Piedad

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A finales de 1633 o los meses iniciales de 1634, don Manuel de Zúñiga y Fonseca, conde de Monterrey y en aquellos momentos Virrey de Nápoles, encarga a Ribera una serie de lienzos para la iglesia del Convento de Agustinas Recoletas de Monterrey en Salamanca. Esta Piedad que contemplamos está situada en el ático del retablo mayor. Para su ejecución el maestro valenciano tomó como modelo una obra del boloñés Danielle Crespi que hoy guarda el Museo del Prado. Sin embargo, Ribera ha dotado de mayor expresividad al asunto al eliminar lo superfluo y centrar su atención en las figuras de María y Cristo muerto, gracias a la iluminación caravaggista empleada. La figura de Jesús parece tomada del natural, interpretando su potente anatomía de manera correcta y realizando un sensacional estudio de la gravedad al presentar el cuerpo desplomado. La amplia figura de María sujeta a su hijo muerto y eleva su expresivo rostro al cielo, destacando los llorosos ojos para intensificar la emotividad de la escena. Diversas diagonales organizan la composición y dotan de ritmo al conjunto, adaptándose al remate del altar por lo que el maestro debía conocer bien para donde iba destinada. La Inmaculada Concepción también forma parte del mismo retablo.

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