La arquitectura persa es un arte monárquico, en el sentido de que casi la totalidad de sus realizaciones está ligada directa o indirectamente con la realeza. En los palacios se recogen distintos usos mesopotámicos. Qué duda cabe que la aportación extranjera es incuestionable, pero de ningún modo podemos obviar lo propio y el nivel alcanzado por la interpretación dada a los préstamos.