Apurima y del valle de Xaquixaguana, y de la calzada que pasa por él, y lo que más hay que contar hasta llegar a la ciudad del Cuzco Adelante está el río de Apurima, que es el mayor de los que se han pasado desde Caxamalca, hacia la parte del Sur, ocho leguas del de Abancay; el camino ya va bien desechado por las laderas y sierras, y debieron de pasar gran trabajo los que hicieron este camino en quebrantar las piedras y allanarlo por ellas, especialmente cuando se abaja por él al río, que va tan áspero y dificultoso este camino que algunos caballos cargados de plata y de oro han caído en él y perdido, sin lo poder cobrar. Tiene dos grandes pilares de piedra para poder armar la puente. Cuando yo volví a la ciudad de los Reyes después que hubimos desbaratado a Gonzalo Pizarro pasamos este río algunos soldados, sin puente, por estar desecha, metidos en un cesto cada uno por sí, descolgándonos por una maroma que estaba atada a los pilares de una parte a otra del río, más de cincuenta estados: que no es pequeño espanto ver lo mucho a que se ponen los hombres que por las Indias andan. Pasado este río se ve luego dónde estuvieron los aposentos de los ingas, y en donde tenían un oráculo, y el demonio respondía (a lo que los indios dicen) por el troncón de un árbol, junto al cual enterraban oro y hacían sus sacrificios. Deste río de Apurima se va hasta llegar a los aposentos de Limatambo, y pasando la sierra de Bilcaconga (que es donde el adelantado don Diego de Almagro , con algunos españoles, tuvo una batalla con los indios antes que se entrase en el Cuzco) se llega al valle de Xaquixaguana, el cual es llano, situado entre las cordilleras de sierras.
No es muy ancho ni tampoco largo. Al principio dél es el lugar donde Gonzalo Pizarro fue desbaratado, y juntamente él, con otros capitanes y valedores suyos, justiciado por mandado del licenciado Pedro de la Gasca, presidente de su majestad. Había en este valle muy suntuosos aposentos y ricos, adonde los señores del Cuzco salían a tomar sus placeres y solaces. Aquí fue también donde el gobernador don Francisco Pizarro mandó quemar al capitán general de Atabaliba, Chalicuchima. Hay deste valle a la ciudad del Cuzco cinco leguas, y pasa por él el gran camino real. Y del agua de un río que nace cerca deste valle se hace un grande tremedal hondo, y que con gran dificultad se pudiera andar si no se hiciera una calzada ancha y muy fuerte, que los ingas mandaron hacer, con sus paredes de una parte y otra, tan fijas, que durarán muchos tiempos. Saliendo de la calzada, se camina por unos pequeños collados y laderas hasta llegar a la ciudad del Cuzco. Antiguamente fue todo este valle muy poblado y lleno de sementeras, tantas y tan grandes, que era cosa de ver, por ser hechas con una orden de paredes anchas; y con su compás algo desviado salían otras, habiendo distancia en el anchor de una y otra para poder sembrar sus sementeras de maíz y de otras raíces que ellos siembran. Y así, estaban hechas desta manera, pegadas a las haldas de las sierras. Muchas destas sementeras son de trigo, porque se da bien. Y hay en él muchos ganados de los españoles vecinos de la antigua ciudad del Cuzco. La cual está situada entre unos cerros, de la manera y forma que en el siguiente capítulo se declara.
No es muy ancho ni tampoco largo. Al principio dél es el lugar donde Gonzalo Pizarro fue desbaratado, y juntamente él, con otros capitanes y valedores suyos, justiciado por mandado del licenciado Pedro de la Gasca, presidente de su majestad. Había en este valle muy suntuosos aposentos y ricos, adonde los señores del Cuzco salían a tomar sus placeres y solaces. Aquí fue también donde el gobernador don Francisco Pizarro mandó quemar al capitán general de Atabaliba, Chalicuchima. Hay deste valle a la ciudad del Cuzco cinco leguas, y pasa por él el gran camino real. Y del agua de un río que nace cerca deste valle se hace un grande tremedal hondo, y que con gran dificultad se pudiera andar si no se hiciera una calzada ancha y muy fuerte, que los ingas mandaron hacer, con sus paredes de una parte y otra, tan fijas, que durarán muchos tiempos. Saliendo de la calzada, se camina por unos pequeños collados y laderas hasta llegar a la ciudad del Cuzco. Antiguamente fue todo este valle muy poblado y lleno de sementeras, tantas y tan grandes, que era cosa de ver, por ser hechas con una orden de paredes anchas; y con su compás algo desviado salían otras, habiendo distancia en el anchor de una y otra para poder sembrar sus sementeras de maíz y de otras raíces que ellos siembran. Y así, estaban hechas desta manera, pegadas a las haldas de las sierras. Muchas destas sementeras son de trigo, porque se da bien. Y hay en él muchos ganados de los españoles vecinos de la antigua ciudad del Cuzco. La cual está situada entre unos cerros, de la manera y forma que en el siguiente capítulo se declara.