Molina de Aragón
Localización
Desarrollo
Declarada, la localidad de Molina de Aragón es la capital del Señorío de Molina y puerta de entrada al Parque natural del Alto Tajo. En el lugar que desde hace siglos ocupa el castillo ya se asentó en tiempos un poblado celtibérico. Durante la etapa musulmana, Molina destacó por ser independiente en algunos momentos, gobernada por la familia de los Beni-Hud. La ciudad es conquistada hacia el año 1129 por el rey aragonés Alfonso I el Batallador . Al poco tiempo, éste cede Molina y los demás territorios conquistados a su esposa, Urraca de Castilla, quien a su vez lo entrega a su hijo Alfonso VII . Finalmente, este monarca cederá Molina al noble don Manrique de Lara, creándose el Señorío de Molina. Los Lara harán de Molina la capital de un prestigioso y pujante Señorío, vasallo de la Corona de Castilla. En 1154 don Manrique otorgó un Fuero en favor de sus pobladores, lo que hizo que Molina se desarrollara y creciera: el castillo , de origen árabe, fue reconstruido, la villa se amuralló y fueron varias las iglesias levantadas. Con el paso del tiempo se forma una Comunidad de Villa y Tierra, fórmula jurídica con la que sus vecinos ganan en libertad y prosperidad. Sin embargo, esta relativa independencia finaliza a finales del siglo XIII, al casar la última señora, doña María de Molina , con el rey Sancho IV de Castilla. No tenemos noticias de relieve sobre Molina en las centurias siguientes.
A comienzos del siglo XVIII, la Guerra de Sucesión -que enfrenta a los partidarios del futuro Felipe V con los del archiduque Carlos de Austria -, sacude de lleno a Molina, que sufre los efectos de la contienda. Otro tanto ocurre un siglo más tarde, con motivo de la invasión de España por las tropas de Napoleón . Los desastres de la guerra de Independencia golpean por dos veces a Molina: una, la primera, en 1809, cuando los soldados mandados por Suchet saquean la villa; la segunda sucede un año después, con motivo de un pavoroso incendio que destruye la mayoría de los edificios de Molina. Totalmente sublevada ante el invasor, la población de Molina mostrará una enérgica resistencia y serán muchos quienes se unan a la partida de El Empecinado , quien expulsará a los franceses de esta comarca. El papel de la villa de Molina en estos hechos será premiado con el título de ciudad, otorgado por las Cortes de Cádiz en 1812. Actualmente, Molina de Aragón guarda entre sus calles un buen número de tesoros artísticos, levantados durante su dilatada historia. Ya hemos citado a su castillo medieval, pero conviene no olvidarse de las iglesias de Santa María la Mayor, San Pedro, Santa María del Conde o San Felipe, los conventos de San Francisco o Santa Clara o el puente románico, del siglo XII. Además, su casco histórico está salpicado de palacios y casas blasonadas, como las del Virrey de Manila o la de la Subalterna, entre otras.
A comienzos del siglo XVIII, la Guerra de Sucesión -que enfrenta a los partidarios del futuro Felipe V con los del archiduque Carlos de Austria -, sacude de lleno a Molina, que sufre los efectos de la contienda. Otro tanto ocurre un siglo más tarde, con motivo de la invasión de España por las tropas de Napoleón . Los desastres de la guerra de Independencia golpean por dos veces a Molina: una, la primera, en 1809, cuando los soldados mandados por Suchet saquean la villa; la segunda sucede un año después, con motivo de un pavoroso incendio que destruye la mayoría de los edificios de Molina. Totalmente sublevada ante el invasor, la población de Molina mostrará una enérgica resistencia y serán muchos quienes se unan a la partida de El Empecinado , quien expulsará a los franceses de esta comarca. El papel de la villa de Molina en estos hechos será premiado con el título de ciudad, otorgado por las Cortes de Cádiz en 1812. Actualmente, Molina de Aragón guarda entre sus calles un buen número de tesoros artísticos, levantados durante su dilatada historia. Ya hemos citado a su castillo medieval, pero conviene no olvidarse de las iglesias de Santa María la Mayor, San Pedro, Santa María del Conde o San Felipe, los conventos de San Francisco o Santa Clara o el puente románico, del siglo XII. Además, su casco histórico está salpicado de palacios y casas blasonadas, como las del Virrey de Manila o la de la Subalterna, entre otras.