Navarrete

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Datos principales


Tipo

Pueblo o ciudad

Antecesor

La Rioja

Localización


Desarrollo


Navarrete nace de la unión de cuatro aldeas -San Pedro, San Antolín, San Antonio y Nuestra Señora de el Prado- llamadas corcuetos, que tienen una trascendencia importante en la cultura navarretana. Se supone que fue fundada por Sancho II Abarca en el siglo X. Una lápida bajo el capitel que coronaba el frontón de la puerta del cementerio conmemora el Milenario de la fundación de Navarrete. El nombre de Navarrete proviene, según unas teorías, de sus lindes con el reino de Navarra en la época de su fundación, y según otras, está formado por los términos Nava, que en vasco significa anchura y es muy habitual en los topónimos peninsulares, y rebtar, o subir, haciendo referencia a sus abundantes cuestas. En 1195, el rey Alfonso VIII, en las Cortes de Carrión, concede fueros a la Villa con el fin de convertirla en plaza fuerte. Fue Navarrete protagonista principal de las luchas por el trono entre Pedro I "el Cruel" y su hermano bastardo Enrique de Trastamara, acaecidas en la vecina Nájera en los años 60 del siglo XIV, por entonces -aunque ya había perdido su calidad de corte de reyes- plaza principal de la península cristiana. Fue en Navarrete donde el Príncipe de Gales o "Príncipe Negro", aliado del rey Pedro, veló armas y dató la correspondencia que cruzó con Enrique de Trastamara antes de la batalla. En vez de esperar en la fortaleza, el ejercito del usurpador, acuciado por la impaciencia de éste, salió a los campos de Huercanos y Alesón, siendo aplastado por los leales a Pedro I. Enrique logró huir a Soria, pero cayó prisionero el Caballero Du Guesclin, su mercenario aliado. Se cuenta que al ser atrapado, Pedro I desenvainó su espada y, cuando ya la tenía apuntando al pecho de su enemigo, éste se encomendó al Príncipe Negro con las siguientes palabras: "Me doy al Príncipe de Gales, que es el soldado más valiente que hoy pelea". Du Guesclin salvó momentáneamente su vida y fue conducido, junto con otros prisioneros, a Navarrete, donde Juan Ramírez de Arellano, Señor de Cameros, que también había caído prisionero, pagó por su libertad y por la del mercenario.

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