Hospital de San Juan de Dios
Localización
Desarrollo
El Hospital de San Juan de Dios, anejo a la iglesia de San Juan Bautista , puede inscribir su planta aproximadamente en un cuadrilátero cuyo centro lo ocupa el gran patio con fuente de mármol coronada por la granada simbólica de la Orden. Un hermoso claustro cubierto con la bóveda de arista rodea el patio completamente, apoyado en pilares de piedra cipia con basa y capitel dórico, que ostentan una acanaladura en cada arista al objeto de romper la regularidad de su sección cuadrada. Este claustro, antaño decorado al fresco por Tomás Ferrer, quien lo pintó alrededor de 1755, posee un bellísimo friso de azulejos de Manises, en tonos fundamentalmente amarillos, verdes y azules, y con motivos dominantes de tipo geométrico que se repiten en cada paño, en torno a sendos escudos de la Orden y de las inscripciones con el ruego del donante de pedir a Dios por su alma. En contraposición con la de la iglesia, la portada del hospital, no es apenas llamativa. Realizada en jaspe rojo no muestra demasiadas concesiones a lo decorativo, salvo una franja bajo la cornisa en la que aparecen una seria de piezas embutidas. Sobre ésta, un frontón partido con pináculos y, en el centro, un óvalo con el relieve de la granada y la cruz. Frente a esta puerta de entrada, al otro lado del patio, se encuentra la escalera. Su planta es cuadrada y está cubierta por una cúpula octogonal sobre falsas pechinas, decoradas con tallas de estuco semejando cestillos repletos de flores y frutos.
Entre los radios que la dividen y que convergen en el florón central se encuentran lienzos ovales atribuidos a Raxis, aunque debido a la suciedad son de muy difícil identificación. La escalera se articula en un primer tiro central, que desemboca en un descanso donde se bifurca en dos tiros laterales que acceden al claustro superior a través de sendos arcos, con uno más, central, sobre el hueco del primer tiro, apoyado en parejas de columnas cuya función tectónica se reduce al intrados de los tres arcos. El interesante trabajo realizado por Isla Mingorance sobre la figura de José de Bada parece poner fuera de toda duda la atribución de esta magnífica obra al célebre arquitecto lucentino. La conjunción de esta figura cimera del barroco con la del General de la Orden Fray Alonso de Jesús Ortega dio un lugar a un vasto plan de reformas en los hospitales e iglesias de la orden, iniciándose por la casa matriz de Granada . En 1740 se constata un viaje del Padre General desde Granada a Lucena , tal vez con intención de dar un primer impulso a la reconstrucción del Hospital y su iglesia. En 1747 es José de Bada y Navajas quien visita Lucena y, probablemente, señala las pautas que fueron aprobadas por los diputados nombrados por el Ayuntamiento lucentino: don Francisco Fernández de Villalta y don Pedro Leonardo de la Cueva, asesorados por el alarife del Cabildo Acisclo Ramírez. No obstante, sus trabajos en Málaga y Granada no permitirían una estancia prolongada del maestro en Lucena, encargándose de las obras el eficaz aparejador y hermano de la Orden Hospitalaria Francisco Álvarez. Las obras se realizaron rápidamente. Tras la canalización del cauce del arroyo Maquedano, que rodea el edificio de la iglesia, se inició el alzado de los muros el mes de febrero de 1748, realizados en ladrillo y mampostería sobre una base de piedra de cantería. Las obras de muros, tejados, y portada se encontraban finalizadas en 1751, de manera que desde este momento hasta 1754 se realizaron las obras de ornamentación propiamente dichas.
Entre los radios que la dividen y que convergen en el florón central se encuentran lienzos ovales atribuidos a Raxis, aunque debido a la suciedad son de muy difícil identificación. La escalera se articula en un primer tiro central, que desemboca en un descanso donde se bifurca en dos tiros laterales que acceden al claustro superior a través de sendos arcos, con uno más, central, sobre el hueco del primer tiro, apoyado en parejas de columnas cuya función tectónica se reduce al intrados de los tres arcos. El interesante trabajo realizado por Isla Mingorance sobre la figura de José de Bada parece poner fuera de toda duda la atribución de esta magnífica obra al célebre arquitecto lucentino. La conjunción de esta figura cimera del barroco con la del General de la Orden Fray Alonso de Jesús Ortega dio un lugar a un vasto plan de reformas en los hospitales e iglesias de la orden, iniciándose por la casa matriz de Granada . En 1740 se constata un viaje del Padre General desde Granada a Lucena , tal vez con intención de dar un primer impulso a la reconstrucción del Hospital y su iglesia. En 1747 es José de Bada y Navajas quien visita Lucena y, probablemente, señala las pautas que fueron aprobadas por los diputados nombrados por el Ayuntamiento lucentino: don Francisco Fernández de Villalta y don Pedro Leonardo de la Cueva, asesorados por el alarife del Cabildo Acisclo Ramírez. No obstante, sus trabajos en Málaga y Granada no permitirían una estancia prolongada del maestro en Lucena, encargándose de las obras el eficaz aparejador y hermano de la Orden Hospitalaria Francisco Álvarez. Las obras se realizaron rápidamente. Tras la canalización del cauce del arroyo Maquedano, que rodea el edificio de la iglesia, se inició el alzado de los muros el mes de febrero de 1748, realizados en ladrillo y mampostería sobre una base de piedra de cantería. Las obras de muros, tejados, y portada se encontraban finalizadas en 1751, de manera que desde este momento hasta 1754 se realizaron las obras de ornamentación propiamente dichas.