Jacob y el rebaño de Labán

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Cansado de su estancia en casa de Labán, Jacob solicitó permiso para regresar a su tierra con su familia. Labán le pidió que se quedara ya que le había aumentado sus riquezas pero Jacob dispuso con él un trato para permitir también su enriquecimiento. Jacob propuso que las reses rayadas que naciesen en el rebaño serían para él. Ante la aceptación de Labán, tomó varas tiernas de álamo y las descortezó para formar rayas, situándolas delante de los abrevaderos, de manera que cuando los animales enceleban, contemplaban las varas rayadas y tenían la descendencia también rayada. Así aumentó Jacob su riqueza (Génesis, 30, 25-43). En esta composición que contemplamos Ribera ha situado al hijo de Isaac y Rebeca junto a los rebaños de Labán, dirigiendo su mirada al cielo para recibir el mensaje divino con el que consiguió enriquecerse (Génesis, 31, 10-13). En la escena aún se manifiesta cierta dependencia de Caravaggio pero se advierte una transformación lumínica y pictoricista tomada de los modelos venecianos, como apreciamos en los reflejos plateados, la importancia creciente del paisaje o la vibrante luz, suponiendo un interesante avance de Ribera hacía el estilo barroco que pronto alcanzará. La composición se hace más viva, ocupando un interesante papel las diagonales formadas por las ovejas. Sin embargo, el naturalismo que caracterizaba la primera etapa de la producción del maestro continúa presente, recogiendo con destreza las calidades de las cosas, ya sea la lana de las ovejas o las telas con las que viste Jacob. La expresividad de las figuras es otro de los elementos al que Ribera nunca renunciará.

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