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Datos principales
Desarrollo
De la provincia de Arma y de sus costumbres, y de otras cosas notables que en ella hay Esta provincia de Arma, de donde la villa tomó nombre, es muy grande y muy poblada y la más rica de todas sus comarcas; tiene más de veinte mil indios de guerra, o los tenía cuando yo escribí esto, que fué la primera vez que entramos cristianos españoles en ella, sin las mujeres y niños. Sus casas son grandes y redondas, hechas de grandes varas y vigas, que empiezan desde abajo y suben arriba hasta que, hecho en lo alto de la casa un pequeño arco redondo, fenesce el enmaderamiento; la cobertura es de paja. Dentro destas casas hay muchos apartados entoldados con esteras; tienen muchos moradores; la provincia tendrá en longitud diez leguas, y de latitud seis o siete, y en circuito diez y ocho leguas poco menos, de grandes y ásperas sierras sin montaña, todas de campaña. Los más valles y laderas parescen huertas, según están pobladas y llenas de arboledas de frutales de todas maneras de las que suelen haber en aquestas partes y de otra muy gustosa, llamada Pitahaya, de color morada; tiene esta fruta tal propiedad que en comiendo della, aunque no sea sino una, queriendo orinar, se echa la orina de color de sangre. En los montes también se halla otra fruta, que la tengo por muy singular, que llaman uvillas pequeñas, y tienen un olor muy suave. De las sierras nacen algunos ríos, y uno dellos, que nombramos el río de Arma, es de invierno trabajoso de pasar; los demás no son grandes; y ciertamente, según la disposición dellos, yo creo que por tiempo se ha de sacar destos ríos oro como en Vizcaya hierro.
Los que esto leyeren y hubieren visto la tierra como yo, no les parecerá cosa fabulosa. Sus labranzas tienen los indios por las riberas destos ríos, y todos ellos unos con otros se dieron siempre guerra cruel, y difieren en las lenguas en muchas partes; tanto, que casi en cada barrio y loma hay lengua diferente. Eran y son riquísimos de oro a maravilla, y si fueran los naturales desta provincia de Arma del jaez de los del Perú y tan domésticos, yo prometo que con sus minas ellos rentaran cada año más de quinientos mil pesos de oro; tienen o tenían deste metal muchas y grandes joyas, y estan fino que el de Manos ley tiene diez y nueve quilates. Cuando ellos iban a la guerra llevaban coronas, y unas patenas en los pechos y muy lindas plumas y brazales, y otras muchas joyas. Cuando los descubrimos la primera vez que entramos en esta provincia con el capitán Jorge Robledo, me acuerdo yo se vieron indios armados de oro de los pies a la cabeza, y se le quedó hasta hoy la parte donde los vimos por nombre la loma de los Armados; en lanzas largas solían llevar banderas de gran valor. Las casas tienen en lo llano y plazas que hacen las lomas, que son los fenecimientos de las sierras, las cuales son muy ásperas y fragosas. Tienen grandes fortalezas de las cañas gordas que he dicho, arrancadas con sus raíces y cepas, las cuales tornan a plantar en hileras de veinte en veinte por su orden y compás, como calles; en mitad desta fuerza tienen, o tenían cuando los vi, un tablado alto y bien labrado de las mismas cañas, con su escalera, para hacer sus sacrificios.
Los que esto leyeren y hubieren visto la tierra como yo, no les parecerá cosa fabulosa. Sus labranzas tienen los indios por las riberas destos ríos, y todos ellos unos con otros se dieron siempre guerra cruel, y difieren en las lenguas en muchas partes; tanto, que casi en cada barrio y loma hay lengua diferente. Eran y son riquísimos de oro a maravilla, y si fueran los naturales desta provincia de Arma del jaez de los del Perú y tan domésticos, yo prometo que con sus minas ellos rentaran cada año más de quinientos mil pesos de oro; tienen o tenían deste metal muchas y grandes joyas, y estan fino que el de Manos ley tiene diez y nueve quilates. Cuando ellos iban a la guerra llevaban coronas, y unas patenas en los pechos y muy lindas plumas y brazales, y otras muchas joyas. Cuando los descubrimos la primera vez que entramos en esta provincia con el capitán Jorge Robledo, me acuerdo yo se vieron indios armados de oro de los pies a la cabeza, y se le quedó hasta hoy la parte donde los vimos por nombre la loma de los Armados; en lanzas largas solían llevar banderas de gran valor. Las casas tienen en lo llano y plazas que hacen las lomas, que son los fenecimientos de las sierras, las cuales son muy ásperas y fragosas. Tienen grandes fortalezas de las cañas gordas que he dicho, arrancadas con sus raíces y cepas, las cuales tornan a plantar en hileras de veinte en veinte por su orden y compás, como calles; en mitad desta fuerza tienen, o tenían cuando los vi, un tablado alto y bien labrado de las mismas cañas, con su escalera, para hacer sus sacrificios.