Marina Ortiz de Gaete
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Datos principales
Fecha nacimiento
1509
Lugar nacimiento
Zalamea de La Serena
País nacimiento
Fecha muerte
1592 h.
Lugar muerte
Santiago de Chile
Cargo
Encomendera
Desarrollo
Hija del hidalgo de origen vizcaíno Francisco Ortiz y de Leonor González de Gaete, que formaba parte de una familia noble de Córdoba. Marina contrajo matrimonio con Pedro de Valdivia en 1527. Su marido se enroló en una expedición a las Indias en 1535. En 1553, llegaron desde Chile enviados por Valdivia, su hermano Diego Nieto de Gaete y Jerónimo de Alderete, para conducirla junto a su marido, quien le enviaba 7000 pesos de oro. Pedro de Valdivia pensaba instalarse con su mujer en Concepción. Al desembarcar en Nombre de Dios (Panamá) el capitán Gaspar de Orense les comunicó que Valdivia había muerto en la Guerra de Arauco, dejando una cuantiosa deuda. Sus bienes fueron embargados y sus esclavos, ganados y bienes vendidos. A pesar de que el Rey quiso proteger a Doña Marina dándole una encomienda y pidiendo que se considerara su situación, ni Gaspar de Villagrá ni García Hurtado de Mendoza se portaron excesivamente bien con ella. Solo le quedó como herencia de su marido la encomienda de Tucapel. En 1564 los araucanos invadieron esos territorios y doña Marina los perdió. Entonces escribió al Rey solicitándole una pensión, en estos términos: "El Gobernador mi señor conquistó este reino de Chile y pobló siete pueblos a su costa, y después de haberle sustentado quince años le mataron los indios; y por cédula y mandato de Su Majestad sucedí yo en sus repartimientos. Pero fue Nuestro Señor servido por nuestros pecados, y la provincia de Tucapel se reveló y alteró, en la conquista de la cual perdí cinco sobrinos que tenía por hijos.
Y visto lo mucho que esta tierra me cuesta, y yo ser mujer y no tener sucesor, querría V.M. fuese servido de (recibir) cuatro o cinco mil indios los mejores de esta tierra (la encomienda de Valdivia), V.M. los tome en su cabeza y (a cambio) haga la merced de darme de vuestra hacienda real una congrua sustentación (una pensión o tal vez una merced de tierras) en esa tierra (España), provincia del Pirú o ésta, conforme a la calidad de mi persona, casa y lo que dejo (la encomienda), para que yo me sustente en estos pocos días que me quedan, pues que tan caro me han costado, y mis días (años) ser de cincuenta y cinco arriba, los (quisiera) acabar con menos zozobra y cuidado que sustentando indios". El Consejo de Indias respondió que no se podía atender su solicitud y ordenó al gobernador de Chile que se le entregara a Doña Marina una encomienda, cosa que -entre otras cosas por la continua guerra- todavía no se había hecho en 1578. Se le habían ofrecido hombres para trabajar en las minas de oro y no quiso aceptarlos: probablemente una anciana viuda prefería cobrar una pensión que regentar un emporio minero. En esa situación se fue a vivir a Santiago, donde estableció el culto a la Virgen de la Soledad en una capilla desaparecida, aneja a la Iglesia de San Francisco, a la que regaló una pequeña imagen de la Virgen del Socorro que Valdivia llevaba siempre en el arzón de su silla de montar y que preside el retablo mayor. Doña Marina vivió entre las calles de San Antonio y de las Claras (hoy McIver). Testó en Santiago el 12 de abril de 1592. Está enterrada en la Iglesia de San Francisco de la Alameda.
Y visto lo mucho que esta tierra me cuesta, y yo ser mujer y no tener sucesor, querría V.M. fuese servido de (recibir) cuatro o cinco mil indios los mejores de esta tierra (la encomienda de Valdivia), V.M. los tome en su cabeza y (a cambio) haga la merced de darme de vuestra hacienda real una congrua sustentación (una pensión o tal vez una merced de tierras) en esa tierra (España), provincia del Pirú o ésta, conforme a la calidad de mi persona, casa y lo que dejo (la encomienda), para que yo me sustente en estos pocos días que me quedan, pues que tan caro me han costado, y mis días (años) ser de cincuenta y cinco arriba, los (quisiera) acabar con menos zozobra y cuidado que sustentando indios". El Consejo de Indias respondió que no se podía atender su solicitud y ordenó al gobernador de Chile que se le entregara a Doña Marina una encomienda, cosa que -entre otras cosas por la continua guerra- todavía no se había hecho en 1578. Se le habían ofrecido hombres para trabajar en las minas de oro y no quiso aceptarlos: probablemente una anciana viuda prefería cobrar una pensión que regentar un emporio minero. En esa situación se fue a vivir a Santiago, donde estableció el culto a la Virgen de la Soledad en una capilla desaparecida, aneja a la Iglesia de San Francisco, a la que regaló una pequeña imagen de la Virgen del Socorro que Valdivia llevaba siempre en el arzón de su silla de montar y que preside el retablo mayor. Doña Marina vivió entre las calles de San Antonio y de las Claras (hoy McIver). Testó en Santiago el 12 de abril de 1592. Está enterrada en la Iglesia de San Francisco de la Alameda.