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Datos principales
Rango
XX2
Desarrollo
Ahora bien, no basta con plantear el problema de la autonomía artística desde el punto de vista formal o inmanente, ceñido a las posibilidades de autodeterminación estilística, puesto que la autonomía se manifiesta también en la independencia de su forma de discurso con respecto a otras pautas instituidas en la cultura social, distintas a las artísticas, como pueden ser, por ejemplo, las virtudes de la vida burguesa.La definición de la autonomía no se agota en la regulación del arte por el arte, en la independencia de los modos de expresión dentro de una lógica interna relativa a un ámbito especial y autorreferencial, el artístico. No consiste exclusivamente en la autodeterminación del arte con respecto a la naturaleza, sino que se articula en contraste con otros tipos de experiencia sobre los que puede incidir. En este sentido, un lenguaje artístico innovador, pongamos nuevamente por caso el de Léger , no sólo transgrede los hábitos estilísticos que le preceden, sino que su visión artística del mundo transgrede también formas de relación no artística con el entorno, en la medida en que establece una instancia crítica con respecto a algo que es estructuralmente distinto, como la vida cotidiana en una compañía de seguros o como la lectura de los Presupuestos Generales del Estado, por ejemplo.La atribución de soberanía al que hacer artístico implica que éste puede exceder, interrumpir o transgredir la razón de discursos no estéticos, y en la misma medida es apto para operar cambios de comportamiento y de visión.
El arte de vanguardia, con diferentes registros, transgrede y subvierte. Raoul Hausmann , por acudir a un ejemplo, presenta un fotomontaje basado en la radiografía de un cráneo humano una imagen peculiar del hombre: debe ser, con todo, un ángel. Las mutaciones formales por las revoluciones estilísticas tienen su correlato en conductas sociales vivas en el contexto histórico en el que operan. La fuerza transgresiva real de lo artístico se deriva de su relación con otras conductas.La labor artística está sometida muy frecuentemente a tensiones graves con la sociedad en la que se lleva a cabo, o cuando menos, con los valores que rigen la vida social y sus objetivos. Este conflicto es propio de la naturaleza del trabajo artístico, cuya función civilizadora estriba en dar lugar a formas de conocimiento y de relación con las cosas que actúen como correctivos de las aporías que se hacen manifiestas en los proyectos de dominio y de alienación de los individuos que los requerimientos sociales instauran. La creación artística se enfrenta a antagonismos irresueltos de la realidad, y su autonomía se traduce en una relación antitética con el medio que la condiciona. A su vez, la dialéctica que puede enfrentar arte y sociedad retoma en problemas inmanentes de las formas en las que el arte hace manifiestos sus propósitos.Así, no debe sorprendernos que gentes tan pacíficas como los poetas Max Jacob y Apollinaire , amigos de Picasso y Gris , crearan la "Sociedad de Amigos de Fantomas", figura de la literatura de folletín recreada en el cine de Louis Feuillade.
Fantomas era un personaje de acción negra, una figura secreta que intimidaba el orden doméstico y que parecía minar las bases de la sociedad establecida, por lo que interpretaron que encarnaba el ideal anárquico al que se sumaban los artistas.¿Por qué decimos que estos conflictos se dan de forma perentoria en la edad contemporánea? Porque las razones de la creación artística en su autodeterminación se desvinculan de instancias superiores a sí mismas. Por ejemplo, no se prestan a celebrar al emperador, a representar al rey absoluto o a construir belleza para la Iglesia. No salvaguardan ideales legitimados por la tradición o normas de estabilidad política, sino que se proponen descubrir su propia verdad ética y hacerla efectiva. Por ejemplo, los holandeses del Stijl dotan a sus premisas estilísticas, a la vez que de absoluta autonomía, de valores intelectuales y morales absolutos; con la expansión de su lenguaje artístico se proponen la transformación real de la sociedad. Los alemanes de la Nueva Objetividad satirizan las costumbres y las ansiedades urbanas para tener un efecto revulsivo sobre ellas.La instancia crítica de la autonomía, la antinomia que la salva de ser mera ilusión emancipada de la verdad, forma parte de las razones que legitiman los procesos de figuración vanguardista. Hay, desde luego, una trabazón dialéctica interna entre las diversas manifestaciones de la vanguardia que caracteriza su trayectoria estilística, pero igualmente hay que tener en cuenta el soporte dialéctico de la emancipación artística en relación a la sociedad.
La historia de las formas carece de legitimidad por sí misma. Su estudio comporta el de su relación con lo existente, el de las razones y efectos sociales de tales formas. Estos requisitos, lejos de conducir a una evaluación de los elementos extrínsecos a la experiencia artística, son precisamente los que permiten vivificarla y ahondar en la interpretación fehaciente de la intención estética.Abundando aún en la idea de autonomía, hay que añadir que su afirmación, por principio, conlleva la isonomía de los objetos artísticos, y, consiguientemente, la diversidad estilística. Todo lenguaje artístico es autónomo. Pero, también su relación externa puede variar enormemente. Picasso y Braque articulan las formas cubistas de figuración al margen de lo establecido y sin interés político. En cambio, Boccioni y los futuristas configuran un discurso de vanguardia que se asimila con el ideal de progreso de la nueva sociedad industrial y con la acción subversiva contra la pervivencia de tradiciones caducas. El constructivismo ruso piensa en la creación artística en términos de producción y de transformación de los parámetros de comportamiento colectivo, y liga su destino al de la Revolución de Octubre. Los artistas de la Bauhaus , por el contrario, antes de que la escuela recibiera la impronta del constructivismo internacional, buscaron en la formación artesanal personalizada una alternativa al anonimato y a la fragmentación del moderno proceso de producción industrial de bienes.Lo que podemos llamar discurso revolucionario de la vanguardia no es en absoluto homogéneo. Antes bien, los efectos y los objetivos externos de los modos de expresión estética varían sustancialmente de unas propuestas a otras. Si buscamos un denominador común, habría que remitirse al siguiente compromiso: la superación individual, sobre la base de la libertad de definición de lo artístico, de cualesquiera limitaciones dadas al conocimiento estético.
El arte de vanguardia, con diferentes registros, transgrede y subvierte. Raoul Hausmann , por acudir a un ejemplo, presenta un fotomontaje basado en la radiografía de un cráneo humano una imagen peculiar del hombre: debe ser, con todo, un ángel. Las mutaciones formales por las revoluciones estilísticas tienen su correlato en conductas sociales vivas en el contexto histórico en el que operan. La fuerza transgresiva real de lo artístico se deriva de su relación con otras conductas.La labor artística está sometida muy frecuentemente a tensiones graves con la sociedad en la que se lleva a cabo, o cuando menos, con los valores que rigen la vida social y sus objetivos. Este conflicto es propio de la naturaleza del trabajo artístico, cuya función civilizadora estriba en dar lugar a formas de conocimiento y de relación con las cosas que actúen como correctivos de las aporías que se hacen manifiestas en los proyectos de dominio y de alienación de los individuos que los requerimientos sociales instauran. La creación artística se enfrenta a antagonismos irresueltos de la realidad, y su autonomía se traduce en una relación antitética con el medio que la condiciona. A su vez, la dialéctica que puede enfrentar arte y sociedad retoma en problemas inmanentes de las formas en las que el arte hace manifiestos sus propósitos.Así, no debe sorprendernos que gentes tan pacíficas como los poetas Max Jacob y Apollinaire , amigos de Picasso y Gris , crearan la "Sociedad de Amigos de Fantomas", figura de la literatura de folletín recreada en el cine de Louis Feuillade.
Fantomas era un personaje de acción negra, una figura secreta que intimidaba el orden doméstico y que parecía minar las bases de la sociedad establecida, por lo que interpretaron que encarnaba el ideal anárquico al que se sumaban los artistas.¿Por qué decimos que estos conflictos se dan de forma perentoria en la edad contemporánea? Porque las razones de la creación artística en su autodeterminación se desvinculan de instancias superiores a sí mismas. Por ejemplo, no se prestan a celebrar al emperador, a representar al rey absoluto o a construir belleza para la Iglesia. No salvaguardan ideales legitimados por la tradición o normas de estabilidad política, sino que se proponen descubrir su propia verdad ética y hacerla efectiva. Por ejemplo, los holandeses del Stijl dotan a sus premisas estilísticas, a la vez que de absoluta autonomía, de valores intelectuales y morales absolutos; con la expansión de su lenguaje artístico se proponen la transformación real de la sociedad. Los alemanes de la Nueva Objetividad satirizan las costumbres y las ansiedades urbanas para tener un efecto revulsivo sobre ellas.La instancia crítica de la autonomía, la antinomia que la salva de ser mera ilusión emancipada de la verdad, forma parte de las razones que legitiman los procesos de figuración vanguardista. Hay, desde luego, una trabazón dialéctica interna entre las diversas manifestaciones de la vanguardia que caracteriza su trayectoria estilística, pero igualmente hay que tener en cuenta el soporte dialéctico de la emancipación artística en relación a la sociedad.
La historia de las formas carece de legitimidad por sí misma. Su estudio comporta el de su relación con lo existente, el de las razones y efectos sociales de tales formas. Estos requisitos, lejos de conducir a una evaluación de los elementos extrínsecos a la experiencia artística, son precisamente los que permiten vivificarla y ahondar en la interpretación fehaciente de la intención estética.Abundando aún en la idea de autonomía, hay que añadir que su afirmación, por principio, conlleva la isonomía de los objetos artísticos, y, consiguientemente, la diversidad estilística. Todo lenguaje artístico es autónomo. Pero, también su relación externa puede variar enormemente. Picasso y Braque articulan las formas cubistas de figuración al margen de lo establecido y sin interés político. En cambio, Boccioni y los futuristas configuran un discurso de vanguardia que se asimila con el ideal de progreso de la nueva sociedad industrial y con la acción subversiva contra la pervivencia de tradiciones caducas. El constructivismo ruso piensa en la creación artística en términos de producción y de transformación de los parámetros de comportamiento colectivo, y liga su destino al de la Revolución de Octubre. Los artistas de la Bauhaus , por el contrario, antes de que la escuela recibiera la impronta del constructivismo internacional, buscaron en la formación artesanal personalizada una alternativa al anonimato y a la fragmentación del moderno proceso de producción industrial de bienes.Lo que podemos llamar discurso revolucionario de la vanguardia no es en absoluto homogéneo. Antes bien, los efectos y los objetivos externos de los modos de expresión estética varían sustancialmente de unas propuestas a otras. Si buscamos un denominador común, habría que remitirse al siguiente compromiso: la superación individual, sobre la base de la libertad de definición de lo artístico, de cualesquiera limitaciones dadas al conocimiento estético.