Natividad

Datos principales


Autor

Domenikos Theotokopoulos

Fecha

1603-05

Estilo

Manierismo

Material

Oleo sobre lienzo

Dimensiones

128 cm. diámetro

Museo

Hospital de la Caridad de Illescas

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Una de las obras emblemáticas elaboradas por El Greco en los años iniciales del siglo XVII fueron los cuadros para el Hospital de la Caridad del pueblo toledano de Illescas. Es uno de los encargos más problemáticos del cretense ya que surgieron diversas cuestiones con los patronos del Hospital y con el alcabalero. Las dificultades con los patronos se producen debido a problemas iconográficos en la Virgen de la Caridad, el retraso en la entrega de la obra - habitual en el pintor - y en el pago ya que estaba sujeta al sistema de tasación por el cual diversos tasadores adjudicaban un valor a la obra en cuestión, llegándose a un acuerdo entre los nombrados por el cliente y los designados por el artista. El contrato de este trabajo estipula que los tasadores serían nombrados directamente por el Hospital, sin intervención del pintor. Esto provocó un largo pleito ya que Doménikos no aceptó los 26.802 reales en que se tasó la obra inicialmente, recibiendo tras dos largos años "un quento de maravedís", que supuso una derrota absoluta para el pintor. Sin embargo, respecto al alcabalero no dio su brazo a torcer; la alcabala era un impuesto que se exigía sobre el precio de todos los bienes muebles y raíces, vendidos o permutados, existiendo excepciones. Al proceder de Toledo los cuadros, el recaudador consideró que estaban dentro de los bienes que debían pagar motivando un nuevo pleito, esta vez con victoria de El Greco, quien puso de manifiesto la dignidad del arte de la pintura por encima de toda producción artesanal.

La Natividad estaba situada en el espacio bajo el luneto del arranque lateral de la bóveda y hacía pareja con la Anunciación. También supone una reelaboración de la Natividad del colegio de doña María de Aragón, eliminando a los pastores por lo que se convierte en una temática única en la pintura de El Greco. El Niño Jesús, el pilar y el buey se sitúan en el eje del lienzo mientras que las figuras de María y José se ubican en torno a él, adaptadas al formato circular. La escena se envuelve en una iluminación tenebrista, contrastando el foco de luz que se proyecta desde el Niño - tradicional en la Escuela veneciana - con el fondo. Los cuerpos alargados y espirituales que caracterizan la producción grequiana están aquí presentes, al igual que la pincelada rápida y el colorido vibrante, que dan a la composición un cierto aspecto mágico.

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