El triunfo de Siva: Elephanta y Ellora
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Datos principales
Rango
Arte Indio
Desarrollo
Frente al budismo decadente, sensual y ecléctico que define el estilo post-gupta Pala de Bengala , surge en el Estado de Maharashtra un arte nuevo, potente, que plasma uno de los más ancestrales cultos hindúes en la forma de un Mahadeva, de un Gran Dios por encima incluso de Brahma: el Triunfo de Siva.Siva, que en principio era la actitud destructora de Brahma (Vishnu es la preservadora), se ha convertido en el dios de la muerte, sin la cual es imposible la reencarnación, la vida y, consecuentemente, la purificación kármika. Se le adora no sólo como dios funerario sino también como potencia creadora en forma de Lingam (símbolo fálico), y como Pashupati o señor de la naturaleza y rey de los animales; también como Nataraja o rey de la danza cósmica (Génesis), y como Gangadhara cuando presta su cabeza para amortiguar la bajada de la diosa Ganga (río Ganges) a la tierra, permitiendo así la fertilidad y el renacimiento de los seres vivos. La energía del dios lo absorbe todo, por eso es frecuente encontrar imágenes de Siva andrógino o Ardhanari, o simplemente femenina: Parvati (su mujer, diosa de la destrucción a la vez que virtuosa doncella); junto a ellos aparecen sus hijos Ganesha (el dios elefante, patrón de las ciencias y de los intelectuales) y Skanda o Kartikeya (dios de la guerra), y su principal amigo Nandi (el cebú negro, símbolo de las pasiones que controla el dios y que le sirve de montura).El culto al lingam (falo), símbolo de potencia creadora, debe remontarse al neolítico, pues ya los invasores arios denominaron a los aborígenes del Valle del Indo adoradores del falo, entre otros adjetivos despreciativos como esclavos, chatos y oscuros.
La fertilidad masculina, contemplada en el panorama matriarcal agrícola de manera más indirecta y potencial que la femenina, fue absorbida posteriormente (en fecha indefinida) en el hinduismo por Siva.El culto al lingam está profundamente arraigado entre la población hindú, no sólo entre los lingayat (secta lingavantha o de los portadores del falo), que lucen atado al cuello este símbolo, sino entre los fieles que acuden a los templos de Siva, cuya imagen principal de culto suele ser un lingam; también es frecuente entre las mujeres hindúes, que oran al atardecer ante pequeñas capillas exentas enclavadas en el campo o en plena urbe.La representación plástica del lingam ofrece una gran variedad, desde su máxima abstracción por medio de un círculo o un cilindro romo, hasta la más gráfica y realista. Suele ir asentado, como surgiendo de una yoni (símbolo vaginal) representado en la misma variedad del lingam, bien como un simple triángulo o concavidad, bien como una vulva muy naturalista.Lingam y yoni unidos, juntas la energía masculina y femenina, significan respectivamente la naturaleza fundamental y la naturaleza manifiesta; su unión da lugar a la potencia generadora y creadora del universo. Los brahmanes encargados del cuidado de estas imágenes deben ungirlas, perfumarlas y adornarlas con flores, al igual que con cualquier otra imagen de culto antropomórfica.Los términos más frecuentes para referirse a este símbolo son lingam, linga o lingga (todos significan señal), aunque también se puede llamar religiosamente shishna o shishana (literalmente miembro viril).
Ninguno de estos nombres aparece en la literatura védica, por lo que se piensa que es una adaptación neobrahmánica tardía, en ningún caso anterior a la era cristiana.Todo este corpus iconográfico, además de innumerables creencias locales que multiplican infinitamente su culto, lo encontramos en los colosales altorrelieves del santuario rupestre de Siva en la isla de Elephanta (Bombay, año 625). En estos siglos post-gupta la dinastía Chalukya ocupa una gran parte de la meseta del Dekkan y de los Gathes Occidentales (actualmente Estado de Maharashtra). Adoradores de Siva, supieron imponer su culto por encima de cualquier otra divinidad hindú y definieron su iconografía.El protagonista indiscutible de las esculturas que decoran las cuevas de Elephanta es el colosal altorrelieve de la Trimurti de Siva. Lo que popularmente se llama trimurti o tres caras es un busto tricéfalo de 8 m de altura por 6 m de anchura, que muestra al dios en atuendo principesco como Mahesamurti o Supremo en su Triple Acción: imperturbable y transcendente en su rostro frontal, terrible y destructor (a su derecha), y sonriente y preservador (a su izquierda), usurpando con esta manifestación el poder absoluto del mismísimo Brahma.En el conjunto rupestre de Ellora (Aurangabad, 757 a 790) nos encontramos con otro gran coloso del triunfo de Siva: el Kailasanatha (morada mítica de Siva en el Monte Meru), o templo n.° 16 de un conjunto de más de 30 cuevas que, excavadas entre los siglos VI al XIII d.
C., reparten su culto entre el hinduismo, budismo y jainismo. Así pues, además de un conjunto artístico sin par, son un magnífico ejemplo de la actitud permisiva y de la convivencia religiosa que caracteriza a la cultura india.Esta obra gigantesca de arquitectura excavada a cielo abierto mide aproximadamente 100 m de largo por 60 de ancho y 35 de alto, para lo que se tuvieron que extraer cerca de un millón de metros cúbicos de piedra. Presenta un aspecto estratificado a base de reiteración de elementos horizontales que evocan el carácter montañoso de la morada de Siva. Al ser uno de los primeros templos a él dedicados, constituye el modelo por excelencia de planta y distribución espacial: puertas monumentales que sacralizan el recinto, sala de paso de adoración al toro Nandi, siempre atento a las órdenes de su señor, mandapa o sala de oración destinada a los hombres y garbha grya o habitación del dios en la que se rinde culto al Lingam. Todo el templo parece ilusoriamente sustentarse sobre una manada de elefantes de piedra que, en tamaño natural, forman un friso escultórico espectacular. Las cubiertas se escalonan buscando la mayor altura en las estancias más sacras, que presentan dos pisos. Abundan las pasarelas, columnatas, capillas adosadas... y todo el conjunto tanto interior como exteriormente está cuajado de esculturas que suponen el corpus iconográfico sivaita más exhaustivo, además de constituir la más extensa narrativa del "Mahabharata" y del "Ramayana".Fue mandado excavar bajo los reinados de Dantidurga y Krishna de la dinastía Rashtrakuta. Este clan principesco había sido vasallo de los Vakataka y de los Chalukya, pero desde mediados del siglo VIII su poderío eclipsa el de los demás reinos del Dekkan, como muy bien evidencia este coloso de Ellora.
La fertilidad masculina, contemplada en el panorama matriarcal agrícola de manera más indirecta y potencial que la femenina, fue absorbida posteriormente (en fecha indefinida) en el hinduismo por Siva.El culto al lingam está profundamente arraigado entre la población hindú, no sólo entre los lingayat (secta lingavantha o de los portadores del falo), que lucen atado al cuello este símbolo, sino entre los fieles que acuden a los templos de Siva, cuya imagen principal de culto suele ser un lingam; también es frecuente entre las mujeres hindúes, que oran al atardecer ante pequeñas capillas exentas enclavadas en el campo o en plena urbe.La representación plástica del lingam ofrece una gran variedad, desde su máxima abstracción por medio de un círculo o un cilindro romo, hasta la más gráfica y realista. Suele ir asentado, como surgiendo de una yoni (símbolo vaginal) representado en la misma variedad del lingam, bien como un simple triángulo o concavidad, bien como una vulva muy naturalista.Lingam y yoni unidos, juntas la energía masculina y femenina, significan respectivamente la naturaleza fundamental y la naturaleza manifiesta; su unión da lugar a la potencia generadora y creadora del universo. Los brahmanes encargados del cuidado de estas imágenes deben ungirlas, perfumarlas y adornarlas con flores, al igual que con cualquier otra imagen de culto antropomórfica.Los términos más frecuentes para referirse a este símbolo son lingam, linga o lingga (todos significan señal), aunque también se puede llamar religiosamente shishna o shishana (literalmente miembro viril).
Ninguno de estos nombres aparece en la literatura védica, por lo que se piensa que es una adaptación neobrahmánica tardía, en ningún caso anterior a la era cristiana.Todo este corpus iconográfico, además de innumerables creencias locales que multiplican infinitamente su culto, lo encontramos en los colosales altorrelieves del santuario rupestre de Siva en la isla de Elephanta (Bombay, año 625). En estos siglos post-gupta la dinastía Chalukya ocupa una gran parte de la meseta del Dekkan y de los Gathes Occidentales (actualmente Estado de Maharashtra). Adoradores de Siva, supieron imponer su culto por encima de cualquier otra divinidad hindú y definieron su iconografía.El protagonista indiscutible de las esculturas que decoran las cuevas de Elephanta es el colosal altorrelieve de la Trimurti de Siva. Lo que popularmente se llama trimurti o tres caras es un busto tricéfalo de 8 m de altura por 6 m de anchura, que muestra al dios en atuendo principesco como Mahesamurti o Supremo en su Triple Acción: imperturbable y transcendente en su rostro frontal, terrible y destructor (a su derecha), y sonriente y preservador (a su izquierda), usurpando con esta manifestación el poder absoluto del mismísimo Brahma.En el conjunto rupestre de Ellora (Aurangabad, 757 a 790) nos encontramos con otro gran coloso del triunfo de Siva: el Kailasanatha (morada mítica de Siva en el Monte Meru), o templo n.° 16 de un conjunto de más de 30 cuevas que, excavadas entre los siglos VI al XIII d.
C., reparten su culto entre el hinduismo, budismo y jainismo. Así pues, además de un conjunto artístico sin par, son un magnífico ejemplo de la actitud permisiva y de la convivencia religiosa que caracteriza a la cultura india.Esta obra gigantesca de arquitectura excavada a cielo abierto mide aproximadamente 100 m de largo por 60 de ancho y 35 de alto, para lo que se tuvieron que extraer cerca de un millón de metros cúbicos de piedra. Presenta un aspecto estratificado a base de reiteración de elementos horizontales que evocan el carácter montañoso de la morada de Siva. Al ser uno de los primeros templos a él dedicados, constituye el modelo por excelencia de planta y distribución espacial: puertas monumentales que sacralizan el recinto, sala de paso de adoración al toro Nandi, siempre atento a las órdenes de su señor, mandapa o sala de oración destinada a los hombres y garbha grya o habitación del dios en la que se rinde culto al Lingam. Todo el templo parece ilusoriamente sustentarse sobre una manada de elefantes de piedra que, en tamaño natural, forman un friso escultórico espectacular. Las cubiertas se escalonan buscando la mayor altura en las estancias más sacras, que presentan dos pisos. Abundan las pasarelas, columnatas, capillas adosadas... y todo el conjunto tanto interior como exteriormente está cuajado de esculturas que suponen el corpus iconográfico sivaita más exhaustivo, además de constituir la más extensa narrativa del "Mahabharata" y del "Ramayana".Fue mandado excavar bajo los reinados de Dantidurga y Krishna de la dinastía Rashtrakuta. Este clan principesco había sido vasallo de los Vakataka y de los Chalukya, pero desde mediados del siglo VIII su poderío eclipsa el de los demás reinos del Dekkan, como muy bien evidencia este coloso de Ellora.