Mariana de Silva Bazán y Arcos Meneses de Sarmiento
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Datos principales
Alias
Duquesa de Huéscar y Arcos
Fecha nacimiento
1740
Lugar nacimiento
País nacimiento
Fecha muerte
1784
Lugar muerte
Cargo
Pintora y poetisa
Desarrollo
Pintora y poetisa. Académica y posteriormente directora honoraria de la Real Academia de Bellas Artes (Madrid). Hija de Pedro de Silva y María Cayetana Sarmiento y Sotomayor, marqueses de Santa Cruz. Su pertenencia a una familia aristocrática le permitió disfrutar de una cuidada educación, que incluyó una cierta formación artística. Mujer de gran cultura, tenía una refinada sensibilidad para el arte, un campo que despertó el interés de las damas de la nobleza y la aristocracia en el siglo XVIII bajo el influjo de la Ilustración francesa. Se casó en tres ocasiones, primero con el Duque de Huéscar; más tarde con el Conde de Fuentes y, finalmente, con el Duque de Arcos. Su hija María del Pilar de Silva y Álvarez de Toledo, duquesa de Alba, sería inmortalizada por el pincel de Goya . Practicó la poesía y la pintura. Escribió versos de notable calidad y realizó diversas traducciones de obras francesas, entre ella tragedias. En pintura compaginó su propia producción con la docencia. En 1766, fue nombrada académica de la Real Academia de Bellas Artes (Madrid) y, más tarde, ocupó el cargo de directora honoraria de esta institución, nombramiento que significó más una distinción que un cargo de responsabilidad, al no exijir su participación en la marcha de la institución. Ese mismo año recibió también el nombramiento de socia libre honoraria de la Academia Imperial de San Petersbugo. Muchas artistas que recibieron el rango de académicas en ésta época, a menudo fueron nombradas por su elevada posición social más que como reconocimiento a su trayectoria artística. Si bien, frecuentemente, la motivación de las artistas para acceder a estos cargos honoríficos era el prestigio que suponía tal distinción, algunas de ellas, como Mariana de Silva, manifestaron su voluntad de implicación, dedicándose a la enseñanza, lo que significó un paso más en la promoción de la educación de las mujeres. En cualquier caso, hay que considerar que la participación de estas mujeres en las Academias de Bellas Artes sentó las bases para un mayor reconocimiento de las mujeres en el arte del siglo XIX.