Alcázar de Toledo
Localización
Desarrollo
No fue hasta 1545 cuando dio comienzo el proceso de transformación del   Alcázar de Toledo, encomendando Carlos I la dirección de   sus obras a Alonso de Covarrubias. El carácter   heterogéneo de las primitivas construcciones conformaban, antes de la   intervención, un conjunto carente de cualquier criterio de unidad. Para   rectificar esta situación, Covarrubias ensayó una tipología -edificio de   planta cuadrada, con patio central, flanqueado por cuatro torres en los   ángulos- llamada a tener una amplia resonancia en las construcciones   regias y procedió a reformar las fachadas mediante   un proceso de regularización de sus alzados, consistente en la utilización   sistemática del aparejo, la organización de las superficies con órdenes y   entablamentos y la distribución de vanos de acuerdo a criterios   regularizadores. Las fachadas oriental y occidental fueron las que   recibieron un tratamiento más sencillo, siendo la meridional donde   Covarrubias centró el carácter representativo y emblemático del edificio.   Esta última se dividió mediante el uso de entablamentos en tres pisos con   nueve vanos cada uno, situados en ejes ortogonales a las líneas de   imposta de la fachada. Su portada, donde se emplean los órdenes jónico y   compuesto, enfatiza su carácter principal mediante el tratamiento plástico   de los detalles ornamentales -escudo imperial y heraldos en el piso alto- y   la utilización del almohadillado en el arco de ingreso. El patio, diseñado   por Covarrubias en 1550, es la pieza más clásica y monumental del   conjunto que, junto con la escalera, diseñada por   Villalpando y construida por Juan de   Herrera, dotan al edificio de un aspecto solemnemente   triunfal en sintonía con la proporción y monumentalidad clásica del   conjunto.  
         
      