Estatua orante de Pedro I
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Pedro I fue rey de Castilla y León de 1350 a 1369. Durante su reinado intentó consolidar el poder de la monarquía aliándose con la pequeña nobleza urbana y la incipiente burguesía mercantil. Esta escultura, que seguramente se alzaba sobre su sepulcro, fue tallada casi un siglo después de su muerte, momento al que responde el estilo realista de la vestimenta. Posteriormente también se le cambió la cabeza. La figura está vestida según el modelo aristocrático de la época, que aúna la condición militar del monarca (cota de malla, brazales y musleras de metal y espadín) con la elegancia cortesana (casaca y capa de ricos bordados, representados aquí en bajorrelieve y subrayados por un recubrimiento de pintura que se ha perdido). La cinta del pelo servía para encajar una corona de oro o plata que no se ha conservado. El sepulcro estuvo en el convento de Santo Domingo de Madrid, donde fueron trasladados los restos por encargo de su nieta, doña Constanza, priora de dicho convento. Estuvo situado en la capilla mayor y fue reformado por los Reyes Católicos en 1504, transformando, presumiblemente, una estatua yacente en otra orante. El convento se encontraba en la plaza que aún hoy lleva su nombre. Como otras fundaciones religiosas se benefició del patronazgo real, al ser Madrid una de las sedes de la corte itinerante de Castilla y León. El alcázar de esta villa era una residencia muy frecuentada por los Trastámara, porque desde él se acercaban a los cotos reales de caza del sur de la sierra de Guadarrama. El convento fue destruído en época de Isabel II , en 1868, dentro de un amplio esfuerzo por crear espacios abiertos y pequeños jardines en el abigarrado trazado del Madrid medieval. Parte de sus esculturas y de su mobiliario ingresaron en el Museo Arqueológico Nacional un año después.