Capilla de San Miguel de Celanova
Localización
Desarrollo
Esta pequeña construcción se ha mantenido intacta durante más de un milenio dentro del gran monasterio gallego y es su único recuerdo de la época en la que lo regentaba el casi mítico San Rosendo. La noble familia del fundador tuvo un buen número de "servos de origine maurorum", algunos de los cuales ejercieron distintos oficios en Celanova y llegaron a integrarse en la comunidad monástica. Hacia el año 940 se levantó allí el pequeño oratorio de San Miguel, como pequeña hospedería de peregrinos y memoria de Froila, el hermano de San Rosendo que había hecho la primera dotación del monasterio. San Miguel de Celanova se compone de un vestíbulo con entrada lateral, una sala cuadrada de mayor altura, que hace de cuerpo de toda la iglesia, y una capilla muy pequeña, circular por dentro, con el espacio justo para que el sacerdote rodee la mesa del altar, en sólo 1,35 metros de diámetro. La construcción de los muros, con sillería de granito de tamaño desigual, es la tradicional de la zona, hecha con cierta desconfianza, que llevó a darles un grueso considerable y a colocar pilares exteriores de refuerzo en los lados del vestíbulo y la nave; estos contrarrestos no se aplicaron, sin embargo, a soportar las cargas de las bóvedas, que van directamente a los muros en el vestíbulo y la capilla, mientras que la sala central cuenta con arcos murales sobre repisas, como los de Santiago de Peñalba , aunque los arcos son de herradura, al igual que las aristas de la bóveda. La capilla tiene bóveda de ocho cascos iguales, con aristas prolongadas hasta la herradura. La disposición del edificio no tiene precedentes en la arquitectura cristiana, pero sí recuerda la de oratorios musulmanes, y la de un baño doméstico de Medina-Azahara . El aparejo de este minúsculo edificio corresponde a la buena tradición "more gothicum", de grandes sillares bien labrados, que le confieren una mayor robustez a su volumen. Muy característico su volado alero sobre esbeltos modillones de rollos.