Falcata ibérica de Almedinilla
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La cultura ibérica destaca por desarrollar una nueva tecnología basada en la metalurgia del hierro, que había sido traída a la Península por contactos comerciales desde el Oriente mediterráneo. El hierro al ser más resistente que el bronce, fue usado para fabricar herramientas, aperos y armas, algunas de las cuales se decoran profusamente con diversas técnicas, como la falcata de Almedinilla. Esta espada de hierro consta, por un lado, de una empuñadura con forma de cabeza de caballo y, por otro, de una hoja con dos filos cortantes. Toda la hoja está recorrida por acanaladuras para aligerar el peso sin disminuir la resistencia. Se adornó con ricos motivos decorativos damasquinados con plata en la empuñadura y en el extremo de la hoja. La falcata fue hallada, por Luís Maraver, en 1867 durante la excavación de una tumba ibérica en la necropolis de Los Collados (Almedinilla, Córdoba), próxima al poblado del Cerro de la Cruz. Poco se sabe de la tumba de la que procede la espada. Seguramente en el enterramiento habría una urna cineraria , una punta de lanza, un asa de escudo y un soliferrum, como suelen aparecer en otras tumbas ibéricas. Hasta fines de la Edad del Bronce las espadas sólo pinchan. La falcata presenta la novedad de servir no sólo para pinchar si no también para cortar, puesto que la hoja presenta dos filos. Los guerreros la llevaban sujeta al cinturón en el frente y bajo la cintura con una vaina o funda. Su eficacia mereció ser mencionada por los escritores clásicos, como Diodoro de Sicilia y Estrabón .