Adoración de los pastores

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Casi con total seguridad este lienzo fue realizado por Ribera para el duque de Medina de las Torres, Virrey de Nápoles entre 1637 y 1644. La obra fue regalada al rey Felipe IV junto al Jacob y el rebaño de Labán. Ribera nos presenta una abigarrada composición llena de figuras que preside la Virgen con el Niño en brazos, situada en el centro de la escena y recibiendo un potente foco de luz. A su alrededor y en diferentes posturas encontramos a los pastores que adoran al Niño: un anciano arrodillado de espaldas y a su lado una anciana que ofrece una cesta con pollos mientras en la zona de la izquierda observamos a un pastor ofreciendo su cordero mientras otro toca música con una gaita y un tercero se acerca acompañado de un burro. San José observa la escena en la esquina derecha y la parte superior es ocupada por un grupo de angelitos que también acuden a contemplar el evento. Las figuras están realizadas con absoluto naturalismo, tomando modelos populares para aportar cotidianeidad a la escena. Sólo en la Virgen y el Niño podemos encontrar cierta idealización, quizá reforzada por la brillantez de sus paños. La iluminación empleada es heredera del tenebrismo de Caravaggio aunque se trata de una luz más dorada que crea cierta sensación espacial al permitir contemplar a las figuras del segundo plano. La manera de representar las calidades de las cosas, con absoluto detalle, será una característica que define la obra de Ribera, a pesar de que en algunas zonas la pincelada es más vibrante, rápida y empastada, creando cierto efecto atmosférico inspirado en la escuela veneciana. El resultado es una obra de gran belleza que tendrá continuidad en algunas imágenes de Murillo.

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