Melide
Localización
Desarrollo
La fecha de la fundación de esta importante villa de la Ruta Jacobea no se conoce con exactitud, apareciendo la primera referencia histórica en un documento del siglo VIII, el llamado testamento de Odoario, obispo de Lugo, del año 747, aunque entre los especialistas existen dudas sobre si la referencia es a este territorio. Otro documento del siglo IX alude al lugar de Abeancos -término que corresponde a la actual tierra de Melide-. Se trata de un diploma firmado por Alfonso II el Casto en el que se hace referencia a una serie de comarcas y territorios de la provincia de Lugo -entre ellas está Abeancos- con las que se dota a la recién bendecida catedral de Oviedo. En otro documento, Alfonso III concede a la sede de Mondoñedo la jurisdicción de Abeancos y sus términos. En 1212 Alfonso IX concede este territorio a don Pedro de Muñiz, arzobispo de Santiago . En la centuria siguiente se concedió a la villa el privilegio de levantar un castillo, fortificar la localidad con murallas y cobrar el consiguiente portazgo. Las luchas que enfrentaron a Enrique de Trastámara y Pedro I permitieron a los Ulloa ejercer el control sobre la villa, recuperando su dominio la Sede Compostelana en el siglo XVI. Melide participó activamente en las Guerras Irmandiñas, siendo lugar de reunión de los rebeldes. Durante la contienda se derribaron las murallas y se destruyó una buena parte del castillo, cuyas piedras sirvieron para edificar el Convento de Sancti Spiritus , ya que los Reyes Católicos prohibieron levantar la fortaleza.
Durante el reinado de Carlos I , Melide sirvió de lugar de reunión a estamentos nobiliarios y eclesiásticos que brindaron su más sincero apoyo al futuro emperador para derrotar a los Comuneros castellanos que se habían rebelado. En el siglo XIX, la villa se opuso ferozmente, durante la Guerra de Independencia, a las tropas francesas de Napoleón , siendo también escenario de batallas en las Guerras Carlistas de esa misma centuria. No debemos olvidar en esta referencia histórica que la comarca de Melide conserva una gran riqueza arqueológica, que demuestra la existencia de población en estas tierras desde época neolítica, abundando numerosos castros. El catálogo monumental de Melide y su entorno es muy amplio -de este municipio dependen importantes aldeas de la Ruta Jacobea como Furelos o Leboreiro - destacando la iglesia de Santa María o el Cruceiro - considerado el más antiguo de Galicia-. En sus 97 km2 de superficie habitan unas 9.000 personas, en su mayoría dedicadas al sector primario, sin olvidar la existencia de un significativo tejido industrial y de servicios. La oferta gastronómica de Melide es digna de resaltar, destacando entre sus productos típicos el melindre, un pastel elaborado con harina de trigo, huevos, manteca y un finísimo baño de azúcar. También destaca el queso de montaña y la miel.
Durante el reinado de Carlos I , Melide sirvió de lugar de reunión a estamentos nobiliarios y eclesiásticos que brindaron su más sincero apoyo al futuro emperador para derrotar a los Comuneros castellanos que se habían rebelado. En el siglo XIX, la villa se opuso ferozmente, durante la Guerra de Independencia, a las tropas francesas de Napoleón , siendo también escenario de batallas en las Guerras Carlistas de esa misma centuria. No debemos olvidar en esta referencia histórica que la comarca de Melide conserva una gran riqueza arqueológica, que demuestra la existencia de población en estas tierras desde época neolítica, abundando numerosos castros. El catálogo monumental de Melide y su entorno es muy amplio -de este municipio dependen importantes aldeas de la Ruta Jacobea como Furelos o Leboreiro - destacando la iglesia de Santa María o el Cruceiro - considerado el más antiguo de Galicia-. En sus 97 km2 de superficie habitan unas 9.000 personas, en su mayoría dedicadas al sector primario, sin olvidar la existencia de un significativo tejido industrial y de servicios. La oferta gastronómica de Melide es digna de resaltar, destacando entre sus productos típicos el melindre, un pastel elaborado con harina de trigo, huevos, manteca y un finísimo baño de azúcar. También destaca el queso de montaña y la miel.