Celta
Desarrollo
Irlanda comenzó su andadura tras la llegada de San Patricio a sus costas, enviado por el Papa Gregorio Magno para evangelizar aquellas islas salvajes. El santo hizo una labor ejemplar, creando toda una red e infraestructuras de vías de comunicación costeras para hilar los monasterios de nueva fundación. Estos monasterios funcionaron como aglutinantes de la población y como focos de cultura, hasta tal punto que llegaron a ser centros artísticos de repercusión internacional, cuyas formas estilísticas se trasplantaron a lugares como Sicilia, Egipto, Galicia y los más próximos anglosajones del archipiélago británico, desde el siglo V al X. La principal producción pictórica irlandesa fueron las miniaturas, en cuya realización alcanzaron una maestría sin igual. Las miniaturas adornaban los textos de libros sagrados y profanos en pequeñas páginas cubiertas por completo de figurillas, como si de un tapiz se tratara. También le dedicaban mucho interés a las iniciales, que al ser adornadas toman el nombre de iniciales historiadas. El estilo era de horror vacui, es decir, aglomeración de figuras y motivos decorativos, frecuentemente en entrelazados complejísimos que caracterizan el arte nórdico en general, y el celta en particular. Un tema muy frecuente era el Tetramorfos, o representación de los cuatro animales que simbolizan a los cuatro evangelistas. Los libros más difundidos eran por lo tanto los Evangeliarios, siendo los más famosos los de Durrow, Echternach, Lindisfarne y Kells. El estilo fue adoptado también por otras civilizaciones paralelas, como pudieron ser los ostrogodos y los merovingios.