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Datos principales


Rango

Babilonia

Desarrollo


En metal, sobre todo bronce y cobre, se fundieron también magníficas obras de arte, de las cuales nos han llegado algunas de gran interés. Una de ellas, de Larsa, de controvertida identificación, es la estatuilla de un orante (19,5 cm; Museo del Louvre) que representa a un hombre genuflexo (con manos y rostro recubiertos con lámina de oro) sobre un zócalo ornamentado con relieves muy planos y con una inscripción alusiva a un tal Lu-Nannar. Algunos autores ven en la misma el retrato y la figura de Hammurabi, por cuya vida se había dedicado la estatua; otros consideran que representa al dedicante, a Lu-Nannar. El Museo de Arte de Cincinnati posee una extraña figurilla de bronce (15 cm), también sobre un zócalo, digna del mayor interés; se trata de un hombre sentado, desnudo, prácticamente esquelético, con cráneo y barba rasurados, creído por algunos autores como una de las pocas representaciones babilónicas de la Muerte. A estas dos piezas le siguen en importancia otros bronces localizados en Ischali y hoy en la Universidad de Chicago, que representan a dos divinidades cuatricéfalas, seguramente esposo y esposa. Una (17,3 cm), erecta, figura a un dios guerrero, vestido con la tradicional ropa de volantes, con el pie izquierdo apoyado sobre el lomo de un carnero echado. Lo más significativo es su cabeza, formada por cuatro barbudos rostros perfectamente ensamblados, que miran en todas direcciones (¿dios Amurru?). La otra figura, la de la diosa consorte (16,2 cm) aparece sentada sobre un alto taburete y cubierta con un vestido adornado con líneas verticales y ondulantes, portando el típico vaso manante.

Su cabeza, también de cuatro caras, no está tan trabajada como la del dios. De las diferentes piezas en bronce y cobre de la diosa Gama, bástenos citar, para no hacer una enumeración tediosa, el pequeño bronce (hoy en Berlín) de tal divinidad, en el que va tocada con la tiara de cornamentas y cubierta con el vestido de volantes que le tapa incluso los pies. Nos han llegado, también en bronce, numerosísimas estatuas de orantes, por lo general de pequeño formato; se figuran de pie y son de buena factura técnica, cubiertas algunas con lámina de oro. Sirva como ejemplo la magnífica estatuilla del Museo Británico (30 cm), que representa a un orante imberbe, ataviado con un vestido parecido al que lleva Hammurabi en el relieve de su Código. Lamentablemente, no han sobrevivido ninguna de las estatuas metálicas (incluso elaboradas en oro y plata) que, anualmente, y a modo de nombre de año de reinado, depositaban, según dicen los textos, los gobernantes de Eshnunna, en el Templo de Tishpak, el dios titular de la ciudad. Tampoco las que diferentes reyes de Isin, Larsa y Babilonia (aquí hay que destacar a Samsu-ditana, el último rey de la I Dinastía, con más de quince estatuas metálicas) ordenaron fabricar para los templos de sus ciudades. Sí, en cambio, tenemos en el Museo Británico bastantes figurillas femeninas de bronce, por lo general desnudas, que representan tal vez al personal sagrado de los templos. Entre la metalistería hay que citar, finalmente, una magnífica peana (22,5 cm; Museo del Louvre) adornada con tres cabras montesas, perfectamente fundidas y con mascarilla de oro.

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