Merovingio
Desarrollo
En el año 486 el rey merovingio Clodoveo se asentó definitivamente junto a sus huestes en la Galia. Siendo como eran un pueblo nómada y guerrero, su producción artística estuvo muy limitada por sus condicionantes culturales: la falta de tradición sedentaria hizo que se vieran favorecidas formas artísticas de pequeño tamaño y gran resistencia, para poderlas transportar con comodidad. También la orfebrería se vio impulsada por estos pueblos que basaban su economía frecuentemente en la obtención de botines de guerra. Sin embargo, los merovingios permanecieron durante tres siglos en el mismo lugar, y esto les permitió innovar y desarrollar una serie de pinturas muy en paralelo con lo que otros pueblos similares estaban realizando por aquel período: Ostrogodos, Celtas, y Anglosajones. Su estilo no llegó a florecer por completo, pero su importancia radicó en sentar las bases del posterior arte del Imperio Carolingio, el primer poder centralizado y fuerte tras la caída del Imperio Romano. Por los documentos conservados sabemos que existió un importante conjunto de pinturas murales al fresco, ubicados en el interior de la basílica paleocristiana de Saint Martin de Tours. Pero ejemplos directos a gran tamaño no se han conservado. Las únicas muestras de la pintura merovingia que hoy se conocen son las miniaturas que adornaban los escasísimos libros del momento. Estas miniaturas se realizaban en tres centros artísticos principalmente: la escuela de Luxenil, la de Fleury y la de Corvey. En todas ellas, el estilo se basaba en una técnica de manchas sueltas administradas a la aguada, lo que les dotaba de un color suave y gradado. Al final del período, la viveza del color aumentó, y los motivos geométricos y estilizados fueron gradualmente sustituidos por figuraciones de animales y seres humanos. Sin embargo, durante casi todo el arte merovingio, lo que predominaron fueron los adornos geométricos, el entrelazo y escasas figuras animales o zoomórficas.