San Julián

Aunque Piero della Francesca viajará con cierta frecuencia al demandar su arte las diferentes Cortes italianas, siempre regresaba a Borgo de Sansepolcro, su ciudad natal, donde pasó la mayor parte de su vida. Los encargos en esta villa son también numerosos, mostrándose como un artista muy vinculado a su comunidad. Para el ábside de la iglesia de san Agustín pintó un fresco que en la actualidad está muy deteriorado, como en esta imagen de san Julián cuyo bello rostro ha sobrevivido al paso del tiempo. La figura está sabiamente iluminada con una luz clara característica del maestro, resaltando el aspecto volumétrico tanto del rostro como de los ropajes, especialmente la capa, abundante en plegados. Los grandes ojos del santo sirven de centro de atención para el espectador, acentuando el gesto triste que define al personaje. El fondo oscuro sirve para dotar de mayor volumetría a la figura, destacando las líneas de los contornos, como era habitual en la Escuela florentina del Quattrocento, encabezada por Masaccio

Tommaso di Ser Giova Mone Cassai

Pintor quattrocentista florentino (1401-1428), es considerado uno de los grandes innovadores del arte renacentista. Le influyeron, sobre todo, aquellos elementos del arte de Giotto que habían tomado el escultor Donatello y el arquitecto Brunelleschi. Masaccio mostrará las expresiones humanas mediante monumentales figuras en acción, ejecutadas en un estilo austero, logrado con su dibujo un gran realismo. La perspectiva será una de sus aportaciones más destacables a la Escuela florentina, incluso al Cinquecento.

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