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La inmensa mayoría de los edificios que hoy día contemplamos en Monte Albán fueron construidos en el período Clásico, y conservan en términos generales un tono arcaizante a lo largo de toda la historia del centro, ya que se mantienen básicamente las tradiciones constructoras formuladas durante el Formativo.La construcción más relevante en estos momentos es la Acrópolis. Miller ha apuntado que ésta se construyó como una réplica del espacio natural que circunda el valle de Oaxaca, como un microcosmos particular relacionado con el entorno ambiental. El acoplamiento progresivo a la topografía natural de la cuenca indica que los procesos culturales son rápidos, y que no se dispuso de tiempo para hacer una planificación coherente como la que se había realizado en el período inmediatamente anterior mediante el aterrazamiento de la parte más alta de la colina. La orientación básica de la ciudad en un eje norte-sur no tiene una planificación tan rigurosa como Teotihuacan, sino que manifiesta más bien las pautas de asentamiento complejo implantadas en las tierras bajas mayas, aunque la Acrópolis recuerde en ocasiones a la disposición de la Calzada de Los Muertos de la gran capital clásica del centro de México.El carácter arcaizante de la arquitectura está definido por la distribución del núcleo de la ciudad a base de espacios cerrados en plazas hundidas, que se combinan con volúmenes poco elevados de los basamentos piramidales.

Ello confiere al asentamiento una sensación de privacidad de las clases dirigentes que, aunque manifiesto de manera parcial en las ciudades mesoamericanas durante el Clásico Tardío, no tiene parangón en la región.La naturaleza privada de las edificaciones monumentales de Monte Albán se agudiza en los palacios en los que residió la elite, como el Palacio Hundido, emplazado al norte de la capital zapoteca y un vestíbulo cuyo techo estuvo sostenido por cuatro pilastras y seis pares de columnas, aislándolo de la visibilidad y de las multitudinarias convocatorias colectivas asociadas con los edificios religiosos y administrativos.La parte más meridional del asentamiento estuvo delimitada por la denominada Plataforma Sur, coronada por una pirámide de 15 m de altura y decorada en cada una de sus esquinas por cuatro losas talladas que incluyen escenas en las que se registran a nivel iconográfico y jeroglífico las especiales relaciones que mantuvo Monte Albán con Teotihuacan.El este y oeste del asentamiento estuvo limitado por grandes construcciones que incluyen un juego de pelota en forma de I, rehundido y con taludes escalonados, o los denominados Sistemas M y IV, así como otra serie de edificios que han sido interpretados como sedes representativas de las diferentes jefaturas que durante el Formativo se distribuyeron por el valle y de los barrios en que se organizó la población.Al final de la historia de la ciudad, todo el núcleo ceremonial se rodeó de altas paredes, restringiendo considerablemente los accesos a él.

En su interior, las propias residencias de elite estuvieron rodeadas de vallas, pasajes y patios interiores con columnas, que resaltan un aumento de la necesidad de privacidad.Por regla general, los edificios están recubiertos de piedra bien tallada, y se asientan sobre plataformas piramidales en las que se combina la reformulación zapoteca del talud y el tablero. Cada cuerpo superpuesto se compone de un muro inclinado y de un panel horizontal abierto en su parte inferior hasta formar un diseño invertido en forma de U. El resultado es la obtención de un claroscuro, un estilo decorativo muy peculiar que ha sido denominado de doble escapulario. El acceso a los edificios se realiza mediante una escalinata exenta limitada por alfardas, un rasgo presente en muchos sitios clásicos de Mesoamérica.Desde un punto de vista arquitectónico, y también iconográfico, resultan de gran interés las tumbas subterráneas, de las cuales hasta la actualidad se han descubierto más de 170, que se concentran sobre todo en el norte de la ciudad. Algunas fueron construidas debajo del nivel del suelo de las áreas residenciales, mientras que otras se colocaron bajo los grandes palacios y las edificaciones piramidales, y en un tercer caso aparecen como habitaciones aisladas. De cualquier manera, en ellas queda patente la riqueza alcanzada por las clases dirigentes del valle de Oaxaca.La arquitectura de las tumbas descubiertas en Monte Albán imita la fachada de los grandes templos, de tal forma que su entrada se decora con cornisas y tableros, y sobre la puerta es frecuente la apertura de un pequeño nicho en el que se colocó una urna o incensario, frecuentemente decorado con el rostro de alguna divinidad.Los recintos funerarios se formaron a base de grandes losas de piedra, y constan de una escalinata que da acceso a una antecámara y que se continúa con la cámara mortuoria cubierta a menudo con un falso arco. La separación entre ambas habitaciones se realiza por medio de grandes losas, algunas de las cuales están decoradas mediante escritura jeroglífica. Este rasgo, y su asociación a estructuras de forma piramidal que sostienen templos, parecen estar emparentados con la existencia de un culto a los antepasados reales muy similar al practicado en el territorio maya.

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