Resurrección de Cristo
Datos principales
Autor
Piero De Benedetto Dei Franceschi
Fecha
1460-63
Estilo
Material
Dimensiones
225 x 200 cm.
Museo
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La resurrección de Cristo fue pintada por Piero della Francesca en una fecha desconocida para una de las salas del Palazzo dei Comendatori, precisamente la destinada a dirimir los asuntos públicos. Ese carácter público de la pintura permite atribuir cierta simbología a la obra, planteándose como una alusión a la leyenda que considera a los fundadores de Sansepolcro como peregrinos procedentes de los Santos Lugares que portaban una reliquia del Santo Sepulcro, decidiendo el lugar de la fundación gracias a una aparición de Jesucristo. Podría tratarse de un encargo público -lo que parece poco probable ya que no existen documentos- o privado, especulando con la posibilidad de una ofrenda ante la epidemia de peste que asoló la ciudad hacia 1468. Una tercera hipótesis considera que sería un encargo del Monte de Piedad, fundado en 1466, debido a que la sala donde se encuentra el fresco pertenecía a esa institución, pero el tema no tiene ninguna relación con la beneficencia. Encontramos precedentes de esta escena que posiblemente Piero pudiera contemplar: Andrea del Castagno o Masolino , pero el maestro de Borgo supera esas fuentes al realizar una de sus mejores obras. La composición se ordena en un triángulo, presidida por la monumental figura de Cristo enarbolando la bandera de la Resurrección. Sale triunfalmente del sarcófago -referencia arquitectónica de gran atractivo para el maestro, siguiendo a Leon Battista Alberti- y dirige su mirada hacia el espectador.
A sus pies encontramos cuatro figuras de soldados durmiendo u ocultándose los ojos entre las manos para no dirigir su mirada al Salvador. El fondo está ocupado por un paisaje -como si se tratara de un mero telón- de diferente aspecto si observamos la zona derecha o la izquierda; ante la frondosidad de los árboles de un lugar hay un terreno yermo y seco en la otra zona, aludiendo al antes y el después de la resurrección de Jesús. La escena se desarrolla en tres planos sucesivos que apenas tienen relación entre sí, enmarcándose en una estructura arquitectónica de referencia clásica que asemeja a una ventana abierta al paisaje. Sin embargo, gracias a la iluminación empleada esos espacios se unifican, esculpiendo cada una de las figuras, introduciendo un atractivo ritmo entre los planos -a pesar de la apariencia estática del conjunto- y apagando las tonalidades de los colores, convirtiéndose en una característica que determina la pintura del maestro. El interés por las anatomías está presente en este trabajo, relacionándose Piero con sus compañeros del Quattrocento.
A sus pies encontramos cuatro figuras de soldados durmiendo u ocultándose los ojos entre las manos para no dirigir su mirada al Salvador. El fondo está ocupado por un paisaje -como si se tratara de un mero telón- de diferente aspecto si observamos la zona derecha o la izquierda; ante la frondosidad de los árboles de un lugar hay un terreno yermo y seco en la otra zona, aludiendo al antes y el después de la resurrección de Jesús. La escena se desarrolla en tres planos sucesivos que apenas tienen relación entre sí, enmarcándose en una estructura arquitectónica de referencia clásica que asemeja a una ventana abierta al paisaje. Sin embargo, gracias a la iluminación empleada esos espacios se unifican, esculpiendo cada una de las figuras, introduciendo un atractivo ritmo entre los planos -a pesar de la apariencia estática del conjunto- y apagando las tonalidades de los colores, convirtiéndose en una característica que determina la pintura del maestro. El interés por las anatomías está presente en este trabajo, relacionándose Piero con sus compañeros del Quattrocento.