Retrato de Gala con síntomas rinocerónticos
Datos principales
Autor
Fecha
1954
Material
Dimensiones
39 x 31´5 cm.
Museo
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Los animales ocupan un lugar destacado en la mitología personal de Salvador Dalí, y en la mayoría de las ocasiones como protagonistas. Hormigas, saltamontes, moscas, peces o leones poblaban sus cuadros desde finales de los años veinte. Un nuevo animal es invitado a entrar en el reino de Dalí y lo hace de forma grandiosa: el rinoceronte. Algunas leyendas le asocian al combate y a la premonición (así, se dice que un rinoceronte albino se le apareció en sueños a Gengis Khan prohibiéndole que conquistara Nepal); pero a Salvador Dalí le interesa, sobre todo, porque su cuerpo guarda relación con figuras matemáticas. "El rinoceronte -dirá- no se contenta con llevar una de las más bellas curvas logarítmicas sobre la punta del hocico, sino que además en su trasero porta una especie de galaxia de curvas logarítmicas en forma de girasol". Este Retrato de Gala con síntomas rinocerónticos es, precisamente, una de las primeras ocasiones en que se aprecian los reflejos entre ese paralelismo entre el cuerno del animal y la forma geométrica. Por todas partes del cuadro, la extrema fidelidad -casi fotográfica- de la imagen empieza a fragmentarse, a desaparecer en pequeños cuernos de rinoceronte, que dan un aspecto más dinámico a esas formas. Ese descubrimiento, que acababa de realizar Salvador Dalí en la figura del cuerno de rinoceronte será puesto en relación con otros mitos de su pintura anterior. En concreto, no tardará en vincularlo a uno de sus cuadros-fetiche más adorados, La encajera de Vermeer . En mayo de 1955 da un paso más en esa afirmación: en el zoo de Vincennes, rodeado de rinocerontes, realiza una interpretación paranoico-crítica de La encajera de Vermeer. Para el artista, la encajera no sería sino una prefiguración del cuerno, un gigantesco cuerno de rinoceronte.