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Datos principales
Rango
Normandía
Desarrollo
A la protección de los convoyes y a la caza de submarinos se destinó como buque preferente el destructor de escolta. Entre 1943 y el final de las hostilidades, construyeron un centenar los británicos y cerca de seiscientos los norteamericanos. La mitad de esos buques, excelentemente equipados y armados para la lucha antisubmarina, combatieron en el Atlántico, junto con los tres centenares que ya antes se ocupaban de escoltar a los mercantes. Los submarinos contemplaron cómo, de la noche a la mañana, se duplica la cantidad de perros guardianes de los rebaños mercantes.. Pero si esto fue importante, no fue lo más decisivo. El gran argumento aliado estuvo en el aire. Veíamos anteriormente cómo el británico Coastal Command tenía sólo 16 aviones de gran radio de acción. Pues bien, un año más tarde disponía de 37 Liberator B-24 y al otro lado del Atlántico, donde a comienzos del año anterior sólo había un centenar de aviones para proteger su tráfico, en su mayoría obsoletos, hallamos en julio de 1943 la notable cifra de 209 Liberator B-24. Respecto a la eficacia de estos aviones, un técnico, el profesor Blackett , que colaboró con el Coastal Command, escribía valorando sus estadísticas: "...Se podría calcular que un Consolídated Liberator B-24, operando desde Islandia para escoltar convoyes en medio del Atlántico, salvaba un promedio de media docena de buques mercantes durante la treintena de misiones que llevaba a cabo durante un período de servicio".
Aún sería más decisiva, pese a todo, la entrada en funcionamiento de los portaaviones de escolta, navíos nuevos o construidos a partir del casco de otros barcos mercantes. En general eran buques de unas 8 o 12 mil toneladas con una velocidad punta de 18 a 20 nudos, capaces de transportar de 20 a 30 aviones -cazas y bombarderos ligeros y torpederos- y armados con media docena de montajes cuádruples de cañones de 20 a 30 mm. Estos buques comenzaron a entrar en servicio como escoltas de convoyes en el Atlántico o finales de 1942 y, sobre todo, en 1943 y 1944. Gran Bretaña construyó 6 y los Estados Unidos 115, de los cuales cedieron 38 a los británicos. A mediados de 1943, ya había en el Atlántico una docena de estos portaaviones, que mantenían en el aire continuamente 3 o 4 aparatos observando los alrededores de los convoyes custodiados, a la búsqueda de la torreta de un submarino o, incluso, de la estela de un periscopio bajado precipitadamente. Una vez detectado, partía del portaaviones un caza-bombardero, que dejaba caer bombas en la zona donde se vio el sumergible. Y llegaban también los destructores, auscultando con sus Asdic el fondo del mar, dispuestos a lanzar inmediatamente sus Hedgehog. Podía ocurrir que el aparato de observación detectase el submarino navegando por la superficie, con lo que podía destruirle con una salva de cohetes de carga hueca... De la eficacia de los portaaviones de escolta baste decir que en 1943 destruyeron 26 submarinos y, aunque sea imposible precisar cifras, es seguro que evitaron a los convoyes que escoltaban centenares de hundimientos. Hay que resaltar un caso: el del portaaviones de escolta norteamericano Card. Fue botado en febrero de 1942, entró en servicio el 8 de noviembre del mismo año, y a finales de 1943, tras catorce meses de actividad, había hundido 8 submarinos.
Aún sería más decisiva, pese a todo, la entrada en funcionamiento de los portaaviones de escolta, navíos nuevos o construidos a partir del casco de otros barcos mercantes. En general eran buques de unas 8 o 12 mil toneladas con una velocidad punta de 18 a 20 nudos, capaces de transportar de 20 a 30 aviones -cazas y bombarderos ligeros y torpederos- y armados con media docena de montajes cuádruples de cañones de 20 a 30 mm. Estos buques comenzaron a entrar en servicio como escoltas de convoyes en el Atlántico o finales de 1942 y, sobre todo, en 1943 y 1944. Gran Bretaña construyó 6 y los Estados Unidos 115, de los cuales cedieron 38 a los británicos. A mediados de 1943, ya había en el Atlántico una docena de estos portaaviones, que mantenían en el aire continuamente 3 o 4 aparatos observando los alrededores de los convoyes custodiados, a la búsqueda de la torreta de un submarino o, incluso, de la estela de un periscopio bajado precipitadamente. Una vez detectado, partía del portaaviones un caza-bombardero, que dejaba caer bombas en la zona donde se vio el sumergible. Y llegaban también los destructores, auscultando con sus Asdic el fondo del mar, dispuestos a lanzar inmediatamente sus Hedgehog. Podía ocurrir que el aparato de observación detectase el submarino navegando por la superficie, con lo que podía destruirle con una salva de cohetes de carga hueca... De la eficacia de los portaaviones de escolta baste decir que en 1943 destruyeron 26 submarinos y, aunque sea imposible precisar cifras, es seguro que evitaron a los convoyes que escoltaban centenares de hundimientos. Hay que resaltar un caso: el del portaaviones de escolta norteamericano Card. Fue botado en febrero de 1942, entró en servicio el 8 de noviembre del mismo año, y a finales de 1943, tras catorce meses de actividad, había hundido 8 submarinos.