Felino de la cultura de los Sakkas

La patria de los escitas era la estepa ucraniana, más o menos entre la desembocadura de los ríos Danubio y Don. Amantes del oro, hombres y mujeres solían adornarse con objetos de dicho metal. A finales del siglo VIII los escitas pasaron a la Ciscaucasia chocando con el reino de Urartu. En la desembocadura del Halys se asentarían provisionalmente y se dedicaron a lanzar ataques contra Frigia y Lidia, a las que devastaron. En el curso de una de estas cabalgadas, fueron aplastados por los asirios en las gargantas de Cilicia. Nunca más volvió a saberse de ellos. En la verdadera estepa, se movían tribus nómadas a las que los persas llamarían sakkas y los griegos escitas o masagetas.

El arte de la estepa preescita es un arte fundamentalmente geométrico, más o menos complicado pero, en esencia, iconográficamente elemental. Pero el verdadero arte animalístico, el que definitivamente va a nutrir al mundo artístico de la estepa durante varios siglos, no es más que una aceleración de desarrollo fruto de un contacto que permitió a los escitas utilizar y apropiarse un rico y distinto repertorio procedente de Europa, China e Irán.