Cristo y María Magdalena
Datos principales
Autor
Rembrandt Harmensz,Harmenszoon van Rijn
Fecha
1638
Estilo
Material
Dimensiones
61 x 49´5 cm.
Museo
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Tras ser crucificado, Jesús fue enterrado en la víspera del sábado en un sepulcro a las afueras de Jerusalén. A la mañana siguiente, María Magdalena acudió al sepulcro y lo encontró abierto por lo que volvió corriendo a la ciudad y regresó acompañada de dos discípulos. Una vez comprobado que el sepulcro permanecía abierto, los dos hombres regresaron pero María se quedó; llorando se inclinó para mirar en el interior del sepulcro y contempló a dos ángeles vestidos de blanco que le preguntaron por qué lloraba. Ella contestó: "Porque se han llevado al Señor y ahora no sé donde está". Al darse la vuelta encontró a un hombre vestido de jardinero al que preguntó por el cadáver. Jesús habló y fue reconocido por María; el Salvador pidió a la Magdalena que no le tocara - "Noli me tangere" en latín, título de buena parte de los cuadros con esta temática - y que comunicara a los discípulos que había resucitado y que pronto ascendería a los cielos. Este es el momento elegido por Rembrandt para esta maravillosa escena en la que el paisaje tiene un importante papel.En primer plano encontramos la gruta donde estaba el sepulcro sobre el que aparecen dos ángeles, recibiendo uno de ellos el impacto de la luz del amanecer en el rostro. De rodillas y con la cabeza girada, acentuando el escorzo, se sitúa María Magdalena, dirigiendo su mirada hacia Cristo ataviado como un jardinero que habla a su discípula. El tarro de afeites y el paño con el que iba a preparar el cadáver quedan a los pies de María. Al fondo encontramos la silueta de Jerusalén, presidida por las torres del templo. La iluminación dorada del amanecer ha sido perfectamente interpretada por el maestro, obteniendo una sensación atmosférica de gran belleza. Las figuras principales reciben el fuerte impacto de la luz, creando un sugerente efecto de volumen gracias a las sombras. Los ecos de la pintura italiana del Renacimiento están presentes, recordando a la escuela veneciana. Van Dyck y Rubens también pudieron influir en este trabajo, mostrando Rembrandt su capacidad de asimilación para crear obras totalmente personales llanas de sentimiento y religiosidad.