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Datos principales
Rango
Siria
Desarrollo
A pesar de la escasez de esculturas que ha proporcionado Alalakh , los pocos ejemplares hallados hablan, en general, de una fuerte influencia hurrita en su plástica. Estatuas de leones trabajados en basalto, de modo tosco (Museo de Antioquía), localizados en un templo; leones con las fauces abiertas, provenientes de la tumba del rey Idrimi , una cabeza de carnero (con un claro paralelo en Nuzi), una cabeza varonil que se ha querido identificar con un retrato de Yarim-Lim (Museo de Hatay), otra gran cabeza (Museo del Louvre), un torso de basalto, de Sefiré, y una magnífica estatua del rey Idrimi es lo único interesante de toda su estatuaria. De todas estas obras sólo admiten comentario las tres últimas: la gran cabeza proveniente de Djabbul, al sudeste de Aleppo (35 cm; Museo del Louvre), cubierta con casco ovoide con cornamentas y -detalle insólito- sin barba, formó hacia el 1600-1500 a. C. parte de una estatua basáltica de tamaño natural, de donde fue arrancada a propósito. De soberbio carácter y rasgos severos, presenta, sin embargo, la nariz mutilada. El torso de basalto de Sefiré, en las cercanías de Aleppo (42 cm), constituye un caso único -que sepamos- en la estatuaria siria, pues a un tiempo y en detalles concretos, pueden verse influencias anatolias, egipcias, sirias y mesopotámicas. La pieza presenta en su espalda una inscripción que nos ha transmitido su nombre: Aduniabia, hijo de Eanna-Aya. Los especialistas la fechan entre los siglos XVI y XIV a.
C. La estatua de Idrimi (hacia 1500 a. C.) alcanza especial importancia a pesar de que C. L. Woolley, su descubridor, la calificase como de poco valor artístico. La pieza (1,05 m; Museo Británico) está labrada en caliza y figura al rey en postura sedente, tocado con gorro y cubierto con un voluminoso manto. Lo más atrayente en su rostro barbado, de típica expresión mitannia en opinión de B. Hrouda, a lo que contribuían sus ojos con incrustaciones de piedra negra en pupilas, pestañas y cejas. No faltan autores que piensan que tal estatua fue de carácter funerario, sirviendo como imagen para el culto del soberano. Prácticamente, toda la superficie de la estatua está recubierta con una larga inscripción en acadio, en donde se relata la azarosa vida de tal personaje.
C. La estatua de Idrimi (hacia 1500 a. C.) alcanza especial importancia a pesar de que C. L. Woolley, su descubridor, la calificase como de poco valor artístico. La pieza (1,05 m; Museo Británico) está labrada en caliza y figura al rey en postura sedente, tocado con gorro y cubierto con un voluminoso manto. Lo más atrayente en su rostro barbado, de típica expresión mitannia en opinión de B. Hrouda, a lo que contribuían sus ojos con incrustaciones de piedra negra en pupilas, pestañas y cejas. No faltan autores que piensan que tal estatua fue de carácter funerario, sirviendo como imagen para el culto del soberano. Prácticamente, toda la superficie de la estatua está recubierta con una larga inscripción en acadio, en donde se relata la azarosa vida de tal personaje.