Ermita de Dios Padre

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Datos principales


Fecha

1735

Lugar

Lucena

Localización

Lucena, Córdoba

Localización


Desarrollo


Escribe D. Fernando Ramírez de Luque a finales del siglo XVIII en su obra "Tardes divertidas ... ", "que esta ermita que hoy conocemos con este nombre es con el de Espíritu Santo muy antigua en el sitio donde está. Dígolo porque la Cofradía ahora llamada de la Santísima Trinidad fue aprobada en dicha ermita a 23 de julio de 1624". A través de un Padrón General del Vecindario de Lucena, realizado en 1718, se sabe que en esta fecha, la ermita "del Espíritu Santo, (...), casa número ocho de la calle Andrés Carretero", se estaba construyendo. Es probable que las dificultades económicas de la cofradía obligaran a aceptar un Patronazgo a fin de culminar las obras que se estaban llevando a efecto. De este modo, en las pechinas de la cúpula fueron esculpidos entre las yeserías los escudos nobiliarios del Patrono, D. Pedro Bejarano Muñoz y Cisneros, blasones que, junto a los de Ahumada y Mendoza, aparecen en la fachada de una casona aneja con la cual tenía comunicación a través de una tribuna. Poco más tarde el Patronato pasó a poder de la familia Bruna, uno de cuyos miembros, don Andrés Tomás López de Bruna, casado con D? María Luisa de Ahumada y Villalón, se convirtió en el auténtico mecenas de la obra. Su ausencia y de la familia, a partir de 1735, hacen suponer sea ésta la fecha tope para la finalización de las obras. La ermita de Dios Padre adopta el aspecto de un prisma rectangular de mampostería y ladrillo cuya portada se articula en dos cuerpos bien definidos.

El primero es de cantería y a él se adosa la portada, constituida por un cajeamiento entre pilastras que alberga la puerta de medio punto. Una cornisa da paso al segundo cuerpo, de ladrillo, penetrándolo por medio de un frontón partido en cuyo centro una hornacina apilastrada, con venera, con frontón triangular, muestra la figura venerable, talla en madera, del titular del templo. La fachada se remata en un frontón triangular con óculo, en cuyo centro se alza una espadaña de un solo cuerpo rectangular con hueco para campanas, flanqueado por pilastras toscanas. La planta de la ermita es rectangular, de las denominadas "de salón", sin capillas laterales, dividida en cinco tramos, el cuarto de los cuales se cubre con una cúpula sobre pechina, encuadrado por las pilastras que soportan los arcos torales. Los restantes tramos están cubiertos por bóvedas de medio cañón con lunetos, seccionadas por arcos fajones. Los vacíos paramentos entre pilastras, así como los arcos marcados por los lunetos, están decorados con lienzos de pintura con hermosos marcos de talla en estuco. Los arcos torales ciegos bajo la cúpula presentan respectivamente la tribuna, cerrada con celosía y reja, y el lienzo de la Anunciación, ambos también enmarcados por frondosas tallas de hojarascas y flores de yeso. Idéntica decoración presentan las pechinas con los blasones heráldicos del Patrono de la ermita. La media naranja ostenta una ancha cornisa regular, penetrada ligeramente por las cimeras que coronan los escudos de armas, y decorada menudamente con anillos lisos alternados con otros denticulados u ovados.

Ocho semihusos con decoración en yeso de corte clásico y enmarque liso pintado en azul, se alternan con fajas, muy planas, confluyentes al gran florón central. El Retablo Mayor es de madera tallada y dorada. Carece de banco y lleva inclusas en las calles laterales las dos puertas de acceso a la sacristía. El cuerpo principal, dividido verticalmente por cuatro estípetes de secciones bulbosas, ostenta en su calle medial, sobre el manifestador, una hornacina de medio punto orlada de menudas guirnaldas, que muestra la imagen de Nuestra Señora de la Estrella. En las calles laterales, ante un hueco simulado con marcos tallados y pinturas fitomórficas, sobre decoradas ménsulas se alzan las imágenes de San Antonio de Padua y San Francisco. Una cornisa, decorada con dentículos, quebrada sólo encima de la calle central ostenta en su centro un frondoso remate de talla. El ático, ceñido a la curvatura de la bóveda, es más plano que el resto del conjunto. En su centro, en una hornacina flanqueada por pilastras ornadas con flores y guirnaldas de frutas rematadas por las figuras de angelillos de talla, se encuentra la imagen de la Trinidad representada por el Padre Eterno, como un anciano venerable y sedente que muestra, sujeto por los brazos de la cruz, la figura del hijo Crucificado. Coronaría el conjunto, hoy desaparecida, la paloma del Espíritu Santo. Esta obra puede atribuirse plenamente a Francisco José Guerrero, quien debió realizarla a finalizar el primer tercio del siglo XVIII.

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