Tlatilco
Localización
Desarrollo
Se trata de uno de los centros principales del Preclásico medio o Formativo (2.000 a.C - 100 d.C.) más antiguos de México central. En lengua náhuatl quiere decir "donde hay cosas ocultas". Otra teoría, sin embargo, apunta a que proviene de la palabra tlalxicco o "centro de la tierra", nombre que recibía el cementerio-templo de los mexicanos. De ella se conocieron primero las vasijas y figurillas procedentes de la huaquería (robo de piezas arqueológicas in situ) y después por las sistemáticas excavaciones llevadas a cabo. En 1942 Miguel Covarrubias comenzó la exploración arqueológica del sitio después que una excavadora que trabajaba allí hiciera aflorar numerosos vestigios relacionados con tumbas y ofrendas funerarias. La segunda etapa de excavaciones se realizó entre 1947-50, localizándose 221 entierros y numerosas piezas de cerámica. La tercera y cuarta campaña pusieron de manifiesto el periodo de ocupación, hacia el 1450 a.C., es decir, en la fase Ayotla (como se ha llamado al periodo anterior a los 1.000 años a.C.). El yacimiento se halla en la transición de las aldeas a las villas. En el 500 a.C. desaparece de la escena mesoamericana. Hacía el 1.500 a.C. encontramos el primer asentamiento agrícola en Tlatilco, situado junto a un pequeño curso de agua y muy cerca de la orilla occidental del lago Texcoco, a 2.275 m. de altitud. Los orígenes de la aldea hay que buscarlos en el más temprano desarrollo de El Arbolillo y Zacatenco, ambas en el Valle de México; en las dos se nota ya una influencia de la cultura olmeca proveniente de las tierras bajas reflejada, principalmente, en el arte (representación de felinos, rasgos de las figurillas, cerámica y esculturas de piedra).
Sus tumbas han proporcionado abundante material funerario, sobresaliendo las figuras humanas de cerámica de gran tamaño (huecas y pintadas de rojo) y pequeñas (sólidas y manufacturadas con increíble maestría). Éstas últimas casi siempre representan a mujeres jóvenes desnudas de cintura para arriba, ataviadas con complejos tocados, pequeños faldellines o cubiertas con pintura corporal de cintura para abajo. Cuentan con anchas caderas, senos y sexo destacado, lo que denota una condición femenina asociada a ritos de fertilidad o ciclos agrícolas de estos primeros aldeanos. Esta cerámica ha sido datada hacia el 1.400 a.C., época más antigua del asentamiento. Tlatilco hizo también de las representaciones monstruosas un verdadero culto: personajes con dos cabezas, jorobados, individuos deformados o enmascarados (posiblemente se trate de shamanes o brujos). La cerámica exhibe una decoración plástica y un limitado uso del color; las formas, sin embargo, no parecen locales, ya que se han hallado escudillas, jarrones sin cuello, botellas de cuello largo, jarrones con tres patas y botellas con asa en forma de estribo. Este cambio en las formas y la temática ha hecho pensar en la influencia de los olmecas a partir del 1.400 a.C. El Preclásico medio es el periodo de máximo esplendor de la cerámica y tiene como epicentro a Tlatilco. Su uso es fundamentalmente funerario, ya que se ha encontrado en muchas tumbas, como ofrendas al muerto. Desde el punto de vista social, se cree que ésta estaba dominada por los brujos o shamanes.
A juzgar por una construcción que debió ser el basamento de un templo hecho con materiales perecederos, debieron aparecer en esta etapa la casta sacerdotal y, en consecuencia, las clases sociales. La sociedad Preclásica contaba, además, con alfareros, tejedores, carpinteros, cesteros, lapidarios, etc., como se desprende de los materiales encontrados en las excavaciones (metales, punzones, agujas...). Por los restos óseos de las tumbas se sabe que los habitantes de Tlatilco practicaban la deformación craneal, la mutilación dentaria, el rapado total o parcial de la cabeza y la escarificación sobre hombros y piernas, todas ellas costumbres olmecas. Una última prueba de su presencia ha sido el hallazgo de conchas y caracoles marinos así como restos de algunas especies animales propias de la región tropical (tortugas, peces).
Sus tumbas han proporcionado abundante material funerario, sobresaliendo las figuras humanas de cerámica de gran tamaño (huecas y pintadas de rojo) y pequeñas (sólidas y manufacturadas con increíble maestría). Éstas últimas casi siempre representan a mujeres jóvenes desnudas de cintura para arriba, ataviadas con complejos tocados, pequeños faldellines o cubiertas con pintura corporal de cintura para abajo. Cuentan con anchas caderas, senos y sexo destacado, lo que denota una condición femenina asociada a ritos de fertilidad o ciclos agrícolas de estos primeros aldeanos. Esta cerámica ha sido datada hacia el 1.400 a.C., época más antigua del asentamiento. Tlatilco hizo también de las representaciones monstruosas un verdadero culto: personajes con dos cabezas, jorobados, individuos deformados o enmascarados (posiblemente se trate de shamanes o brujos). La cerámica exhibe una decoración plástica y un limitado uso del color; las formas, sin embargo, no parecen locales, ya que se han hallado escudillas, jarrones sin cuello, botellas de cuello largo, jarrones con tres patas y botellas con asa en forma de estribo. Este cambio en las formas y la temática ha hecho pensar en la influencia de los olmecas a partir del 1.400 a.C. El Preclásico medio es el periodo de máximo esplendor de la cerámica y tiene como epicentro a Tlatilco. Su uso es fundamentalmente funerario, ya que se ha encontrado en muchas tumbas, como ofrendas al muerto. Desde el punto de vista social, se cree que ésta estaba dominada por los brujos o shamanes.
A juzgar por una construcción que debió ser el basamento de un templo hecho con materiales perecederos, debieron aparecer en esta etapa la casta sacerdotal y, en consecuencia, las clases sociales. La sociedad Preclásica contaba, además, con alfareros, tejedores, carpinteros, cesteros, lapidarios, etc., como se desprende de los materiales encontrados en las excavaciones (metales, punzones, agujas...). Por los restos óseos de las tumbas se sabe que los habitantes de Tlatilco practicaban la deformación craneal, la mutilación dentaria, el rapado total o parcial de la cabeza y la escarificación sobre hombros y piernas, todas ellas costumbres olmecas. Una última prueba de su presencia ha sido el hallazgo de conchas y caracoles marinos así como restos de algunas especies animales propias de la región tropical (tortugas, peces).