Superioridad norteamericana
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Datos principales
Rango
Hiroshima L3
Desarrollo
Para el siguiente desembarco en las Marshall se aprestaron medios más poderosos: 12 portaaviones pesados, ocho grupos de combate y vehículos anfibios armados y blindados. Cazas y pequeñas lanchas se equiparon con cohetes para destruir cualquier resistencia al avance de la infantería, que se reforzó con dos nuevas divisiones. Los japoneses presintieron la inminencia del desembarco y enviaron refuerzos a las islas situadas más al este, las primeras que los americanos debían encontrar en su ruta. Pero Nimitz , escarmentado en Tarawa, prefirió tomar precauciones. Los portaaviones barrieron del cielo a la aviación japonesa, que perdió 150 aparatos. Luego, la escuadra norteamericana ocupó la isla de Majuro, situada al oeste del archipiélago y desguarnecida. Allí anclaron los buques del Servicio Móvil. El ataque contra el atolón de Kwajalein, al oeste del archipiélago, comenzó el 1 de febrero. La lucha revistió la usual dureza en la guerra del Pacífico, a causa de las tácticas suicidas de la guarnición japonesa, pero los norteamericanos no registraron muchas víctimas en los cuatro días de lucha. Seguidamente, las tropas de reserva, que no tuvieron que intervenir en Kwajalein, se lanzaron sobre la isla de Eniwetok, situada sólo a 700 millas de la gran base aeronaval de Truk. La isla se ocupó el 23 de febrero. Simultáneamente, Spruance ordenó al contralmirante Mark Mitscher (58 Task Force, compuesta por 9 portaaviones de ataque) que lanzase un ataque por sorpresa contra la gran base japonesa de Truk, en plenas Carolinas, donde se hallaba el grueso de la escuadra japonesa.
Durante los días 17 y 18 de febrero de 1944, los aviones norteamericanos realizaron más de 500 misiones contra la base, lanzando sobre ella y los aeropuertos próximos más de 500 toneladas de bombas y torpedos. Aunque el almirante Nimitz pretendía que aquello fuera un Pearl Harbor al revés, lo cierto es que no lo consiguió, porque el almirante Koga , anticipándose, había hecho salir a su flota y las bombas norteamericanas cayeron sobre un destructor, 6 petroleros y 22 transportes. Lo más grave para Tokio fue la pérdida de cerca de 250 aviones, destruidos o averiados en aquellas acciones. En conjunto, la conquista de las Marshall fue dura y costosa para los norteamericanos, pese a su inmensa superioridad aeronaval, que aplastaba las defensas japonesas con tremendos bombardeos de saturación e impedía cualquier tipo de refuerzos. Ante esta situación, la táctica japonesa también varió: ya no esperaban a los norteamericanos con obras defensivas sobre las mismas playas, como en Tarawa, sino que establecían sus fortificaciones en el interior, situando observatorios en las playas para batir a los marines cuando desembarcaban en ellas y esperándoles luego entre la densa vegetación, donde o no alcanzaba la artillería naval o no era fácil alcanzar sus defensas.
Durante los días 17 y 18 de febrero de 1944, los aviones norteamericanos realizaron más de 500 misiones contra la base, lanzando sobre ella y los aeropuertos próximos más de 500 toneladas de bombas y torpedos. Aunque el almirante Nimitz pretendía que aquello fuera un Pearl Harbor al revés, lo cierto es que no lo consiguió, porque el almirante Koga , anticipándose, había hecho salir a su flota y las bombas norteamericanas cayeron sobre un destructor, 6 petroleros y 22 transportes. Lo más grave para Tokio fue la pérdida de cerca de 250 aviones, destruidos o averiados en aquellas acciones. En conjunto, la conquista de las Marshall fue dura y costosa para los norteamericanos, pese a su inmensa superioridad aeronaval, que aplastaba las defensas japonesas con tremendos bombardeos de saturación e impedía cualquier tipo de refuerzos. Ante esta situación, la táctica japonesa también varió: ya no esperaban a los norteamericanos con obras defensivas sobre las mismas playas, como en Tarawa, sino que establecían sus fortificaciones en el interior, situando observatorios en las playas para batir a los marines cuando desembarcaban en ellas y esperándoles luego entre la densa vegetación, donde o no alcanzaba la artillería naval o no era fácil alcanzar sus defensas.