El bombardeo de la abadía
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Datos principales
Rango
Anz/Cass Libro 3
Desarrollo
Resguardados en las alturas entre el monasterio benedictino y el saliente de Monte Cairo, la zona que los americanos llamaban "snakeshead", las unidades del mando del mariscal Kesselring resistieron durante meses los ataques aliados. La ofensiva combinada del general Clark , que comenzó en enero, en coincidencia con el desembarco de Anzio, tenía que atravesar la "línea Gustav" por dos puntos: el valle de Cassino, para llegar a Casilina, y el sector de Neptuno, para llegar a Roma a través de los montes de Albano. La operación fracasó y los aliados tuvieron que esperar hasta finales de mayo. Mientras tanto, Cassino fue destruida y la abadía demolida.El Alto Mando aliado en Italia ya no sabía cómo moverse: el general Alexander decidió arrojar al fuego de Cassino a los neozelandeses de Freyberg y a los indios de Tuker. El plan era el siguiente: atacar Cassino contemporáneamente por el norte y por el sureste. Desde la pequeña cabeza de puente situada más allá del Rápido , la 4? división india tendría que atacar la abadía hasta caer sobre la carretera nacional n° 6; los neozelandeses deberían avanzar a lo largo de la línea del ferrocarril, desde la falda del Monte Trocchio, hasta ocupar la estación fortificada en la parte meridional de la ciudad.Si hubieran tenido éxito ambos ataques se habrían podido quitar de en medio Cassino; de esta forma, el resto de la división neozelandesa, junto con los 180 carros armados de la 1? división acorazada americana habrían entrado de lleno en el valle del Liri.
Si hubieran fracasado los indios, la conquista de la estación ferroviaria habría constituido una posición avanzada para otros ataques. El plan, el mejor que se podía estudiar, no tenía muchas probabilidades de éxito dadas las circunstancias: las defensas alemanas durante aquellos días eran muy consistentes; la estación invernal, además, empeoraba continuamente. La superioridad de la aviación aliada y de seiscientos carros armados concentrados en la retaguardia eran inútiles.El 15 de febrero de 1944 en el monasterio benedictino de Montecassino se celebraba la eucaristía; a pocos centenares de metros se deslizaba la avanzadilla alemana de la "Línea Gustav", mientras que el destacamento aliado más cercano se encontraba apostado, entre barro y piojos, a los pies de la colina denominada "Cabeza de serpiente". Era imposible avanzar ni un sólo metro más ya que las bocas de fuego alemanas, colocadas en la cota 593 batían cada centímetro de terreno. El monasterio aún no había sido tocado directamente.Kesselring mantuvo el compromiso de no utilizar el monasterio para fines bélicos. Los tesoros y la preciosa biblioteca de los monjes fueron depositados en el Vaticano y, por petición expresa de la Santa Sede, se trazó alrededor del edificio un cerco de 300 metros con una rigurosa prohibición de pasar para los soldados alemanes, aunque estuvieran heridos. Los monjes atestiguan que dicho cerco nunca fue violado.Los aliados respetaron este acuerdo hasta el 15 de febrero.
A las 9:30 horas de la mañana, encima del monasterio, "fortalezas volantes" y bombarderos medios dejaron caer sobre el antiguo edificio casi 600 toneladas de bombas. La cima de la colina sobre la que se alza el monasterio fue literalmente destrozada por las explosiones. La intervención de la aviación estratégica y táctica fue solicitada personalmente por el general Tuker, comandante de la 4? división india sobre la base discutible de que el monasterio tenía que constituir un óptimo puesto de observación para la artillería, ampliamente aprovechado por los alemanes (los vuelos de reconocimiento aéreo contaban que habían visto soldados alemanes dentro de los muros del monasterio, mientras que las patrullas de avanzadilla contaron que habían visto con sus binóculos y anteojos resplandores misteriosos a través de las ventanas del edificio), y que sus hombres, idea igualmente discutible, "tenían miedo de aquel edificio" que les dominaba desde lo alto. Fue una acción equivocada y estúpida: como admitió más tarde el mismo general Clark , que lo había autorizado, el bombardeo aéreo fue útil sólo para los alemanes, que fueron capaces de entrar en el cerco neutral y transformar las ruinas del edificio en una plaza fuerte fortificada.¿Cuáles eran las posiciones del frente? A la espalda del monasterio había una cresta en forma de boomerang de unos 900 metros; el día del bombardeo de la abadía, el regimiento "Royal Sussex" de la división india dio el cambio a los americanos y ocupó algunas posiciones en el brazo más largo (el derecho); el brazo más corto estaba en manos de los alemanes, quienes tenían instalada una batería de morteros y ametralladoras en la cota 593 y 544, puntos cardinales del sistema defensivo; las posiciones alemanas y los puestos de observación estaban en la fábrica de Albaneta, en la "Cresta del Fantasma" y en el Monte Cairo, todos ellos a la espalda del monasterio.
Para llegar al monasterio era necesario hacer saltar los puntos cardinales de la cota 593 y de la cota 544 con un asalto directo. En la zona de Cassino, las vanguardias americanas se habían desplazado hasta la periferia de la zona habitada, mientras que la misión de los neozelandeses era llegar a la estación ferroviaria y conquistarla.Martes 15 de febrero, día del bombardeo de la abadía: el 1er batallón de los "Royal Sussex" estaba situado sobre la "Cabeza de serpiente", a casi 600 metros de las líneas defensivas alemanas y a menos de 900 metros de la muralla del monasterio. Por otra parte, el 4° batallón indio punjab se hallaba situado en la pendiente izquierda y el 1° gurkha, de reserva, se encontraba algo más atrás. Para los soldados de la división, que no habían sido advertidos, el bombardeo fue un elemento disgregador; algunas bombas cayeron cerca de sus líneas provocando bastantes pérdidas. Para los oficiales fue una jornada muy intensa ya que poco después se dio la orden de atacar y no estaban preparados. Aquella misma noche, el "Royal Sussex" tuvo que conquistar la cota 593, que distaba 150 metros de sus líneas. Dada la dificultad del terreno -rocoso, lleno de piedras y asperezas-, era previsible que habrían tenido que combatir con las bombas de mano, las bayonetas, los morteros y las ametralladoras. El día antes, desafortunadamente, dos carros que transportaban las municiones volcaron y no fueron reemplazados por otros. Durante la noche, una compañía de los "Sussex" formada por 3 oficiales y 63 hombres se encaminó hacia la cota 593.
Los primeros hombres habían andado no más de 40 metros cuando los alemanes, puestos en guardia por los inevitables rumores, abrieron fuego con ametralladoras y bombas de mano. La sorpresa fracasó, igual que el ataque. Antes del amanecer, los supervivientes se retiraron. La compañía perdió más del cincuenta por ciento de sus efectivos. La noche siguiente, la orden fue una vez más de repetir el ataque. El comandante de los "Sussex" pidió urgentemente más bombas de mano. El ataque estaba previsto para las 23:00 horas, pero tuvo que retrasarse una hora en espera de las mulas, las cuales, por caminos de montaña, tenían que transportar las municiones. Las cosas fueron mal desde el principio: la artillería que habría tenido que atacar en la cota 575, a casi setecientos metros a la derecha de la cota 593, bordeando la cima de la "Cabeza de serpiente", erró algunos disparos que fueron a parar a las compañías formadas para el ataque. A pesar de las consecuencias deprimentes, las compañías, reorganizadas muy rápidamente, lanzaron su ataque según los planes previstos; con todo, fueron contestadas a pocos metros del objetivo por el fuego de las MG 42 alemanas y por la presencia inesperada de algunos barrancos. También esta vez las pérdidas fueron elevadas: diez oficiales y ciento treinta hombres.Durante la noche del 17 de febrero, el ataque se repitió por tercera vez utilizando tres batallones en lugar de uno, a pesar de lo cual la situación no cambió: fueron tres los batallones atrapados entre las rocas y los barrancos por el fuego alemán.
Al principio, la división neozelandesa tuvo un poco más de suerte. Su ataque consiguió conquistarla estación ferroviaria, a pesar de que el batallón que había llevado a cabo la acción, en la mañana del viernes, se encontró envuelto en un contraataque alemán que contaba con el apoyo de los carros armados.Se concluyó así la segunda batalla de Cassino, famosa porque durante su desenvolvimiento los aliados bombardearon el antiguo monasterio. Igual que la primera batalla, para los aliados fue un desastre: la vida de miles de hombres no sirvió para progresar de forma sustancial. Una vez fracasados los intentos de tomar por asalto Cassino, Alexander detuvo la ofensiva para intentar reorganizarla. Después de los ataques de febrero transcurrieron unas seis semanas antes de que las operaciones se restablecieran. Este lapso de tiempo se utilizó para modificar la organización de las divisiones y reforzar las distintas unidades.
Si hubieran fracasado los indios, la conquista de la estación ferroviaria habría constituido una posición avanzada para otros ataques. El plan, el mejor que se podía estudiar, no tenía muchas probabilidades de éxito dadas las circunstancias: las defensas alemanas durante aquellos días eran muy consistentes; la estación invernal, además, empeoraba continuamente. La superioridad de la aviación aliada y de seiscientos carros armados concentrados en la retaguardia eran inútiles.El 15 de febrero de 1944 en el monasterio benedictino de Montecassino se celebraba la eucaristía; a pocos centenares de metros se deslizaba la avanzadilla alemana de la "Línea Gustav", mientras que el destacamento aliado más cercano se encontraba apostado, entre barro y piojos, a los pies de la colina denominada "Cabeza de serpiente". Era imposible avanzar ni un sólo metro más ya que las bocas de fuego alemanas, colocadas en la cota 593 batían cada centímetro de terreno. El monasterio aún no había sido tocado directamente.Kesselring mantuvo el compromiso de no utilizar el monasterio para fines bélicos. Los tesoros y la preciosa biblioteca de los monjes fueron depositados en el Vaticano y, por petición expresa de la Santa Sede, se trazó alrededor del edificio un cerco de 300 metros con una rigurosa prohibición de pasar para los soldados alemanes, aunque estuvieran heridos. Los monjes atestiguan que dicho cerco nunca fue violado.Los aliados respetaron este acuerdo hasta el 15 de febrero.
A las 9:30 horas de la mañana, encima del monasterio, "fortalezas volantes" y bombarderos medios dejaron caer sobre el antiguo edificio casi 600 toneladas de bombas. La cima de la colina sobre la que se alza el monasterio fue literalmente destrozada por las explosiones. La intervención de la aviación estratégica y táctica fue solicitada personalmente por el general Tuker, comandante de la 4? división india sobre la base discutible de que el monasterio tenía que constituir un óptimo puesto de observación para la artillería, ampliamente aprovechado por los alemanes (los vuelos de reconocimiento aéreo contaban que habían visto soldados alemanes dentro de los muros del monasterio, mientras que las patrullas de avanzadilla contaron que habían visto con sus binóculos y anteojos resplandores misteriosos a través de las ventanas del edificio), y que sus hombres, idea igualmente discutible, "tenían miedo de aquel edificio" que les dominaba desde lo alto. Fue una acción equivocada y estúpida: como admitió más tarde el mismo general Clark , que lo había autorizado, el bombardeo aéreo fue útil sólo para los alemanes, que fueron capaces de entrar en el cerco neutral y transformar las ruinas del edificio en una plaza fuerte fortificada.¿Cuáles eran las posiciones del frente? A la espalda del monasterio había una cresta en forma de boomerang de unos 900 metros; el día del bombardeo de la abadía, el regimiento "Royal Sussex" de la división india dio el cambio a los americanos y ocupó algunas posiciones en el brazo más largo (el derecho); el brazo más corto estaba en manos de los alemanes, quienes tenían instalada una batería de morteros y ametralladoras en la cota 593 y 544, puntos cardinales del sistema defensivo; las posiciones alemanas y los puestos de observación estaban en la fábrica de Albaneta, en la "Cresta del Fantasma" y en el Monte Cairo, todos ellos a la espalda del monasterio.
Para llegar al monasterio era necesario hacer saltar los puntos cardinales de la cota 593 y de la cota 544 con un asalto directo. En la zona de Cassino, las vanguardias americanas se habían desplazado hasta la periferia de la zona habitada, mientras que la misión de los neozelandeses era llegar a la estación ferroviaria y conquistarla.Martes 15 de febrero, día del bombardeo de la abadía: el 1er batallón de los "Royal Sussex" estaba situado sobre la "Cabeza de serpiente", a casi 600 metros de las líneas defensivas alemanas y a menos de 900 metros de la muralla del monasterio. Por otra parte, el 4° batallón indio punjab se hallaba situado en la pendiente izquierda y el 1° gurkha, de reserva, se encontraba algo más atrás. Para los soldados de la división, que no habían sido advertidos, el bombardeo fue un elemento disgregador; algunas bombas cayeron cerca de sus líneas provocando bastantes pérdidas. Para los oficiales fue una jornada muy intensa ya que poco después se dio la orden de atacar y no estaban preparados. Aquella misma noche, el "Royal Sussex" tuvo que conquistar la cota 593, que distaba 150 metros de sus líneas. Dada la dificultad del terreno -rocoso, lleno de piedras y asperezas-, era previsible que habrían tenido que combatir con las bombas de mano, las bayonetas, los morteros y las ametralladoras. El día antes, desafortunadamente, dos carros que transportaban las municiones volcaron y no fueron reemplazados por otros. Durante la noche, una compañía de los "Sussex" formada por 3 oficiales y 63 hombres se encaminó hacia la cota 593.
Los primeros hombres habían andado no más de 40 metros cuando los alemanes, puestos en guardia por los inevitables rumores, abrieron fuego con ametralladoras y bombas de mano. La sorpresa fracasó, igual que el ataque. Antes del amanecer, los supervivientes se retiraron. La compañía perdió más del cincuenta por ciento de sus efectivos. La noche siguiente, la orden fue una vez más de repetir el ataque. El comandante de los "Sussex" pidió urgentemente más bombas de mano. El ataque estaba previsto para las 23:00 horas, pero tuvo que retrasarse una hora en espera de las mulas, las cuales, por caminos de montaña, tenían que transportar las municiones. Las cosas fueron mal desde el principio: la artillería que habría tenido que atacar en la cota 575, a casi setecientos metros a la derecha de la cota 593, bordeando la cima de la "Cabeza de serpiente", erró algunos disparos que fueron a parar a las compañías formadas para el ataque. A pesar de las consecuencias deprimentes, las compañías, reorganizadas muy rápidamente, lanzaron su ataque según los planes previstos; con todo, fueron contestadas a pocos metros del objetivo por el fuego de las MG 42 alemanas y por la presencia inesperada de algunos barrancos. También esta vez las pérdidas fueron elevadas: diez oficiales y ciento treinta hombres.Durante la noche del 17 de febrero, el ataque se repitió por tercera vez utilizando tres batallones en lugar de uno, a pesar de lo cual la situación no cambió: fueron tres los batallones atrapados entre las rocas y los barrancos por el fuego alemán.
Al principio, la división neozelandesa tuvo un poco más de suerte. Su ataque consiguió conquistarla estación ferroviaria, a pesar de que el batallón que había llevado a cabo la acción, en la mañana del viernes, se encontró envuelto en un contraataque alemán que contaba con el apoyo de los carros armados.Se concluyó así la segunda batalla de Cassino, famosa porque durante su desenvolvimiento los aliados bombardearon el antiguo monasterio. Igual que la primera batalla, para los aliados fue un desastre: la vida de miles de hombres no sirvió para progresar de forma sustancial. Una vez fracasados los intentos de tomar por asalto Cassino, Alexander detuvo la ofensiva para intentar reorganizarla. Después de los ataques de febrero transcurrieron unas seis semanas antes de que las operaciones se restablecieran. Este lapso de tiempo se utilizó para modificar la organización de las divisiones y reforzar las distintas unidades.