Las relaciones entre Rusia y Finlandia
Compartir
Datos principales
Rango
Bliztkrieg
Desarrollo
A los soviéticos, y en ello están de acuerdo numerosos historiadores, les habría bastado realmente, al parecer, con lo que pedían. El problema de las fronteras entre Rusia -luego la URSS- y la Finlandia sueca -luego Finlandia independiente- se remonta a la Edad Media, a los seis siglos de dominación sueca sobre Finlandia y a los intentos de su rival la Rusia de los zares de salir del Báltico y consolidar una frontera defendible en ese área. Finlandia quedará, así a merced de estas dos grandes potencias. La primera frontera ruso-finlandesa (siglo XIV) pasaba por el Istmo, al este de Vipuri, continuaba hasta el mar, por lo que la ciudad quedaba en tierras finlandesas. En siglos posteriores suecos y finlandeses dirán que la frontera sube hasta el Ártico; los fineses carelios y sus aliados rusos dirán que termina en el golfo de Botnia. Con todo, la población de origen finés superaba las fronteras hacia el Norte y hacia el mar Blanco. En el siglo XVII la frontera va más al este, pero aún separa a poblaciones de lengua finesa. En el XVIII Rusia conserva Viipuri y zonas en torno al lago Ladoga, tras la paz con Suecia de 1721. En 1743 la frontera se traslada un poco al oeste, en beneficio de Rusia. Rusia se apodera de Finlandia en 1808-09, durante las guerras napoleónicas, y la convierte en ducado autónomo, al que el zar restituye algunos territorios arrebatados en el XVIII. La frontera de Laponia se adelanta hacia el este. El nacionalismo finlandés del XIX -contemporáneo de una creciente rusificación busca la independencia total, que llega sólo después de la Primera Guerra Mundial (1917) y se consolida sólo tras una verdadera guerra civil entre los comunistas, apoyados por la URSS, y las derechas, apoyadas por Alemania en un primer momento (1917-18), en la que aparece la figura de Mannerheim , vencedor de los comunistas.
Tras la feroz represión contra las izquierdas, el Tratado de Tartu (1920) modifica de nuevo la frontera oriental: la URSS cede Petsamo, en el Ártico, y gran parte del istmo de Carelia, y conserva Carelia oriental (que se convierte en República Autónoma de Carelia) y las dos provincias de Repola y Porajárvi que permiten una defensa mínima de Leningrado. Unas cuantas islas del golfo de Finlandia serán neutralizadas. Desde esta fecha, una serie de tratados y acuerdos definirá las relaciones soviético-finlandesas y zanjará los problemas fronterizos. En 1937 suben al poder en Finlandia los "agrarios", a quienes Moscú da la bienvenida, y que prosiguen la linea Paasikivi de neutralidad, pero la clase dominante no oculta sus simpatías por Hitler y por el fascismo. Añadamos que existían también reclamaciones territoriales finlandesas, expresadas con sordina por los partidos liberales y con mayor ruido por el Movimiento Lapua y otros de carácter fascista. Algunas eran históricamente "razonables", como la de la Carelia oriental; otras fantásticas, como las de vastas extensiones de la URSS hacia el norte y los Urales, donde había minorías de lengua finesa, que el gobierno había patrocinado de 1918 a 1920. El Tratado de Tartu había permitido recuperar una parte de esos territorios sin embargo, sobre todo en la juventud, subsistía la idea de la Gran Finlandia.
Tras la feroz represión contra las izquierdas, el Tratado de Tartu (1920) modifica de nuevo la frontera oriental: la URSS cede Petsamo, en el Ártico, y gran parte del istmo de Carelia, y conserva Carelia oriental (que se convierte en República Autónoma de Carelia) y las dos provincias de Repola y Porajárvi que permiten una defensa mínima de Leningrado. Unas cuantas islas del golfo de Finlandia serán neutralizadas. Desde esta fecha, una serie de tratados y acuerdos definirá las relaciones soviético-finlandesas y zanjará los problemas fronterizos. En 1937 suben al poder en Finlandia los "agrarios", a quienes Moscú da la bienvenida, y que prosiguen la linea Paasikivi de neutralidad, pero la clase dominante no oculta sus simpatías por Hitler y por el fascismo. Añadamos que existían también reclamaciones territoriales finlandesas, expresadas con sordina por los partidos liberales y con mayor ruido por el Movimiento Lapua y otros de carácter fascista. Algunas eran históricamente "razonables", como la de la Carelia oriental; otras fantásticas, como las de vastas extensiones de la URSS hacia el norte y los Urales, donde había minorías de lengua finesa, que el gobierno había patrocinado de 1918 a 1920. El Tratado de Tartu había permitido recuperar una parte de esos territorios sin embargo, sobre todo en la juventud, subsistía la idea de la Gran Finlandia.