Desarrollo
Jan Kubis y Joseph Gabcik , dos checoslovacos refugiados en Londres después de la ocupación nazi de su país, se habían preparado durante mucho tiempo para llevar a cabo la misión que se les había confiado. Cada detalle había sido preparado con suma atención, la arrogancia de Reinhard Heydrich , que cada día realizaba el trayecto entre su domicilio y el Castillo de Hradcin, antigua residencia de los reyes de Bohemia y sede del mando alemán en Checoslovaquia, en un Mercedes descapotable, abierto para poder ser visto por la población, facilitó la misión de los dos patriotas. Después de haber barajado todas las informaciones que les llegaron a Londres, gracias a la red capilar de colaboradores, Kubis y Gabcik decidieron el lugar idóneo en el que podrían atentar: una curva en forma de codo que se encontraba a lo largo del recorrido era el sitio ideal; allí se encontraría el vehículo prácticamente parado. De esta forma, la mañana del 26 de mayo de 1942, después de haber sido lanzados desde un avión inglés en paracaídas sobre la zona ocupada de Checoslovaquia, en los alrededores de Pilse, se encontraban en el lugar en el que se habían previsto eliminar a Heydrich. El currículo del viceprotector del Reich en Bohemia había sufrido bastantes episodios significativos: en 1932 fue elegido por Himmler como jefe del SD, Sicherheitdienst, el servicio de seguridad e información de las SS, en la práctica, una especie de policía encargada de vigilar todas las actividades del Partido Nazi.
En el ejercicio de sus funciones como jefe del SD, Heydrich se había distinguido por su crueldad y falta de piedad, convirtiéndose rápidamente en uno de los delfines de Adolf Hitler . En septiembre de 1941 asumió el cargo de viceprotector del Reich en Bohemia con sede en Moravia, sustituyendo al viejo ministro Von Neurath . En aquél mismo período parece ser que comenzó a conspirar a espaldas de Himmler , el jefe de las SS y su jefe inmediato. Aquella mañana todo trascurría con normalidad: el coche, para tomar la curva, había ralentizado la marcha hasta casi detenerse, momento en el que intervinieron nuestros hombres. Por desgracia, la historia no ha conservado los insultos que sin duda habrán proferido al ingeniero que construyó el arma que utilizaron en el atentado. Lo único que sabemos, y lo que nos interesa en esta sede, es que el mitra que habría tenido que matar a Heydrich se encasquilló después de haber disparado unos cuantos cartuchos. Por fortuna, Gabcik y Kubis disponían también de algunas bombas de mano, una de las cuales, realizando una parábola perfecta, fue a caer en el asiento posterior del mercedes explotando detrás de la espalde Heydrich, quien, al descubrir a los terroristas se había puesto envalentonadamente de pie para responder al fuego con su P 38 . Las heridas que le causó la explosión fueron mortales (parece que se fracturó la columna vertebral), al declararse la septicemia (en aquél período la penicilina sólo la conocían los americanos); ésta llevó enseguida a la muerte al pupilo del Führer.
Como consecuencia, se desencadenó una represalia: en Berlín se asesinó a 152 judíos alemanes, mientras que en Checoslovaquia, después del atentado, el 18 de junio -los terroristas se refugiaron en la cripta de la iglesia de San Carlos Borromeo, en Praga-, un destacamiento de las SS ocupó y arrasó la ciudad de Lidice. Los hombres (172 entre adultos y jóvenes mayores de dieciséis años), fueron fusilados; las mujeres (195 en total) fueron enviadas al Lager de Ravensbruck, mientras que los niños fueron sometidos a experimentos raciales: siete de ellos, parece ser que de raza aria, fueron enviados a familias alemanas, mientras que los otros 83 fueron recluidos en el campo de concentración de Gneisenau. Pero hablemos del arma que tomó parte (poca) en el atentado contra Heydrich: el Sten Mk calibre 9 mm Parabellum. En 1939, los ingleses fueron a la guerra sin ametralladoras: el Estado Mayor británico estaba convencido de que los mitra no tenían ningún valor desde el punto de vista militar: "El ejército de su Majestad no necesita armas de ganster" parece que fue la respuesta que un oficial dio a un representante de la Auto Ordenance que trataba de convencer a los ingleses para que compraran el mitra Thompson ; el hecho es que durante la campaña de Francia de 1940, los militares británicos no poseían ningún tipo de mitra, y que la eficacia de los mitra la experimentaron los ingleses en su propia piel. En los meses inmediatamente posteriores a la retirada de Dunquerque, el gran pedido de armas simples y poco costosas de construir, favoreció el desarrollo de la ametralladora inglesa más famosa de la Segunda Guerra Mundial, la ametralladora Sten.
Las experiencias inglesas en este ampo eran muy limitadas: la única arma automática que utilizaba munición de pistola, en dotación en 1940, era la Lanchester, distribuida a la Royal Navy, arma que permaneció en servicio hasta los años sesenta. Dicha arma no era otra cosa que una copia de la MP 28 alemana. Durante el mismo año, para no pillarse la manos, Gran Bretaña se vio obligada a hacer grandes pedidos a la Auto Ordenance para el abastecimiento de mitras Thompson modelo 1928 A1 calibre 45 ACP. En el desarrollo del primer mitra de concepción puramente inglesa podemos comprender la consideración que se tenía de este tipo de arma: en efecto, la ametralladora Sten, a diferencia de las otras ametralladora del mismo período (excepto, tal vez, la PS 41 soviético), es un arma muy sencilla de fabricar y extremadamente económica (la versión Mk 1 costaba 2,5 libras esterlinas). Sólo el cañón y la masa batiente necesitan cierto cuidado en la elaboración; los demás elementos son la chapa presada (la misma culata es un simple tubo metálico) y la terminación deja mucho que desear, con numerosos puntos de soldadura a la vista. En realidad, este arma tiene un punto a su favor: gracias a la extremada simplicidad de sus componentes fue posible, por vez primera en Gran Bretaña, encargar la realización de las piezas menos importantes a numerosas empresas sub-contratadas, fácilmente identificables por el enemigo (quien, por tanto, no podía bombardearlas con la aviación).
Proyectada en el Arsenal de Enfield por los ingenieros Vernon Sheppherd y Harold John Turpin (el nombre del arma deriva de las iniciales de los dos proyectistas combinados con las primeras dos letras del lugar en el que vio la luz), la ametralladora Sten fue construida a partir de julio de 1941, realizándose casi cuatro millones de ejemplares en Gran Bretaña, Canadá y Nueva Zelanda. En el arco de pocos años (la producción cesó al finalizar la guerra) este arma se construyó en seis versiones, de las que la Mk II fue seguramente la más difundida (casi 2.000.000 de ejemplares fabricados,) mientras que la Mk IV nunca pasó de prototipo (se trataba de una ametralladora Sten de menores dimensiones pensada que la utilizaran los paracaidistas). Estudiosos de las armas han disertado largamente sobre la eficacia real de este mitra. Nelson, autor del famoso "The World's submachine guns" salió en defensa de la ametralladora Sten afirmando que es un arma fiable y, en absoluto inferior a otras pistolas ametralladoras contemporáneas. Personalmente lo vemos de una manera: la ametralladora es, entre las armas de guerra, la más sencilla y económica de realizar; además, el esquema de funcionamiento es tan elemental que resulta casi imposible realizar un arma que no sea fiable. A pesar de ello, el mitra inglés, sufrió con frecuencia grandes problemas ligados esencialmente a la tendencia al encasquillamiento. Considerando que cualquier mitra con cierre de masa funciona con el obturador abierto, un mejor estudio sobre la inclinación de la rampa de alimentación y sobre el modo de presentar los cartuchos en el cargador (que era de dos hileras, aunque presentado individualmente, derivado del MP 38 /Mp 40) hubiera sido suficiente para eliminar los defectos que hemos citado.
En un arma como ésta, en la que el pistón de metal (el obturador) se desliza dentro de un tubo (la culata) haciendo explosionar un cartucho cada vez que se alcanza el punto anterior del recorrido, no se puede realizar un mecanismo que no sea fiable. Si además consideramos que la Sten había sido realizada pensando en la sencillez, parece por lo menos discutible la elección inglesa de confiar a este arma la protección de los soldados. A pesar de ello, la ametralladora Sten fue una de las armas más famosas del segundo conflicto mundial; no sólo la utilizaron todos los militares de la Commonwealth, sino que fue lanzada en paracaídas en grandes cantidades en los territorios ocupados por los nazis con la intención de armar las formaciones partisanas. Su principio de funcionamiento, extremadamente simple, no se diferencia del clásico de todos los mitra utilizados en el último conflicto. La cadencia de tiro era de unos 550 disparos por minuto. Un selector colocado encima del gatillo permite disparar tiro a tiro. Hay dos versiones con silenciador (la Mk IIS y la Mk 6), pensadas para operaciones clandestinas. Estuvieron en servicio durante varios años después de la guerra hasta que fueron sustituidas, a finales de los años cincuenta y comienzos de los sesenta, por el Sterling, que todavía hoy se encentra en servicio en la British Army. La facilidad para desmontar el arma, que favorecía la ocultabilidad, así como el bajo coste, contribuyeron notablemente a su gran difusión.
Un aspecto muy interesante es la posibilidad de girar el orificio del cargador de forma que sea más fácil el transporte y el embalaje del arma, obteniendo al mismo tiempo la oclusión de la venta de expulsión de forma que impida la entrada de cuerpos extraños dentro de los mecanismos. La posibilidad de desmontar fácilmente el cañón puede ser una de las causas del encasquillamiento: en la culata no hay una verdadera rampa para introducir los cartuchos, por lo que el cañón está libre para girar sobre sí mismo dentro de la manilla, siendo bloqueado sólo cuando éste último se atornilla al fuste. Además, la distancia entre la cara anterior del obturador y la de la culata está sometida a variaciones cada vez que se remonta el cañón. El hecho mismo de que el arma se sometiera a una continua serie de mejoras es un testimonio indirecto de lo poco satisfactorio de las soluciones ofrecidas por el mitra inglés: la última versión, la Mk V ofrece un nivel de terminación superior al de los primeros modelos y una empuñadura anterior. La mala costumbre de coger el arma por el cargador (que sobresalía por la parte izquierda para permitir el tiro incluso desde el suelo) era seguramente una de las causas de los encasquillamientos, por lo que se buscó la forma de obligar a los soldados a sujetar el mitra de manera correcta. La última versión fue utilizada principalmente durante los combates en Europa, mientras que la Mk II fue la mas difundida en todos los frentes de guerra.
Miles de ejemplares se entregaron en dotación a las fuerzas partisanas italianas, quienes, sin embargo, preferían el Mab de Beretta. Por su parte, los Comandos ingleses, que podían elegir autónomamente sus armas, optaron siempre por la ametralladora Sten, prefiriéndola a la Thompson, más pesada, aunque más fiable, robusta y, sobre todo, dotada de un poder de retención mayor. El único aspecto por el que la Sten se reveló idónea para su uso por parte de los combatientes clandestinos era la posibilidad de desmontarla y volverla a montar rápidamente, lo que permitía ocultarla con facilidad. En definitiva, la ametralladora Sten se reveló demasiado sencilla para que se la considere al mismo nivel que sus competidoras: sus características mas interesantes (bajo coste, ausencia de dificultades especiales para la producción y gran facilidad de uso) se revelaron a la larga los puntos débiles de este arma. En la historia de la evolución del armamento individual, el mitra inglés ocupa ciertamente un puesto de gran importancia, aunque en realidad no consiguió sobresalir en nada. Llevaba un cargador de 32 cartuchos y tenía una cadencia de tiro de 550 disparos por minuto. En la boca del arma, el proyectil alcanzaba una velocidad de 370 metros por segundo. Disponía de 2 ó 5 estrías de destrogiro y una mira fija con dióptrica.
En el ejercicio de sus funciones como jefe del SD, Heydrich se había distinguido por su crueldad y falta de piedad, convirtiéndose rápidamente en uno de los delfines de Adolf Hitler . En septiembre de 1941 asumió el cargo de viceprotector del Reich en Bohemia con sede en Moravia, sustituyendo al viejo ministro Von Neurath . En aquél mismo período parece ser que comenzó a conspirar a espaldas de Himmler , el jefe de las SS y su jefe inmediato. Aquella mañana todo trascurría con normalidad: el coche, para tomar la curva, había ralentizado la marcha hasta casi detenerse, momento en el que intervinieron nuestros hombres. Por desgracia, la historia no ha conservado los insultos que sin duda habrán proferido al ingeniero que construyó el arma que utilizaron en el atentado. Lo único que sabemos, y lo que nos interesa en esta sede, es que el mitra que habría tenido que matar a Heydrich se encasquilló después de haber disparado unos cuantos cartuchos. Por fortuna, Gabcik y Kubis disponían también de algunas bombas de mano, una de las cuales, realizando una parábola perfecta, fue a caer en el asiento posterior del mercedes explotando detrás de la espalde Heydrich, quien, al descubrir a los terroristas se había puesto envalentonadamente de pie para responder al fuego con su P 38 . Las heridas que le causó la explosión fueron mortales (parece que se fracturó la columna vertebral), al declararse la septicemia (en aquél período la penicilina sólo la conocían los americanos); ésta llevó enseguida a la muerte al pupilo del Führer.
Como consecuencia, se desencadenó una represalia: en Berlín se asesinó a 152 judíos alemanes, mientras que en Checoslovaquia, después del atentado, el 18 de junio -los terroristas se refugiaron en la cripta de la iglesia de San Carlos Borromeo, en Praga-, un destacamiento de las SS ocupó y arrasó la ciudad de Lidice. Los hombres (172 entre adultos y jóvenes mayores de dieciséis años), fueron fusilados; las mujeres (195 en total) fueron enviadas al Lager de Ravensbruck, mientras que los niños fueron sometidos a experimentos raciales: siete de ellos, parece ser que de raza aria, fueron enviados a familias alemanas, mientras que los otros 83 fueron recluidos en el campo de concentración de Gneisenau. Pero hablemos del arma que tomó parte (poca) en el atentado contra Heydrich: el Sten Mk calibre 9 mm Parabellum. En 1939, los ingleses fueron a la guerra sin ametralladoras: el Estado Mayor británico estaba convencido de que los mitra no tenían ningún valor desde el punto de vista militar: "El ejército de su Majestad no necesita armas de ganster" parece que fue la respuesta que un oficial dio a un representante de la Auto Ordenance que trataba de convencer a los ingleses para que compraran el mitra Thompson ; el hecho es que durante la campaña de Francia de 1940, los militares británicos no poseían ningún tipo de mitra, y que la eficacia de los mitra la experimentaron los ingleses en su propia piel. En los meses inmediatamente posteriores a la retirada de Dunquerque, el gran pedido de armas simples y poco costosas de construir, favoreció el desarrollo de la ametralladora inglesa más famosa de la Segunda Guerra Mundial, la ametralladora Sten.
Las experiencias inglesas en este ampo eran muy limitadas: la única arma automática que utilizaba munición de pistola, en dotación en 1940, era la Lanchester, distribuida a la Royal Navy, arma que permaneció en servicio hasta los años sesenta. Dicha arma no era otra cosa que una copia de la MP 28 alemana. Durante el mismo año, para no pillarse la manos, Gran Bretaña se vio obligada a hacer grandes pedidos a la Auto Ordenance para el abastecimiento de mitras Thompson modelo 1928 A1 calibre 45 ACP. En el desarrollo del primer mitra de concepción puramente inglesa podemos comprender la consideración que se tenía de este tipo de arma: en efecto, la ametralladora Sten, a diferencia de las otras ametralladora del mismo período (excepto, tal vez, la PS 41 soviético), es un arma muy sencilla de fabricar y extremadamente económica (la versión Mk 1 costaba 2,5 libras esterlinas). Sólo el cañón y la masa batiente necesitan cierto cuidado en la elaboración; los demás elementos son la chapa presada (la misma culata es un simple tubo metálico) y la terminación deja mucho que desear, con numerosos puntos de soldadura a la vista. En realidad, este arma tiene un punto a su favor: gracias a la extremada simplicidad de sus componentes fue posible, por vez primera en Gran Bretaña, encargar la realización de las piezas menos importantes a numerosas empresas sub-contratadas, fácilmente identificables por el enemigo (quien, por tanto, no podía bombardearlas con la aviación).
Proyectada en el Arsenal de Enfield por los ingenieros Vernon Sheppherd y Harold John Turpin (el nombre del arma deriva de las iniciales de los dos proyectistas combinados con las primeras dos letras del lugar en el que vio la luz), la ametralladora Sten fue construida a partir de julio de 1941, realizándose casi cuatro millones de ejemplares en Gran Bretaña, Canadá y Nueva Zelanda. En el arco de pocos años (la producción cesó al finalizar la guerra) este arma se construyó en seis versiones, de las que la Mk II fue seguramente la más difundida (casi 2.000.000 de ejemplares fabricados,) mientras que la Mk IV nunca pasó de prototipo (se trataba de una ametralladora Sten de menores dimensiones pensada que la utilizaran los paracaidistas). Estudiosos de las armas han disertado largamente sobre la eficacia real de este mitra. Nelson, autor del famoso "The World's submachine guns" salió en defensa de la ametralladora Sten afirmando que es un arma fiable y, en absoluto inferior a otras pistolas ametralladoras contemporáneas. Personalmente lo vemos de una manera: la ametralladora es, entre las armas de guerra, la más sencilla y económica de realizar; además, el esquema de funcionamiento es tan elemental que resulta casi imposible realizar un arma que no sea fiable. A pesar de ello, el mitra inglés, sufrió con frecuencia grandes problemas ligados esencialmente a la tendencia al encasquillamiento. Considerando que cualquier mitra con cierre de masa funciona con el obturador abierto, un mejor estudio sobre la inclinación de la rampa de alimentación y sobre el modo de presentar los cartuchos en el cargador (que era de dos hileras, aunque presentado individualmente, derivado del MP 38 /Mp 40) hubiera sido suficiente para eliminar los defectos que hemos citado.
En un arma como ésta, en la que el pistón de metal (el obturador) se desliza dentro de un tubo (la culata) haciendo explosionar un cartucho cada vez que se alcanza el punto anterior del recorrido, no se puede realizar un mecanismo que no sea fiable. Si además consideramos que la Sten había sido realizada pensando en la sencillez, parece por lo menos discutible la elección inglesa de confiar a este arma la protección de los soldados. A pesar de ello, la ametralladora Sten fue una de las armas más famosas del segundo conflicto mundial; no sólo la utilizaron todos los militares de la Commonwealth, sino que fue lanzada en paracaídas en grandes cantidades en los territorios ocupados por los nazis con la intención de armar las formaciones partisanas. Su principio de funcionamiento, extremadamente simple, no se diferencia del clásico de todos los mitra utilizados en el último conflicto. La cadencia de tiro era de unos 550 disparos por minuto. Un selector colocado encima del gatillo permite disparar tiro a tiro. Hay dos versiones con silenciador (la Mk IIS y la Mk 6), pensadas para operaciones clandestinas. Estuvieron en servicio durante varios años después de la guerra hasta que fueron sustituidas, a finales de los años cincuenta y comienzos de los sesenta, por el Sterling, que todavía hoy se encentra en servicio en la British Army. La facilidad para desmontar el arma, que favorecía la ocultabilidad, así como el bajo coste, contribuyeron notablemente a su gran difusión.
Un aspecto muy interesante es la posibilidad de girar el orificio del cargador de forma que sea más fácil el transporte y el embalaje del arma, obteniendo al mismo tiempo la oclusión de la venta de expulsión de forma que impida la entrada de cuerpos extraños dentro de los mecanismos. La posibilidad de desmontar fácilmente el cañón puede ser una de las causas del encasquillamiento: en la culata no hay una verdadera rampa para introducir los cartuchos, por lo que el cañón está libre para girar sobre sí mismo dentro de la manilla, siendo bloqueado sólo cuando éste último se atornilla al fuste. Además, la distancia entre la cara anterior del obturador y la de la culata está sometida a variaciones cada vez que se remonta el cañón. El hecho mismo de que el arma se sometiera a una continua serie de mejoras es un testimonio indirecto de lo poco satisfactorio de las soluciones ofrecidas por el mitra inglés: la última versión, la Mk V ofrece un nivel de terminación superior al de los primeros modelos y una empuñadura anterior. La mala costumbre de coger el arma por el cargador (que sobresalía por la parte izquierda para permitir el tiro incluso desde el suelo) era seguramente una de las causas de los encasquillamientos, por lo que se buscó la forma de obligar a los soldados a sujetar el mitra de manera correcta. La última versión fue utilizada principalmente durante los combates en Europa, mientras que la Mk II fue la mas difundida en todos los frentes de guerra.
Miles de ejemplares se entregaron en dotación a las fuerzas partisanas italianas, quienes, sin embargo, preferían el Mab de Beretta. Por su parte, los Comandos ingleses, que podían elegir autónomamente sus armas, optaron siempre por la ametralladora Sten, prefiriéndola a la Thompson, más pesada, aunque más fiable, robusta y, sobre todo, dotada de un poder de retención mayor. El único aspecto por el que la Sten se reveló idónea para su uso por parte de los combatientes clandestinos era la posibilidad de desmontarla y volverla a montar rápidamente, lo que permitía ocultarla con facilidad. En definitiva, la ametralladora Sten se reveló demasiado sencilla para que se la considere al mismo nivel que sus competidoras: sus características mas interesantes (bajo coste, ausencia de dificultades especiales para la producción y gran facilidad de uso) se revelaron a la larga los puntos débiles de este arma. En la historia de la evolución del armamento individual, el mitra inglés ocupa ciertamente un puesto de gran importancia, aunque en realidad no consiguió sobresalir en nada. Llevaba un cargador de 32 cartuchos y tenía una cadencia de tiro de 550 disparos por minuto. En la boca del arma, el proyectil alcanzaba una velocidad de 370 metros por segundo. Disponía de 2 ó 5 estrías de destrogiro y una mira fija con dióptrica.