Retrato de una negra

Datos principales


Autor

Marie Guillemine Benoist

Fecha

1800

Material

Oleo sobre lienzo

Dimensiones

81 x 65 cm.

Museo

Museo Nacional del Louvre

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Nos encontramos frente a un prodigioso retrato femenino, que nos abre las puertas del Romanticismo con una intención absolutamente revolucionaria, en el sentido más literal de la palabra. Su autora, una mujer, fue discípula del pintor estrella de la Revolución Francesa y de Napoleón: David. Este gran autor tuvo muchos discípulos en vida, entre los que se contaron algunas mujeres. Sólo fue posible gracias a la Revolución Francesa, en la cual lucharon hombro con hombro tanto hombres como mujeres para derribar el Ancient Règime. Asumiendo el lema de Igualdad, proliferaron en las décadas de 1790 y 1800 abundantes pintoras profesionales. David se había caracterizado por su extremado clasicismo, siendo siempre interpretado como el mayor exponente del Neoclasicismo Francés; sin embargo, en algunas de sus obras se advierte una vena dramática y renovadora que anuncia el Romanticismo. El cuadro que nos ocupa resume mejor que ningún otro estos aires nuevos. Fue expuesto en el Salón Oficial de París celebrado en 1800. Ofrece por primera vez una visión alejada de los exotismos a la hora de retratar otras culturas. Es más, la mujer negra que pinta Marie Guillemine nos resulta extremadamente cercana, tomada desde un punto de vista íntimo. El cuadro no fue pintado para ningún encargo, sino por iniciativa propia, y pese a su éxito, la autora lo conservó en su poder hasta 1818. No se hace difícil imaginar que existía una relación personal entre modelo y artista.

El hecho de pintar una modelo negra se relaciona también con la simbología de la Revolución. En 1794 se había abolido la esclavitud en el territorio francés, incluidas las colonias. Frecuentemente, en los cuadros revolucionarios se recogían figuras de negros tocados con los bonetes y las escarapelas de los revolucionarios, como en La Libertad guiando al Pueblo, de Delacroix. Eran símbolos de la lucha por la libertad. Al mismo tiempo, las mujeres trabajaban en la Asamblea Nacional para obtener representación y la emancipación legal. Teniendo en cuenta estos dos puntos, se comprende que lo que la autora pinta es una declaración de intenciones, que defiende la libertad, la igualdad, la tolerancia y la conciencia de ser mujer. Romanticismo, pues, no es una imagen doliente, dramática, bajo una luna tétrica, sino que va mucho más allá, en busca de la auténtica esencia del ser humano y sus cualidades.

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