Dios la perdone: y era su madre
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Una bella y engalanada moza intenta huir ante la presencia de una anciana pobre que pide limosna sin percatarse de que es su propia madre. La desagradecida señorita no quiere ver sus ancestros, aludiendo Goya a una práctica muy habitual en su tiempo y años después como era el abandono de los hijos e hijas ilícitos en instituciones benéficas, relacionándose indirectamente con los matrimonios pactados en los que no había lugar para el amor.