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Datos principales
Desarrollo
Cómo el tesorero, con otros muchos caballeros rogaron a los frailes franciscanos que enviasen a un fray Diego de Altamirano, que era deudo de Cortés, que fuese en un navío a Trujillo y lo hiciese venir, y lo que sucedió Como el tesorero y otros caballeros de la parte de Cortés vieron que convenía que luego viniese Cortés a la Nueva-España, porque ya se comenzaban bandos, y el contador no estaba de buena voluntad para que el factor ni el veedor estuviesen presos, y sobre todo, temía el contador a Cortés en gran manera cuando supiese lo que había escrito dél a su majestad, según lo tengo ya dicho en dos partes, en los capítulos pasados que dello hablan, acordaron de ir a rogar a los frailes franciscos que diesen licencia a fray Diego Altamirano que en un navío que le tenían presto y bien abastecido, y con buena compañía, fuese a Trujillo e hiciese venir a Cortés; porque aqueste religioso era su pariente, y hombre que antes que se metiese fraile había sido soldado e hombre de guerra, y sabía de negocios, y los frailes lo hubieron por bien, y el fraile Altamirano, que lo tenía en voluntad. Dejemos de hablar en el viaje del fraile, que se está apercibiendo, y diré que, como el factor y veedor estaban presos, y pareció ser que, como dicho tengo otras veces, el contador andaba muy doblado y de mala voluntad, y viendo que las cosas de Cortés se hacían prósperamente; y como el factor solía tener por amigos a muchos hombres bandoleros que siempre quisieron cuestiones y revueltas, y porque tenían buena voluntad al factor y al Chirinos, porque les daban pesos de oro e indios, acordaron de se juntar muchos dellos, y aun algunas personas de calidad y de todos jaeces, y tenían concertado el soltar al factor y al veedor, y de matar al tesorero y a los carceleros, y dicen que lo sabía el contador e se holgaba mucho dello; y para ponerlo en efecto hablaron muy secretamente a un cerrajero que hacía ballestas, que se decía Guzmán, hombre soez, que decía gracias y chocarrerías; y le dijeron muy secreto que les hiciese unas llaves para abrir las puertas de la cárcel y de las redes donde estaba el factor y el veedor, y que se lo pagarían muy bien, y le dieron un pedazo de oro en señal de la hechura de las llaves, y le previnieron y dijeron y encargaron que mirase que lo tuviese muy secreto; y el cerrajero dijo con palabras muy halagüeñas e alegres que le placía, y que hubiesen ellos más secreto de lo que mostraban, pues aquel caso en que tanto iba, se lo descubrieron a él, sabiendo quién era, que no lo descubriesen a otros, y que se holgaba que el factor y veedor saliesen de la prisión; y preguntándoles que quiénes y cuántos eran en el negocio, e adónde se habían de llegar cuando fuesen a hacer aquella buena obra, e qué día e qué hora, y todo se lo decían muy claramente, según lo tenían acordado; y comenzó a forjar unas llaves según la forma de los moldes que le traían para hacerlas, y no para que las hiciese perfectas ni podrían abrir con ellas, y esto hacía adrede, porque fuesen y viniesen a su tienda a la obra de las llaves para que las hiciese buenas, y entre tanto saber más de raíz el concierto que estaba hecho; y mientras más se dilató la hechura de las llaves, mejor lo alcanzó a saber; y venido el día que habían de ir con sus llaves, que ya había hecho buenas, y todos puestos a punto con sus armas, fue el cerrajero de presto en casa del tesorero, Alonso de Estrada y le da relación dello, y sin más dilación, cuando lo supo el tesorero, envía secretamente a percibir a todos los que eran del bando de Cortés, sin hacerlo saber al contador, y van a la casa donde estaban recogidos los que habían de soltar al factor, y de presto prenden hasta veinte hombres de los que estaban armados, y otros se huyeron, que no se pudieron haber; y hecha la pesquisa a qué se habían juntado, hallóse que era para soltar a los por mí nombrados y matar al tesorero; y allí también se supo que el contador lo había por bien; y como había entre ellos tres o cuatro hombres muy revoltosos y bandoleros, y en todas las cizañas y revueltas que en México en aquella sazón habían pasado, se habían hallado, y aun el uno dellos había hecho fuerza a una mujer de Castilla: después que se hizo proceso contra ellos, el cual hizo un bachiller que se decía Ortega, que estaba por alcalde mayor y era de su tierra de Cortés, sentenció los tres dellos a ahorcar y a otros a azotar, y decíanse los que ahorcaron, el uno Pastrana y el otro Valverde y el otro Escobar, y los que azotaron no me acuerdo sus nombres; y el cerrajero se escondió por muchos días, que hubo miedo no le matase la parcialidad del factor por haber descubierto aquello que con tanto secreto se lo dijeron.
Dejemos de hablar en esto, pues que ya son muertos, y aunque vaya tan gran salto, como diré, fuera de nuestra relación, también lo que ahora diré viene a coyuntura, y es que, como el factor hubo enviado la nao con todo el oro que pudo haber, para su majestad, según dicho tengo en los capítulos pasados, y escribió a su majestad que Cortés era muerto, y cómo se le hicieron las honras, e hizo saber otras cosas que le convenían, y enviaba a suplicar a su cesárea majestad que le hiciese merced de la gobernación; pareció ser que en la misma nao que él envió sus despachos iban otras cartas muy encubiertas, que el factor no pudo saber dellas; las cuales cartas eran para su majestad, y que supiese todo lo que pasaba en la Nueva-España y de las injusticias y cosas atroces que el factor y veedor habían hecho; y además desto, ya tenía su majestad relación dello por parte de la audiencia real de Santo Domingo y de los frailes jerónimos, cómo Cortés era vivo y que estaba sirviendo a su real corona en conquistar y poblar la provincia de Honduras; y de que los del real consejo de las Indias y el comendador mayor de León lo supieron, lo hicieron saber a su majestad; y entonces dicen que dijo el emperador nuestro señor. "Mal hecho ha sido todo lo que han hecho en la Nueva-España en se saber levantado contra Cortés, y mucho me han deservido; pues es vivo (téngole por tal), y serán castigados por justicia los malhechores en llegando que llegue a México.
" Volvamos a nuestra relación, y es, que el fraile Altamirano se embarcó en el puerto de la Veracruz, según estaba acordado, y con buen tiempo en pocos días llegó al puerto de Trujillo, donde estaba Cortés; y cuando los de la villa y Cortés vieron un navío poderoso venir a la vela hacia el puerto, luego pensaron lo que fue, que venía de la Nueva-España para le llevar a México . Y como hubo tomado puerto, y salió el fraile a tierra muy acompañado de los que traía en su compañía, y Cortés conoció algunos dellos que había visto en México, todos le fueron a besar las manos, y el fraile le abrazó, y con palabras muy santas y buenas se fueron a la iglesia a hacer oración, y desde allí a los aposentos, adonde el padre fray Diego Altamirano le dijo que era su primo, y le contó lo acaecido en México, según más largamente lo tengo escrito, y lo que Francisco de las Casas había hecho por Cortés, y cómo era ido a Castilla; todo lo cual que le dijo el fraile, lo sabía Cortés por la carta del licenciado Zuazo, como dicho tengo en el capítulo que dello habla; y Cortés mostró gran sentimiento dello, y dijo que, pues nuestro señor Dios fue servido que aquello pasase, que le daba muchas gracias por ello y por estar México ya en paz; y que él se quería ir luego por tierra, porque por la mar no se atrevía, porque, como se hubo embarcado la otra vez dos veces, y no pudo navegar porque las aguas vienen muy corrientes y contrarias, y había de ir siempre con trabajo, y también como estaba flaco.
Luego le dijeron los pilotos que en aquel tiempo era en el mes de abril, y que no hay corrientes y es la mar bonanza; por manera que acordó de embarcarse; y no se pudo hacer luego a la vela, hasta que viniese el capitán Gonzalo de Sandoval, que le había enviado a unos pueblos que se dicen Olancho, que estaban de allí hasta cincuenta y cinco leguas, porque había ido pocos días había a echar de aquella tierra un capitán de Pedro Arias de Ávila, que se decía Rojas, el que había enviado Pedro Arias a descubrir tierras y buscar minas desde Nicaragua, después que hubo degollado al Francisco Hernández, como dicho tengo; porque, según pareció, los indios de aquella provincia de Olancho se vinieron a quejar a Cortés cómo muchos soldados de los de Nicaragua les tomaban sus hijas y sus mujeres, y les robaban sus gallinas y todo lo que tenían; y el Sandoval fue con brevedad, y llevó sesenta hombres, y quiso prender al Rojas, y por ciertos caballeros que se metieron de por medio de la una parte y de la otra, los hicieron amigos, y aun le dio el Rojas al Sandoval un indio paje para que le sirviese; y luego en aquella sazón llegó la carta de Cortés al Sandoval para que luego sin más dilación se viniese con todos sus soldados, y le dio relación de cómo vino el fraile, y todo lo acaecido en México; y como lo entendió, hubo mucho placer y no veía la hora de dar vuelta, y vino en posta después de haber echado de allí al Rojas; y luego Cortés, como vio al Sandoval, hubo mucho placer, e da sus instrucciones al capitán Saavedra, que quedaba por su teniente en aquella provincia, y lo que tenía de hacer; y escribió al capitán Luis Marín y a todos nosotros que luego nos fuésemos camino de Guatemala, y nos hizo saber lo acaecido en México, según y de la manera que aquí se hace mención, y lo de la venida del fraile, y de la prisión del factor y veedor, según y como aquí va declarado; y también mandó que el capitán Godoy, que quedaba en Puerto de Caballos poblado, se pasase a Naco con toda su gente; las cuales cartas dio a Saavedra para que con gran diligencia nos las enviase, y el Saavedra no quiso encaminarlas, por malicia, y se descuidó; y supimos que de hecho no quiso darlas; que nunca supimos dellas. Y volviendo a nuestra relación: Cortés se embarcó con todos sus amigos, y con buen tiempo llegó en el paraje de la Habana, y porque le hizo mejor tiempo que para la Nueva-España, fue al puerto; con el cual se holgaron todos los vecinos de la Habana sus conocidos, y tomaron refresco; y supo nuevas, de un navío que había pocos días que había aportado e venido de la Nueva-España, que estaba en paz e sosegado México, y que el peñol de Coatlan, como supieron los indios, que en él estaban hechos fuertes y daban guerra a los españoles, que Cortés y los conquistadores éramos vivos, vinieron de paz al tesorero debajo de ciertas condiciones. Y pasaré adelante.
Dejemos de hablar en esto, pues que ya son muertos, y aunque vaya tan gran salto, como diré, fuera de nuestra relación, también lo que ahora diré viene a coyuntura, y es que, como el factor hubo enviado la nao con todo el oro que pudo haber, para su majestad, según dicho tengo en los capítulos pasados, y escribió a su majestad que Cortés era muerto, y cómo se le hicieron las honras, e hizo saber otras cosas que le convenían, y enviaba a suplicar a su cesárea majestad que le hiciese merced de la gobernación; pareció ser que en la misma nao que él envió sus despachos iban otras cartas muy encubiertas, que el factor no pudo saber dellas; las cuales cartas eran para su majestad, y que supiese todo lo que pasaba en la Nueva-España y de las injusticias y cosas atroces que el factor y veedor habían hecho; y además desto, ya tenía su majestad relación dello por parte de la audiencia real de Santo Domingo y de los frailes jerónimos, cómo Cortés era vivo y que estaba sirviendo a su real corona en conquistar y poblar la provincia de Honduras; y de que los del real consejo de las Indias y el comendador mayor de León lo supieron, lo hicieron saber a su majestad; y entonces dicen que dijo el emperador nuestro señor. "Mal hecho ha sido todo lo que han hecho en la Nueva-España en se saber levantado contra Cortés, y mucho me han deservido; pues es vivo (téngole por tal), y serán castigados por justicia los malhechores en llegando que llegue a México.
" Volvamos a nuestra relación, y es, que el fraile Altamirano se embarcó en el puerto de la Veracruz, según estaba acordado, y con buen tiempo en pocos días llegó al puerto de Trujillo, donde estaba Cortés; y cuando los de la villa y Cortés vieron un navío poderoso venir a la vela hacia el puerto, luego pensaron lo que fue, que venía de la Nueva-España para le llevar a México . Y como hubo tomado puerto, y salió el fraile a tierra muy acompañado de los que traía en su compañía, y Cortés conoció algunos dellos que había visto en México, todos le fueron a besar las manos, y el fraile le abrazó, y con palabras muy santas y buenas se fueron a la iglesia a hacer oración, y desde allí a los aposentos, adonde el padre fray Diego Altamirano le dijo que era su primo, y le contó lo acaecido en México, según más largamente lo tengo escrito, y lo que Francisco de las Casas había hecho por Cortés, y cómo era ido a Castilla; todo lo cual que le dijo el fraile, lo sabía Cortés por la carta del licenciado Zuazo, como dicho tengo en el capítulo que dello habla; y Cortés mostró gran sentimiento dello, y dijo que, pues nuestro señor Dios fue servido que aquello pasase, que le daba muchas gracias por ello y por estar México ya en paz; y que él se quería ir luego por tierra, porque por la mar no se atrevía, porque, como se hubo embarcado la otra vez dos veces, y no pudo navegar porque las aguas vienen muy corrientes y contrarias, y había de ir siempre con trabajo, y también como estaba flaco.
Luego le dijeron los pilotos que en aquel tiempo era en el mes de abril, y que no hay corrientes y es la mar bonanza; por manera que acordó de embarcarse; y no se pudo hacer luego a la vela, hasta que viniese el capitán Gonzalo de Sandoval, que le había enviado a unos pueblos que se dicen Olancho, que estaban de allí hasta cincuenta y cinco leguas, porque había ido pocos días había a echar de aquella tierra un capitán de Pedro Arias de Ávila, que se decía Rojas, el que había enviado Pedro Arias a descubrir tierras y buscar minas desde Nicaragua, después que hubo degollado al Francisco Hernández, como dicho tengo; porque, según pareció, los indios de aquella provincia de Olancho se vinieron a quejar a Cortés cómo muchos soldados de los de Nicaragua les tomaban sus hijas y sus mujeres, y les robaban sus gallinas y todo lo que tenían; y el Sandoval fue con brevedad, y llevó sesenta hombres, y quiso prender al Rojas, y por ciertos caballeros que se metieron de por medio de la una parte y de la otra, los hicieron amigos, y aun le dio el Rojas al Sandoval un indio paje para que le sirviese; y luego en aquella sazón llegó la carta de Cortés al Sandoval para que luego sin más dilación se viniese con todos sus soldados, y le dio relación de cómo vino el fraile, y todo lo acaecido en México; y como lo entendió, hubo mucho placer y no veía la hora de dar vuelta, y vino en posta después de haber echado de allí al Rojas; y luego Cortés, como vio al Sandoval, hubo mucho placer, e da sus instrucciones al capitán Saavedra, que quedaba por su teniente en aquella provincia, y lo que tenía de hacer; y escribió al capitán Luis Marín y a todos nosotros que luego nos fuésemos camino de Guatemala, y nos hizo saber lo acaecido en México, según y de la manera que aquí se hace mención, y lo de la venida del fraile, y de la prisión del factor y veedor, según y como aquí va declarado; y también mandó que el capitán Godoy, que quedaba en Puerto de Caballos poblado, se pasase a Naco con toda su gente; las cuales cartas dio a Saavedra para que con gran diligencia nos las enviase, y el Saavedra no quiso encaminarlas, por malicia, y se descuidó; y supimos que de hecho no quiso darlas; que nunca supimos dellas. Y volviendo a nuestra relación: Cortés se embarcó con todos sus amigos, y con buen tiempo llegó en el paraje de la Habana, y porque le hizo mejor tiempo que para la Nueva-España, fue al puerto; con el cual se holgaron todos los vecinos de la Habana sus conocidos, y tomaron refresco; y supo nuevas, de un navío que había pocos días que había aportado e venido de la Nueva-España, que estaba en paz e sosegado México, y que el peñol de Coatlan, como supieron los indios, que en él estaban hechos fuertes y daban guerra a los españoles, que Cortés y los conquistadores éramos vivos, vinieron de paz al tesorero debajo de ciertas condiciones. Y pasaré adelante.