Arte Sículo-Normando
Desarrollo
Los fatimíes constituyeron una dinastía que gobernó en el Norte de África durante los siglos XI y XII. Con un comercio poderoso gracias a su flota y a sus acuartelamientos de la costa, los ribats, mantuvieron su hegemonía en el Mediterráneo, en competencia directa con otras potencias, como Bizancio o los propios árabes, el califato andalusí que regía España. Sin embargo, hubo una zona en la cual la competencia no fue tal, sino que se dio lugar una convivencia que tuvo como consecuencia un estilo pictórico diferente al del resto del mundo conocido en aquel momento. La región en cuestión fue el antiguo reino siciliano, que incluye la isla de Sicilia y el sur de Italia. Ésta era una zona tradicional de asentamientos comerciales bajo la forma de colonias, desde Fenicia y Grecia hasta el descubrimiento de América, que volcó el centro neurálgico en el Atlántico. El reino siciliano está en un lugar privilegiado, en el centro del Mediterráneo, desde donde es posible controlar el paso de todas las mercancías y los barcos. En el siglo XI existía una colonia normanda llegada a principios de siglo, extendiendo el estilo pictórico de las miniaturas celtas y anglosajonas. Además, Bizancio poseía tradicionalmente colonias mercantiles en aquella región. Los fatimíes también delimitaron su territorio y se produjo una suerte de corte palatina agrupada alrededor de Palermo y Cefalú, que mezclaba las tres culturas perfectamente.
Se hablaba indistintamente latín, griego y árabe, y el refinamiento cultural rozó el que se practicaba en Al-Andalus. La producción más hermosa de esta confluencia cultural fue la arquitectura, que tuvo repercusiones en lugares muy diversos. Respecto a la pintura, casi siempre estuvo en relación de la arquitectura, puesto que sirvió para adornar adecuadamente aquellos magníficos palacios. La base más importante la constituyeron los mosaicos bizantinos de la Segunda Edad de Oro, pero también los hubo con motivos estrictamente árabes o cristianos, al estilo cortesano y lineal de los normandos. De todos los monumentos, destacan por su belleza dos de ellos: uno es el palacio de Lacisa, con mosaicos típicamente árabes de animales afrontados y monstruos fantásticos. El otro conjunto es la Capilla Palatina de Palermo. Allí, en la sala del trono, los artistas árabes construyeron una hermosísima techumbre de madera que se pintó, cuyos faldones se recubrieron con mocárabes, unos adornos poligonales que penden a miríadas del techo. En estos elementos se pintaron escenitas cotidianas, motivos religiosos, e incluso varios retratos del rey, cristiano, pero vestido y arrodillado a la usanza árabe. Nuevamente las similitudes con España son muy abundantes, pues también reyes como Alfonso X, el Sabio, se representó jugando al ajedrez, juego árabe, o rezando a la Virgen a la manera musulmana.
Se hablaba indistintamente latín, griego y árabe, y el refinamiento cultural rozó el que se practicaba en Al-Andalus. La producción más hermosa de esta confluencia cultural fue la arquitectura, que tuvo repercusiones en lugares muy diversos. Respecto a la pintura, casi siempre estuvo en relación de la arquitectura, puesto que sirvió para adornar adecuadamente aquellos magníficos palacios. La base más importante la constituyeron los mosaicos bizantinos de la Segunda Edad de Oro, pero también los hubo con motivos estrictamente árabes o cristianos, al estilo cortesano y lineal de los normandos. De todos los monumentos, destacan por su belleza dos de ellos: uno es el palacio de Lacisa, con mosaicos típicamente árabes de animales afrontados y monstruos fantásticos. El otro conjunto es la Capilla Palatina de Palermo. Allí, en la sala del trono, los artistas árabes construyeron una hermosísima techumbre de madera que se pintó, cuyos faldones se recubrieron con mocárabes, unos adornos poligonales que penden a miríadas del techo. En estos elementos se pintaron escenitas cotidianas, motivos religiosos, e incluso varios retratos del rey, cristiano, pero vestido y arrodillado a la usanza árabe. Nuevamente las similitudes con España son muy abundantes, pues también reyes como Alfonso X, el Sabio, se representó jugando al ajedrez, juego árabe, o rezando a la Virgen a la manera musulmana.