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En Venezuela, Miranda fue puesto a la cabeza de una junta surgida de los sucesos del jueves Santo de 1810, pero la oligarquía cacaotera, los mantuanos, que tenía un gran peso en el movimiento independentista lo recibió sin demasiada alegría. Miranda radicalizó la revolución y en junio de 1811 logró la declaración de la independencia. Sus partidarios controlaban el litoral cacaotero, mientras que el Oeste y el interior permanecían fieles a la corona. La base naval de Coro, al oeste de Caracas, seguía leal a España, bajo el mando del capitán Domingo de Monteverde, aunque sin causar demasiada alarma a los rebeldes. El terremoto que asoló Caracas, y que fue visto como castigo divino por los realistas, dio un giro importante a los acontecimientos. Monteverde se decidió a avanzar y la guarnición de Puerto Cabello abandonó la causa revolucionaria y se manifestó partidaria de la monarquía. Como en las plantaciones de cacao aumentaba el malestar entre los esclavos negros, los mantuanos, muy afectados por los sucesos de Haití, decidieron terminar con el experimento revolucionario. Esto se produjo con la firma de un armisticio. En un oscuro episodio, que contó con la participación de Bolívar, Miranda fue capturado por los realistas. Posteriormente Bolívar se refugiaría en Nueva Granada.Mientras los hacendados caraqueños cesaban en su lucha, la rebelión continuó en la costa de Cumaná y en la isla Margarita, impulsada por los negros y mulatos. La lucha se hizo más violenta y los rebeldes se dedicaron a matar a los colonos canarios, muy numerosos en la región.

A su vez, éstos comenzaron a organizarse para defenderse de los ataques a los que eran sometidos y su respuesta no fue menos brutal. Se iniciaba la guerra a muerte, que a partir de junio de 1813 sería institucionalizada por Bolívar. Santiago Mariño, el líder rebelde de Cumaná, avanzó desde el este, mientras Bolívar, que había reaparecido en los Andes venezolanos, convergía sobre Caracas, adonde entró en agosto de 1813. Monteverde, derrotado, se refugió en Puerto Cabello. Los realistas iban a encontrar en José Tomás Boves a un nuevo y eficiente jefe, gracias a la entrada en la guerra de los Llanos ganaderos. Los llaneros siguieron a Boves contra los revolucionarios en una campaña exitosa que derrotó tanto a los costeros de Mariño como a los andinos de Bolívar. Bolívar huiría nuevamente a Nueva Granada, para luego buscar refugio en Jamaica. De este modo, Venezuela se convirtió en una poderosa fortaleza española, reforzada en 1815 por el envío de 10.000 hombres, al mando del general Pablo Morillo, que intentaría acabar con la revolución neogranadina. En Nueva Granada la respuesta contra la rebelión se concentró en el sur, especialmente en Pasto y Popayán, vecinas de las leales Quito y Perú. Aquí también, como en Chile, los conflictos entre los líderes independentistas fueron la peor amenaza para la revolución. El radical Antonio Nariño se impuso al moderado Lozano y se convirtió en el presidente de la república de Cundinamarca, contraria a la integración en las Provincias Unidas de Nueva Granada, con las que ya se había enfrentado.

En 1814, los realistas peruanos avanzaron desde Popayán a Antioquía y tomaron prisionero a Nariño. Fue entonces cuando la confederación de Nueva Granada, con el apoyo de Bolívar, conquistó Bogotá, pero a causa de su debilidad, fue incapaz de imponer su control sobre la totalidad de su jurisdicción. Morillo, luego de conquistar Cartagena entró en Bogotá. Un año después de la tentativa fracasada de 1816, Bolívar, desde Haití, reinició el proceso emancipador en Venezuela. Dada la falta de recursos y de respaldos políticos, sus condiciones iniciales eran más dramáticas que las de San Martín. Para impulsar la independencia fue necesario cortar los lazos que seguían vinculando a los mantuanos con la revolución, dado que éstos últimos hacían primar sus intereses concretos sobre la marcha de los acontecimientos políticos. De este modo, y pese a su autoritarismo, la revolución bolivariana iba a tener un fuerte componente popular, cuya fuerza le permitiría extender su república de Colombia a Guayaquil e inclusive proyectar su influencia hasta el Alto Perú (no en vano la nueva república se llamaría Bolivia). Si en 1816 Bolívar dio un fuerte impulso a la revolución al prometer la liberación de los esclavos, a los que quería atraer a sus filas, en 1817 forjó una importante alianza con José Antonio Páez, un jefe guerrillero partidario de la independencia surgido de los Llanos, la misma región que Boves. La incorporación de los Llanos a la causa de Bolívar sería una de las claves de su triunfo.

En un primer momento, el libertador intentó ocupar Caracas, pero como Morillo le cerró el paso, cambió su rumbo y retornó a los Llanos y a la Guayana, para desde allí cruzar los Andes en dirección a Colombia, con un ejército de 3.000 hombres. La victoria de Boyacá daría a Bolívar el control de Bogotá y del centro y norte de Nueva Granada, salvo Panamá. Se daban los primeros pasos para la creación de la república de Colombia y en 1819, el Congreso de Angostura formalizó su estructura política. Se creó una especie de república federal, presidida por Bolívar e integrado por Nueva Granada y Venezuela. Cada una de ellas tenía un vicepresidente a cargo de las tareas administrativas, mientras Bolívar seguía con la guerra. La liberación de Venezuela se convirtió en prioritaria. Las noticias del triunfo liberal en España tuvieron consecuencias nefastas para el bando realista, que veía cómo sus fuerzas se debilitaban. La victoria de Carabobo, en 1821, le permitió a Bolívar entrar en Caracas. Ese mismo año, Sucre, tras sus triunfos en Riobamba y Pichincha conquistó Quito. Al mismo tiempo Bolívar derrotaba a las fuerzas realistas de Pasto, en los Andes. La fortaleza de este emplazamiento radicaba en su población mestiza, que gracias a la prédica del obispo había sido ganada para la causa del rey. De este modo Colombia se veía libre de amenazas y Bolívar tenía las manos libres para dirigirse al Perú. En 1821 se celebró un nuevo congreso, esta vez en Cúcuta, que dio a Colombia una organización más centralizada que la de Angostura. Los tres pilares de la nación (Venezuela, Nueva Granada y Quito) perdían su autonomía y todo el territorio nacional, dividido en departamentos, sería gobernado desde Bogotá. La tarea se encomendó al vicepresidente Francisco de Paula Santander y fue de una gran dificultad. La autoridad de Bogotá sobre Venezuela era bastante relativa, ya que allí Páez, dueño del poder militar, era el árbitro absoluto de la vida política. En Bogotá, no se veía con buenos ojos la gestión demasiado liberal de Santander, de modo que el futuro, inestable y autoritario, no tenía buenas perspectivas para Nueva Granada.

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