La neutralidad de Suiza
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Rango
Anzio/Cassino
Desarrollo
En la historia europea contemporánea se perfilan cuatro ámbitos clásicos en los que se asientan los países neutrales: tres marítimos, en las fachadas báltica, atlántica y mediterránea, y otro continental, que corresponde a la república alpina.En el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, los primeros se vieron progresivamente reducidos. Pero Suiza, único Estado cuya neutralidad se basaba en un estatuto jurídico internacional y no en una decisión política, mantuvo sus límites geográficos estrictos, pero pasó por fases muy diferentes.En 1920, al ingresar en la Sociedad de Naciones, Suiza perdió su postura secular de neutralidad absoluta. Pero en 1938 la absorción de Austria y la conquista de Abisinia le hicieron comprender lo peligroso de su compromiso y decidió volver a la neutralidad por razones estrictas de seguridad.Tanto el Consejo de la Sociedad de Naciones como Italia y Alemania aceptaron la decisión suiza. Este último reconocimiento le permitió rechazar a comienzos de 1939 la oferta de garantía anglo-francesa, como incompatible con sus estrictos principios de imparcialidad e indiferencia.Paralelamente a está recuperación de su estatuto de neutralidad, Suiza se equipó militarmente, y con medidas políticas intentó evitar enfrentamientos con sus vecinos y propagandas ideológicas que les fueran favorables. La situación económica de este país era, sin embargo, mucho más vulnerable que la política, por su posición geográfica y su dependencia del comercio exterior, hasta el punto de ser en cierto sentido la clave de la evolución de su neutralidad.
Al estallar la guerra, surgieron dificultades con Inglaterra, por las restricciones al comercio de lujo y al tráfico en general. Pero la entrada de Italia en la guerra y la rendición de Francia cambiaron la posición de Suiza.Rodeada por territorios del Eje, sus posibilidades de seguir con una política internacional independiente se vieron tan limitadas que hubo de aceptar ciertas concesiones de tipo estratégico o político, como el oscurecimiento para proteger los blancos del norte de Italia o la reorganización de grupos de nacionalsocialistas, y se convirtió en un activo centro de espionaje.Pero la alineación mayor con el Eje no fue política, sino económica, ya que estaba a su merced por el control de las rutas. Desde septiembre de 1940, Alemania se comprometió a suministrarle materias primas, a cambio de recibir géneros para material de guerra y autorización al transporte de mercancías con Italia.La necesidad de mantener abierta esta ruta y la escasez de recursos alimenticios obligó, probablemente, a Alemania a respetar hasta el final la no beligerancia suiza. Los aliados también ejercieron presiones sobre Suiza, si bien con menor dureza que en otros países neutrales, debido a que ostentaba la representación diplomática de sus intereses en los países del Eje y, a través de la Cruz Roja, de miles de prisioneros de guerra.Al final del conflicto los mayores problemas suizos provinieron del número y variedad de refugiados que entraban en su territorio, y de los recelos que inspiraron a las potencias vencedoras sus relaciones con el Gobierno de Vichy y la existencia de depósitos de propiedad alemana. La URSS pidió sanciones contra este país, y Estados Unidos tuvo en la lista negra a varias empresas suizas. Sólo en 1946 sus relaciones con los aliados se normalizaron plenamente.
Al estallar la guerra, surgieron dificultades con Inglaterra, por las restricciones al comercio de lujo y al tráfico en general. Pero la entrada de Italia en la guerra y la rendición de Francia cambiaron la posición de Suiza.Rodeada por territorios del Eje, sus posibilidades de seguir con una política internacional independiente se vieron tan limitadas que hubo de aceptar ciertas concesiones de tipo estratégico o político, como el oscurecimiento para proteger los blancos del norte de Italia o la reorganización de grupos de nacionalsocialistas, y se convirtió en un activo centro de espionaje.Pero la alineación mayor con el Eje no fue política, sino económica, ya que estaba a su merced por el control de las rutas. Desde septiembre de 1940, Alemania se comprometió a suministrarle materias primas, a cambio de recibir géneros para material de guerra y autorización al transporte de mercancías con Italia.La necesidad de mantener abierta esta ruta y la escasez de recursos alimenticios obligó, probablemente, a Alemania a respetar hasta el final la no beligerancia suiza. Los aliados también ejercieron presiones sobre Suiza, si bien con menor dureza que en otros países neutrales, debido a que ostentaba la representación diplomática de sus intereses en los países del Eje y, a través de la Cruz Roja, de miles de prisioneros de guerra.Al final del conflicto los mayores problemas suizos provinieron del número y variedad de refugiados que entraban en su territorio, y de los recelos que inspiraron a las potencias vencedoras sus relaciones con el Gobierno de Vichy y la existencia de depósitos de propiedad alemana. La URSS pidió sanciones contra este país, y Estados Unidos tuvo en la lista negra a varias empresas suizas. Sólo en 1946 sus relaciones con los aliados se normalizaron plenamente.