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Datos principales


Desarrollo


Cómo en la mayor parte destas provincias se usó poner nombre a los muchachos, y cómo miraban en agüeros y señales Una cosa noté en el tiempo que estuve en estos reinos del Perú, y es que en la mayor parte de sus provincias se usó poner nombres a los niños cuando tenían quince o veinte días, y les duran hasta ser de diez o doce años, y deste tiempo, y algunos de menos, tornan a recebir otros nombres, habiendo primero en cierto día, que está establecido para semejantes casos, juntándose la mayor parte de los parientes y amigos del padre, adonde bailan a su usanza y beben, que es su mayor fiesta, y después de ser pasado el regocijo, uno de ellos, el más anciano y estimado, tresquila al mozo o moza que ha de recebir nombre y le corta las uñas, las cuales, con los cabellos, guardan con gran cuidado. Los nombres que les ponen y ellos usan son nombres de pueblos y de aves, o hierbas o pescado. Y esto entendí que pasa así, porque yo he tenido indio que había por nombre Urco, que quiere decir carnero, y otro que se llamaba Llama, que es nombre de oveja, y otros he visto llamarse Piscos, que es nombre de pájaros; y algunos tienen gran cuenta con llamarse los nombres de sus padres o abuelos. Los señores y principales buscan nombres a su gusto, y los mayores que para entre ellos hallan; aunque Atabaliba (que fue el inga que prendieron los españoles en la provincia de Caxamalca) quiere decir su nombre tanto como gallina, y su padre se llamaba Guaynacapa, que significa mancebo rico.

Tenían por mal agüero estos indios que una mujer pariese dos criaturas de un vientre, o cuando alguna criatura nace con algún defeto natural, como es en una mano seis dedos, o otra cosa semejante. Y si (como digo) alguna mujer paría de un vientre dos criaturas, o con algún defeto, se entristecían ella y su marido, y ayunaban sin comer ají ni beber chicha, que es el vino que ellos beben, y hacían otras cosas a su uso y como lo aprendieron de sus padres. Asimismo miraban estos indios mucho en señales y en prodigios. Y cuando corre alguna estrella es grandísima la grita que hacen, y tienen gran cuenta con la luna y con los planetas, y todos los más eran agoreros. Cuando se prendió Atabaliba en la provincia de Caxamalca, hay vivos algunos cristianos que se hallaron con el marqués don Francisco Pizarro, que lo prendió, que vieron en el cielo de media noche abajo una señal verde, tan gruesa como un brazo y tan larga como una lanza jineta; y como los españoles anduviesen mirando en ello, y Atabaliba lo entendiese, dicen que les pidió que lo sacasen para la ver, y como lo vio, se paró triste, y lo estuvo el día siguiente; y el gobernador don Francisco Pizarro le preguntó que por qué se había parado tan triste. Respondió él: "He mirado la señal del cielo, y dígote que cuando mi padre, Guaynacapa, murió, se vio otra señal semejante a aquella." Y dentro de quince días murió Atabaliba.

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