Loja

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Datos principales


Tipo

Pueblo o ciudad

Antecesor

Granada (provincia)

Localización


Desarrollo


Localidad granadina de aire y embrujo románticos, rodeada de un entorno paisajístico de gran belleza y que alberga un patrimonio monumental de gran riqueza. Nadie mejor que el mismo W. Irving, uno de los viajeros a quienes sedujo, para describirla: "Es agreste y pintoresca, hallándose construida en la falda de una árida montaña. Las ruinas de un alcázar moro coronan un rocoso montículo que se yergue en el centro de la ciudad. El río Genil baña su pie, serpenteando entre rocas, arboledas, jardines y prados, y fluyendo bajo el puente moro que lo atraviesa. Por encima de la ciudad todo es salvaje y estéril, mientras que en su parte inferior medran la más rica vegetación y el más fresco verdor que imaginar cabe... La Sierra Nevada o montañas reales de Granada, coronadas por nieves perpetuas, configuran el límite distante de este variado paisaje, uno de los más característicos de la romántica España". Loja es una ciudad de origen antiquísimo. El relato mítico cuenta que fue fundada por un nieto de Noé, Túbal, recibiendo los nombres de Alfeia, Tricolia o La Civis. Investigaciones arqueológicas han demostrado que el solar recibió ocupación un milenio antes de la era cristiana, recibiendo sucesivamente a fenicios, iberos y romanos. Mucho después los musulmanes la llamaron Madina Lawsa, de donde se deriva el actual nombre de Loja. Enclavada en un punto estratégico, entre la Andalucía oriental y la occidental, desde el principio fue una plaza muy disputada, tanto en las luchas que los musulmanes tuvieron entre sí como durante las disputas que estos tuvieron con los cristianos.

En el primer caso, Loja, ocupada por algunos de los primeros clanes árabes que llegaron a la Península, intervino decisivamente en la creación del emirato independiente de al-Andalus, apoyando al omeya Abd al-Rahman I. Ya en el siglo IX fue un baluarte defensivo del poder cordobés frente al rebelde Ibn Hafsun. En 1225 fue conquistada y destruida por el rey castellano Fernando III, quien contó con el concurso de al-Bayasi, gobernador de Jaén. Guardiana de la Vega de Granada, durante el periodo nazarí se convirtió en el principal bastión defensivo de la capital del reino, lo que obligó a reconstruir sus murallas y alcazaba. Gracias a ello recuperó su antiguo esplendor, incrementando su población. Ibn al-Jatib la describe con estas vívidas palabras: "tiene rostro de risueño, un aspecto fascinador, un río de copiosa corriente y muchos arroyuelos, frondosas arboledas... jardines y verdaderas delicias. Allí se encontraba cuanto podía apetecer de molinos de rueda y de mujeres hermosas, que curaban los males del corazón... Tenía calles angostas y pendientes y, para transitarlas, había que pasar por gargantas estrechas...". Con el aumento de la presión castellana sobre el reino nazarí de Granada, y especialmente tras la caída de Antequera y Archidona, Loja acabó por convertirse en una plaza estratégica de primer orden. Hasta en dos ocasiones, 1482 y 1485, resistió los embates de Fernando el Católico.

Finalmente capituló en 1486, no sino después de un penoso sitio en el que se luchó con bravura. La escena de la capitulación debió ser histórica: el mismo Boabdil entregaba la plaza a los cristianos, mientras sus cinco mil habitantes dejaban sus hogares y marchaban hacia Granada. Tras ser conquistada, Fernando el Católico la entregó a Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán. Ya bajo dominio cristiano, Loja comenzó paulatinamente a ser repoblada, levantándose nuevos edificios más acordes con los diferentes usos que habían de darles los nuevos inquilinos. Lo que no varió fue el papel de Loja como población importante, con un papel destacado a nivel comarcal y económico. Con el paso del tiempo, uno de sus hijos más ilustres será Narváez, ministro de la reina Isabel II.

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