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Datos principales
Rango
Roma
Desarrollo
Según la religión romana , lo que más satisfacía a los dioses eran los sacrificios, por lo que estos eran la parte más importante del culto. Había muchos tipos de sacrificios, desde la inmolación de animales hasta la ofrenda de alimentos. En los rituales domésticos raramente se sacrificaban animales, ofreciendo a la deidad frutas, cereales o vino. Sin embargo, en los ritos públicos lo normal era sacrificar animales, pese a que algunos dioses preferían la fruta. Otros dioses se mostraban más caprichosos: a ellos se les ofrendaba no sólo un animal determinado, sino de unas características concretas en cuanto a sexo, color, estado, etc. Elegido el animal, era llevado al altar adornado con cintas y guirnaldas. Entonces se uncía con la mola salsa hecha por las vestales y se le degollaba. Las vísceras eran quemadas tras ser examinadas por los arúspices, quienes debían dar el visto bueno si no encontraban nada anormal en ellas. El resto del animal era consumido en un banquete ritual o bien vendido en las carnicerías. En los casos en los que se debía inaugurar o restaurar un templo el sacrificio era llamado souvetarilia. Con esta ocasión se sacrificaban un cerdo, una oveja y un toro. Este mismo sacrificio podían realizarlo algunas familias adineradas, dado el alto coste de los animales, para pedir a Marte que proteja el ganado y las cosechas. En casos de gran desgracia, los romanos pensaban que sus sacrificios y ofrendas a los dioses no habían sido suficientes.
Entonces ofrecían un gran sacrificio de origen griego, consistente en cien bueyes (hecatombe). También en casos extraordinarios se acudía a la consulta de los Libros Sibilinos, libros sagrados de las predicciones. En ellos se decía que el remedio era la primavera votiva: si Júpiter accedía a las demandas de los sacerdotes, se le ofrecería el sacrificio de todo ser vivo que naciese durante la primavera, incluidos los seres humanos. Para evitar sacrificar a los niños, sin embargo, se recurría a esperar a la edad adulta, siendo entonces desterrados. Con respecto a los sacrificios humanos, por último, se sabe que fueron prohibidos por el Senado en el siglo I a.C., aunque algunos emperadores continuaron realizándolos.
Entonces ofrecían un gran sacrificio de origen griego, consistente en cien bueyes (hecatombe). También en casos extraordinarios se acudía a la consulta de los Libros Sibilinos, libros sagrados de las predicciones. En ellos se decía que el remedio era la primavera votiva: si Júpiter accedía a las demandas de los sacerdotes, se le ofrecería el sacrificio de todo ser vivo que naciese durante la primavera, incluidos los seres humanos. Para evitar sacrificar a los niños, sin embargo, se recurría a esperar a la edad adulta, siendo entonces desterrados. Con respecto a los sacrificios humanos, por último, se sabe que fueron prohibidos por el Senado en el siglo I a.C., aunque algunos emperadores continuaron realizándolos.