Mosaico romano representando una lucha entre gladiadores
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En cuanto al mundo de los gladiadores, su presencia es bien paradójica en nuestra península. Por una parte, la escasez relativa de representaciones en mosaico, escultura, pintura o cerámica parece ahondar en la idea de que el munus gladiatorio no era particularmente apreciado, y, en el mismo sentido, no deja de ser elocuente que la práctica ausencia de gladiadores hispanos en el conjunto del imperio venga unida a una aplastante proporción, en nuestros epígrafes, de gladiadores nacidos y entrenados fuera de la Península. Pero, por otra parte, es innegable la abundancia de epitafios de gladiadores en nuestras necrópolis, el hallazgo de la llamada "Ley Gladiatoria de Itálica", y hasta la presencia de inscripciones votivas relacionadas con esta profesión. Tarraco , Barcino, Emerita , Gades y, sobre todo, Corduba son buenos testigos de nuestro aserto. Los espectáculos en los anfiteatros se dividían en tres partes: las venationes -cacerías o enfrentamientos de animales- por la mañana; unas luchas menores, alternando con ejecuciones capitales, al mediodía; y los combates de gladiadores propiamente dichos por la tarde. En este mosaico que se conserva en el Museo Arqueológico Nacional podemos apreciar dos de las partes del espectáculo: las venationes en la superior y la lucha propiamente dicha en la inferior. No cabe duda de que este tipo de representaciones son un magnífico vehículo para conocer en profundidad la vida cotidiana en la época romana.