San Cugat del Vallés
Localización
Desarrollo
Los testimonios de poblamiento más antiguos encontrados en la zona de Sant Cugat del Vallès corresponden al periodo final del Eneolítico, entre los años 2000 y 1500 a.C. También han quedado restos arqueológicos de la Edad de Bronce y del periodo ibérico. En época romana el lugar gozó de cierta importancia, al situarse en las cercanías de la Via Augusta, construyéndose una fortaleza -llamada "Castrum Octavianum"- en el lugar que después se alzó el monasterio, fortaleza que servía de protección a las villas que se extendían por la zona. Será en este lugar donde fue martirizado Cucuphas, un africano que llegó a Barcino para predicar la fe cristiana. De esta manera, este sitio se convirtió en lugar de peregrinación, al conservarse en una pequeña iglesia las reliquias del santo. Posiblemente en el siglo VII ya existía una primera comunidad monástica. Los ataques musulmanes destruyeron la iglesia y los conquistadores establecieron guarniciones militares hasta la llegada de los francos en el siglo IX. El antiguo cenobio dedicado a Sant Cugat será reconstruido en los primeros años de esa centuria, quedando bajo el dominio del obispo de Barcelona. La región será repoblada con las gentes procedentes de la montaña, extendiendo el monasterio sus dominios hasta las tierras del Penedès y el Bages. Tras la destrucción de la abadía en el año 985, víctima de una razzia de Almanzor , el abad Odón reconstruye el cenobio y consigue independizarse del obispo de la Ciudad Condal, lo que provoca el aumento de sus dominios.
El monasterio se convertirá en uno de los centros de poder y cultura más importantes de Cataluña, con un buen número de siervos a su cargo. En el siglo XIII se produce una la ampliación de la abadía que permite la construcción del claustro y de la iglesia. Será en estas fechas cuando podemos hablar de un núcleo permanente de población en Sant Cugat, tomando como centro la parroquia de Sant Pere de Octavia y siguiendo el camino que se dirigía al monasterio, la actual calle Mayor. Pasada la crisis de la Baja Edad Media, en el siglo XVI la villa de Sant Cugat recupera cierto dinamismo económico, por lo que se amplía el núcleo urbano y aparecen nuevos barrios. Durante la Guerra de Sucesión, en la abadía se instalarán las tropas españolas, resultando afectada su estructura arquitectónica. La prosperidad que vive España en el siglo XVIII también llega a Sant Cugat, duplicando la población en esta centuria y creándose una incipiente industria textil. Durante la Guerra de Independencia el cenobio y el pueblo serán saqueados por las tropas francesas, librándose en Sant Cugat una importante batalla en octubre de 1808 que fue vencida por los resistentes. Con la Desamortización de Mendizabal , en julio de 1835 el monasterio fue saqueado y los monjes obligados a huir. Posteriormente el edificio se destina a uso municipal y la iglesia se convierte en parroquia. Durante el siglo XIX, San Cugat vive un intenso periodo de transformaciones, vinculadas a la especialización agrícola que trae consigo el cultivo de la viña.
La villa pasa de 800 a 2550 habitantes en apenas cincuenta años y la prosperidad económica permite el aumento de la construcción de infraestructuras. Pero la legada de la plaga de la filoxera en 1887 provocará una graves crisis económica que afectará a todo el municipio. Sin embargo, no todo serán malas noticias en estas fechas. La construcción de la carretera entre Barcelona y Manresa permitirá a la población llevar sus productos a los mercados de la Ciudad Condal, al tiempo que los barceloneses descubrirán San Cugat como lugar de vacaciones. En 1917 llegará el tren, un hecho histórico, incrementándose las urbanizaciones para veraneantes. Curiosamente, en Sant Cugat se construirá el primer campo de golf de Cataluña. Durante la II República, Sant Cugat tendrá una intensa actividad política, una gran vida asociativa y un peso importante del catalanismo. En la Guerra Civil se producen significativos episodios como la instalación del primer campamento de instrucción en Cataluña o el cambio del nombre del municipio -pasará a denominarse Pins del Vallès-. Muchos ciudadanos de la capital llegaron al pueblo huyendo de los bombardeos y en octubre de 1938 Juan Negrín celebrará en el monasterio la última reunión de Cortes del Gobierno republicano. En enero de 1939 el ejército franquista entrará en Sant Cugat camino de Barcelona. Los años de la postguerra serán duros en Sant Cugat, igual que en el resto de España. Se vive una etapa de persecución política y control administrativo, castellanizándose la vida municipal.
En 1958 la ciudad se divide en cuatro distritos. En la década de los 60 se produce en la zona una intensa inversión extranjera que lleva consigo un amplio proceso de industrialización -textil y metalúrgica-, con la consiguiente llegada de población inmigrante. La construcción de la A-7 permitirá la implantación de empresas de servicios. En los últimos años del franquismo, Sant Cugat tendrá una intensa vida política y sindical que continuará durante la Transición. La villa adquiere la categoría de ciudad en 1977 y dos años después elige a su primer alcalde democrático. En la actualidad, Sant Cugat es una ciudad con una fuerte implantación del sector terciario, una ciudad que busca no perder su propia identidad potenciando las tradiciones locales y la participación de sus vecinos a través de los consejos de distrito.
El monasterio se convertirá en uno de los centros de poder y cultura más importantes de Cataluña, con un buen número de siervos a su cargo. En el siglo XIII se produce una la ampliación de la abadía que permite la construcción del claustro y de la iglesia. Será en estas fechas cuando podemos hablar de un núcleo permanente de población en Sant Cugat, tomando como centro la parroquia de Sant Pere de Octavia y siguiendo el camino que se dirigía al monasterio, la actual calle Mayor. Pasada la crisis de la Baja Edad Media, en el siglo XVI la villa de Sant Cugat recupera cierto dinamismo económico, por lo que se amplía el núcleo urbano y aparecen nuevos barrios. Durante la Guerra de Sucesión, en la abadía se instalarán las tropas españolas, resultando afectada su estructura arquitectónica. La prosperidad que vive España en el siglo XVIII también llega a Sant Cugat, duplicando la población en esta centuria y creándose una incipiente industria textil. Durante la Guerra de Independencia el cenobio y el pueblo serán saqueados por las tropas francesas, librándose en Sant Cugat una importante batalla en octubre de 1808 que fue vencida por los resistentes. Con la Desamortización de Mendizabal , en julio de 1835 el monasterio fue saqueado y los monjes obligados a huir. Posteriormente el edificio se destina a uso municipal y la iglesia se convierte en parroquia. Durante el siglo XIX, San Cugat vive un intenso periodo de transformaciones, vinculadas a la especialización agrícola que trae consigo el cultivo de la viña.
La villa pasa de 800 a 2550 habitantes en apenas cincuenta años y la prosperidad económica permite el aumento de la construcción de infraestructuras. Pero la legada de la plaga de la filoxera en 1887 provocará una graves crisis económica que afectará a todo el municipio. Sin embargo, no todo serán malas noticias en estas fechas. La construcción de la carretera entre Barcelona y Manresa permitirá a la población llevar sus productos a los mercados de la Ciudad Condal, al tiempo que los barceloneses descubrirán San Cugat como lugar de vacaciones. En 1917 llegará el tren, un hecho histórico, incrementándose las urbanizaciones para veraneantes. Curiosamente, en Sant Cugat se construirá el primer campo de golf de Cataluña. Durante la II República, Sant Cugat tendrá una intensa actividad política, una gran vida asociativa y un peso importante del catalanismo. En la Guerra Civil se producen significativos episodios como la instalación del primer campamento de instrucción en Cataluña o el cambio del nombre del municipio -pasará a denominarse Pins del Vallès-. Muchos ciudadanos de la capital llegaron al pueblo huyendo de los bombardeos y en octubre de 1938 Juan Negrín celebrará en el monasterio la última reunión de Cortes del Gobierno republicano. En enero de 1939 el ejército franquista entrará en Sant Cugat camino de Barcelona. Los años de la postguerra serán duros en Sant Cugat, igual que en el resto de España. Se vive una etapa de persecución política y control administrativo, castellanizándose la vida municipal.
En 1958 la ciudad se divide en cuatro distritos. En la década de los 60 se produce en la zona una intensa inversión extranjera que lleva consigo un amplio proceso de industrialización -textil y metalúrgica-, con la consiguiente llegada de población inmigrante. La construcción de la A-7 permitirá la implantación de empresas de servicios. En los últimos años del franquismo, Sant Cugat tendrá una intensa vida política y sindical que continuará durante la Transición. La villa adquiere la categoría de ciudad en 1977 y dos años después elige a su primer alcalde democrático. En la actualidad, Sant Cugat es una ciudad con una fuerte implantación del sector terciario, una ciudad que busca no perder su propia identidad potenciando las tradiciones locales y la participación de sus vecinos a través de los consejos de distrito.