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Datos principales
Desarrollo
XXI Cómo Taríacuri envió a llamar su hijo Curátame de Curínguaro y de las diferencias que tuvo con él Como supo Taríacuri que su hijo Curátame se andaba emborrachando en Curínguaro, llamó sus viejos y díjoles: "Id por mi hijo Curátame, que dicen que toma ejemplo en los del pueblo en beber, y que nunca lo deja de la boca. Decidle que se venga aquí, a un lugar llamado Xaramu, que allí le he hecho un cu y una casa de los papas, para donde velen. Y fueron por él y vino al dicho lugar llamado Xaramu, y dijo su padre: "Traigan leña primero para los cúes, y después vendrá aquí donde yo estoy, y será señor, y yo me saldré desta casa donde estoy." Y estando allí, nunca hacía sino beber, y las amas que le criaron revolviéronle con su padre, porque les sabía bien el vino, y lo tenían en costumbre beber. Decíanle: "Señor Curátame, cómo dice Taríacuri, mi hijo es Curátame, ¿por qué te quiso traer a este lugar donde te mandó venir? ¿Por qué no te puso en otro lugar llamado Pare xaripitío, y de allí no está lejos, para que fueras a beber, que harta riqueza tienen los que están en aquel lugar, que beben vino cuando quieren, que hay allí maguéis." Y como le dijesen estas sus amas esto, todo el día, creyolas, y siendo una fiesta de Phurécuta quaro, a la tarde de la fiesta, entró en su fiesta Taríacuri y Curátame llamó a sus viejos y díjoles: "Id a mi padre, que venga acá por la mañana, que habemos de hablar un poco". Y fueron los viejos, y estaba Taríacuri, en las casas de los papas, a un rincón en su vela, y como vió los viejos, díjoles: "¿A qué venís?" Y dijéronle: "Señor, tu hijo nos envía.
" Y contáronle su embajada. Respondió el viejo: "Razón tiene mi hijo porque es señor. Decidle que luego voy por la mañana, y que yo llegaré allá a comer, que aún no le he dado ningunos plumajes; esto le diréis." Y luego en amaneciendo, ataron todos los plumajes que había de llevar a su hijo, y mucha comida, y dijo Taríacuri, a sus mujeres: "Vamos, que allá comeré, en casa de mi hijo: dicen que me llama". Y partiéronse. Y iban delante del sus viejos, y llevaba una manta de plumas de patos puesta, y una guirnalda de trébol en la cabeza, y muchos plumajes, que llevaba para su hijo, el cual se había levantado muy de mañana, y había bebido y estaba ya borracho, y andaba bailando dentro de casa. Y como llegase cerca Taríacuri, salióle a recibir su hijo, que se iba cayendo, y iba compuesto de fiesta, sonando con sus cascabeles, y saludó a su padre y díjole que fuese bien venido. Y Tarícauri le dijo: "Estés en buen hora, señor". Y como llegó a su casa, sacole luego de beber y bebió cuatro tazas de vino blanco de maguey, y como no había comido nada, luego se tomó del vino, y emborrachose y díjole Curátame su hijo: "Seas bien venido, padre. Aquí habemos de platicar un poco". Y díjole su padre: "Que me place, hijo, ¿qué quieres decir? Ya sabes como habemos vuelto de la persecución. Todos se juntaron para me perseguir. ¿No es esto lo que quieres decir? ¿Qué más habemos de platicar?" Entonces asióle de la garganta su hijo y dijo: "¿Qué dice este viejo?" Y dió con él un golpe en la pared y díjole: "¿Eres tú el señor? ¿Para qué tienes gana de hablar? Vete a la laguna; vete a la laguna, que isleño eres.
" Y diole otro golpe y dijo: "¿Por qué tienes soberbia? ¿Eres señor?" Y ensañose Tarícauri, porque era valiente hombre. Díjole: "Sí, así es, yo no soy señor, soy isleño; cómo, ¿tú eres señor? Tú de Curínguaro eres, y una parte tienes de un dios Tangachuran: tú, advenedizo eres: vete a tu pueblo de Curínguaro. Yo no soy señor, ni tú eres señor; aquí están los que han de ser señores, que son Hirípan y Tangáxoan. Estos son los señores verdaderos." Y volviose a su casa Tarícauri, y tornaron a traer todo los plumajes que llevaba para dar a su hijo, y no vino a Pátzquaro, mas fuese a un barrio de Pátzquaro, llamado Cutu, donde estaba un principal, llamado Taríachu, y dejole su casa a Taríacuri y vino a Curátame a ser señor en Pátzquaro. Y andaban siempre en el monte Hirípan y Tangáxoan, que traían leña para los cúes. Y pasándose un año, tomó Curátame un malhechor, y al decimoquinto día entró con él para ayunar en la casa de los papas, como tenían costumbre. Y siendo ya la vigilia de la fiesta, llamó Curátame sus viejos y díjoles: "Id a mi padre Tarícauri, que venga a ver mi fiesta y llamá también a mis primos Hirípan y Tangáxoan que vengan a mirar, que quiero salir de ayuno, y verán cómo se prueban este malhechor, y un truhán que han de pelear". Y fueron los viejos a Tarícauri y dijéronle lo que decía su hijo. Respondióles y díjoles: "Decidle que salga, y que baile, que yo voy". Y fuéronse los mensajeros, y llamó Tarícauri todas sus mujeres y díjoles: "Madres, ¿a qué han venido aquí? Vamos a la fiesta.
¿Habéis hecho algo de fiesta?." Respondieron ellas: "Sí señor." Y trujéronle a mostrar lo que habían hecho; muchas maneras de pan y muchas frutas. Y llamó sus viejos Chupítani, Tecacua y Nuriuan, y díjoles: "Vení acá, a ver cuál es mejor, la fiesta que nos venieron a decir, o esto todo que está aquí: todos estos mantenimientos." Respondieron ellos: "Señor, aquélla es sino una fiesta que se cansan de mirar, y hace viento que ciega los ojos, y todo el regocijo es sino una mañana, y esta comida muy mayor cosa es. ¿Quién se podrá sufrir sin comer? Que todo esto es como leche con que se crían los hombres. ¿Quién se podrá sufrir un día y una noche sin comer? ¿Quién podrá dormir? Aunque sea un niño que anda a gatas, dándole un pedazo de pan lo come." Díjoles Taríacuri: "Así es la verdad. Vení acá, mujeres, y torná a meter esta comida en casa. Vamos nosotros al barrio llamado Tzacapu hacurucuyo, allí seremos espías, porque no vengan nuestros enemigos de la laguna, y entre tanto hará su fiesta el que es señor y dé de comer a los dioses y nosotros nuestra fiesta e ser espías de los isleños." Hirípan y Tangáxoan tampoco fueron a la fiesta, mas fuéronse a un monte llamado Xanoato hucatzio a tener allá su fiesta, en esperar sus enemigos de la isla, mientras hacía su fiesta Curátame. Y dijeron: "Ya se lo habrá hecho saber nuestro tío; él irá a la fiesta. ¿Para qué quiere que veamos su fiesta Curátame?" Y fuéronse con toda la gente de guerra, y llevaban dos banderas, y ya era partido Taríacuri por otro camino, y llegose con los suyos al pie del monte del barrio llamado Tzacapu hacurucuyo, y dijeron los viejos de Tarícauri: "Tornemos algunos espías de nosotros, y pondrémonos a trechos para atalayar, para ver por dónde vienen los isleños, porque no nos tomen aquí como muchachos, pues estamos aquí con mujeres.
" Y tomaron algunos que fuesen a ser atalayas, y siendo ya hora de comer, dijeron Hirípan y Tangáxoan que estaban en sus celadas, una de aquel lugar donde estaba Taríacuri con los suyos, holgándose: "Levantemos a nuestro dios Curicaueri, que ya es medio día, porque no tengamos nosotros la culpa desto." Y juntáronse todos, y pusiéronse unos cobertores de hierba encima de las cabezas, y venían todos en dos alas por dos caminos hacia el pueblo, y viéronlos venir los viejos que estaban en atalaya, y dieron voces que venían sus enemigos que lo fuesen a decir a Taríacuri, que se fuese delante por amor de las mujeres: que venían dos escuadrones, y venían encobiertos las cabezas con hierba, y venían agachados. Y las mujeres, como oyeron estas nuevas, que no las habían acabado de decir, huyeron todas por muchas partes hacia el pueblo, y levantaron gran polvareda a la ida, y había gran ruido en liar las alhajas y xicalas que tenían para dar de comer, y miraron desde lo alto de la cuesta Hirípan y Tangáxoan, y echaron de las cabezas la hierba con que venían cubiertos, y pensaron que eran sus enemigos, que les tenían alguna celada, viendo el polvo, que se levantaba. Y levantaron sus banderas y conosciendo las banderas las espías, dijeron: "De los nuestros son: ídselo a decir a Taríacuri porque no caigan las mujeres y se lisien, que no son sino Hirípan y Tangáxoan." Y oyéndolo Taríacuri, tomóle gran risa, y dijo a sus mujeres: "Sosegad, madres, que no son sino mis sobrinos.
" Y riendo mucho, dijo: "¿Por qué no somos más esforzados? Id a rescebir a mis sobrinos, y decidles que aguijen el paso." Y llegaron Hirípan y Tangáxoan donde estaba Taríacuri, y saludólos su tío. Y traían las espaldas desolladas de las ramas por donde entraban, que era monte, y no venía toda la gente. Y díjoles Taríacuri: "Gran miedo nos tomó a todos con vuestras madres. Mira qué esforzados somos, que pensamos que érades de la laguna." Dijeron ellos: "Ya lo vimos, señor." Y dijo Taríacuri a sus mujeres: "Madres, ¿no sobró algo de la comida que se perdió?" Y dijeron ellas que sí había sobrado. Y díjoles Taríacuri que lo trujesen, que sus sobrinos venían muertos de hambre, y que comerían todos. Y trujeron de comer de muchas maneras de comidas a Taríacuri y comía aparte, y mandó llevar de comer a sus sobrinos y comieron. Después de comer, llamólos y díjoles: "Vení acá, hijos. ¿Cómo venís tan pocos? ¿Cómo, no sois más?" Respondieron ellos: "Señor, partímonos en dos partes." Y díjoles Taríacuri: "¿No os hicieron saber de la fiesta de Curátame?" Dijeron ellos: "Sí señor. Ya nos lo hecieron saber, y nosotros dijimos: "¡Vámonos a tener nuestra fiesta a otra parte, entre tanto que el señor hace su fiesta." Díjoles Taríacuri: "Por eso vine yo también aquí, por no hallarme en su fiesta." Díjoles: "Hijos, id allá, que aún es de mañana, que sois mancebos, y tenéis vista, y veréis los juegos y estaréis allá mañana, y esotro día os vendréis, y al cuarto día, vendréis donde yo estoy, y no se os olvide, hijos.
" Dijeron ellos: "Señor, no habemos de ir allá, ¿dónde habemos de estar?, que anda mucha gente común, y todos se orinan por allí, que hiede todo aquel lugar, y todo anda revuelto de mujeres. Allí nos queremos ir, donde nos heciste el cu y la casas de los papas. Sobiremos al monte a hacer rajas para los fogones, y estaremos estos días en las casas de los papas en vela" Díjoles Taríacuri: "Señores Hirípan y Tangáxoan, ¿dicislo de verdad?" Dijeron ellos: "De verdad lo decimos." Y dijo Taríacuri a sus mujeres: "Madres: apartaos, que mis hijos quieren hablar un poco." Y díjoles: "Llegaos acá, Hirípan y Tangáxoan, ¿decís de verdad lo que dejistes?" Dijeron ellos: "De verdad lo decimos." Díjoles Taríacuri: "Mirá que si no lo decís de verdad, que no viviréis mucho tiempo. Mirá, pues, si lo decís de verdad." Y ellos oyendo esto, paráronse cabizcachos y maravilláronse. XXII Cómo Taríacuri avisó a sus sobrinos y les dijo cómo habían de ser señores y cómo había de ser todo un señorío y un reino por el poco servicio que hacían a los dioses los otros pueblos y por los agüeros que habían tenido Díjoles el viejo: "Si decís verdad que no queréis ir a las fiestas de mi hijo, oídme: Vosotros, señores, tres señores habéis de ser. Hirípan sería señor en una parte, y Tangáxoan en otra, y mi hijo menor llamado Hiquíngare en otra parte." Y a la sazón, era sacrificador Hiquíngare, hijo de Taríacuri, y el viejo, asiéndoles de la oreja, les empezó a decir a sus sobrinos desta manera: "Buscá petacas en que habemos de echar las cosas, con las cuales fueron señores.
No habrá ya más señores en los pueblos; mas todos morirán y estarán sus cuerpos echados por los herbazales. ¿Con quién tengo yo de hablar en el servicio de los dioses? Mirá esta laguna donde están los isleños. ¿Cómo los habemos de conquistar? ¿Es por ventura algún río y podrase acabar? ¿No veis que es tan gran laguna y tienen su asiento hecho? ¿Qué habemos de hacer con los isleños? Oídme lo que os dijere. Ya es muerto el señor de la isla, llamado Carícaten, y su hijo llamado Quata fue un poco señor. Aquél hace traer un poco de tiempo leña para los cúes, y murió y quedaron sus hijos llamados Cuynzurumu y Utume, y una hermana suya llamada Tzitzita. Ninguno destos isleños ha de ser señor. Ahí está Quata, mas no le obedecen y ahí está el señor de esotra isla de Pacandan, llamado Uarápeme, que ya murió su padre, llamado Zuangua y en Curínguaro ya es muerto el viejo Chánshori, y están allí sus hijos por señores, Candó Huresqua y otro llamado Sica y otros llamados Zinaquaui y Chapa. Todos éstos traen diferencias, sobre el señorío. Ninguno destos ha de ser señor: Todos estos morirán en la guerra, que uno dellos, llamado Chapa, una cosa me dijo de importancia: que era esclava su madre y no le obedecen por haber nacido de parte de esclava." Y yo le dije: "Chapa, ¿cómo no eres señor? Señor hermano, esclava es tu madre, mas tu padre señor era. Yo te quiero dar una parte de mi dios Curicaueri: a éste trairás leña del monte." Decía en su tiempo esta gente, que los que habían de ser señores que habían de tener consigo a Curiacaueri, y que si no lo tenían que no podían ser señores.
Y por eso le guardaban los señores, con mucho cuidado, y después sus hijos. Y como le dio, aquella parte de Curiacaueri, llevola y púsola en Tetepeo. Allí tomó muchos esclavos Curicaueri y trujo, en veces, doscientos esclavos Chapa de la guerra, y ansí fue ensanchando su señorío. Y de allí tomo a Curicaueri y llevole a un lugar llamado Arangnario, y de allí fue destruyendo Curicaueri hasta Tiripitío. Y sabiendo los de Curínguaro, diéronle una señora por mujer, y por esta causa partía los esclavos que tomaba en la guerra. Y tomando algunas veces cien esclavos, no traía más de cuarenta aquí, a Pátzquaro, y llevaba los otros sesenta, a Curínguaro. Y después empezó a traer no más de veinte esclavos, y después no más de cinco, que todos los llevaba a Curínguaro. Y otras veces tomando ciento, no traía más de uno solo, aquí a Pátzquaro, y todos los llevaba a Curínguaro. Y yo tornele a enviar su esclavo y díjele: "Chapa ¿por qué tienes soberbia? ¿Para qué traes no más deste esclavo? ¿Dónde los llevaste todos, que tú cien esclavos tomaste? ¿Tomáslos tú? ¿No está aquí el dios Curicaueri que los toma? Por hacerte merced, te di parte de Curicaueri. Tórnate a llevar tu esclavo; no lo haces sino porque te dieron en Curínguaro una señora, y por eso los partes los que tomas." Aquí también sacrifican, y no se seca la sangre de los sacrificados, que de contino está reciente, porque de contino sacrificamos. Y como le envié su esclavo, temió, y tomó a Curicaueri y llevole a un monte llamado Tarechahoato, a un pueblo llamado Xenguaro, y allí tomo un buen pedazo de tierra Cuaricaueri que conquistó.
Y de allí, llevole más adelante, a un lugar llamado Hucariquareo. Allí también conquistó otro pecado, donde están unos cúes, cerca de Yayangareo, en el camino de México, y de allí tornó a Curicaueri y llevole a Hetúquaro. Allí conquistó un pedazo de los otomíes que moraban por allí, y de allí llegó a tomar su asiento en el pueblo de Araró. Y como estuviese con él Curicaueri: Ya yo, hijos, estaba arrepiso, diciendo que no quisiera haber dado parte de Curicaueri, diciendo: ¿Cómo ha de ser rey, Chapa? Que ya le conoscen los dioses del cielo, y los dioses de las cuatro partes del mundo, y yo, ya pensé que aquél había de ser rey, y por eso me había arrepentido. Ya hijos es muerto Chapa, y dejó los hijos siguientes: Hucaco, Hotzeti, Uacús quatzita, Quanirescu, Quatamaripe, Xarácato. Todos estos son ahora, y traen contiendas entre sí sobre el señorío, y han partido los plumajes entre sí, y cada uno por sí, hace sus fiestas, y bailan todos un baile llamado tzitzique uaraqua, y otro llamado Ariuen, y otro llamado Cherequa, y el sacerdote mayor, que estaba mayor, que estaba deputado sobre la leña de los fogones del dios del fuego, que tinía las insinias de sacerdote, una calabaza a las espaldas y una lanza en el hombro, que tinía la gente en cargo sobre sus espaldas, y era de su oficio no emborracharse, dejó todas sus insignias, la calabaza y la lanza, y la guirnalda de hilo que tenía en la cabeza, y las tenacetas del cuello, y saliose de las casas de los papas y metiose entre la otra gente tachado tachado común y empieza a bailar, con ellos, aquel baile llamado tzitziqui uaraqua.
El sacrificacor, considerando esto, él que tenía también ensinias de sacerdote, una calabaza a las espaldas, dejolo todo, y marchose con la otra gente a bailar el baile llamado tzitziqui uaraqua. También el sacerdote llamado Thiuime, que estaba deputado sobre gran cosa, de llevar los dioses a cuestas, y estaba en el cu, que tañía la bocina en el cu a la media noche abajose del cu, y entrose entre la gente y empieza a bailar con ellos el dicho baile. Así mesmo Las mujeres que estaban encerradas, deputadas para hacer ofrendas a los dioses, saliéronse todas de su encerramiento, y entráronse entre la otra gente, y empezaron a bailar el dicho baile, y ansí se hicieron todos unos y lleváronlas por ahí, y juntáronse con ellas. Esto todo se hacía allí en Hetúquaro, y no pasaron muchos días que las llevaron por diversas partes y casáronse con ellas, y cada una traía, desde ha poco tiempo, su hijo a las espaldas, en sus cunas y por esto que se hacía, por haber dejado el servicio de los dioses, tuvieron muchos agüeros, que en las casas salían espadañas y hierbas y hacían las abejas panares, en una noche sola, que a la mañana estaban colgadas en sus enjambres de las trojes, y empezaron los árboles en blanco aun hasta los chiquitos de tener fruto que las ramas apesgaban hacia la tierra, y empezaron los maguéis, aun hasta los chiquitos, de echar en medio másteles largos, que parescían maderos, y empezaron hasta las mochachas pequeñas de empreñarse, que aun no habían dejado la niñez, y tenían ya las tetas grandes, como mujeres, por la preñez, y así niñas como eran, traían hijos a las espaldas en sus cunas, y empezaron las mujeres mayores de parir piedras de navajas, y no hacían sino parir navajas negras, y blancas, y coloradas, y amarillas, todo esto, parían y empezaron a hacer cúes por todas partes y estaban todos cercados de rajas de encina y empezáronse a emborrachar, y llamaban las madres de la nube negra, madre de la nuble blanca, y otra madre de la nube amarilla, y otra madre de la nube colorada.
Y estaban todos esparcidos, emborrachándose como que no hubiera ningún viejo en el pueblo que les dijera: Hijos ¿qués esto que hacemos? En el tiempo pasado no solía ser así. Hagamos nuestra oración en la casa de los papas y velemos y traigamos leña para los cúes. Mira los agüeros que tenemos que no es buena señal, pues todo se perdió en Hetúquaro, el servicio de los dioses. Y allí tampoco ha de haber rey, y todo está desierto, porque no llovió un año. Y como eran de los nuestros, todos se perdieron por hambre, que el señor de Arar llamado Therucicata, y otro llamado Thiacari, los llevaron por esclavos y por los males que hacían en Hetúquaro, castigaron los dioses. Ya vi, en ello, que dieron hambre, que el que tenía cinco hijos, empezó a vendellos, y daba por un poco de maíz un hijo y dos tamales, y en acabando de vender los hijos, vendían la mujer y dábanle un tamal: y a la postre no teniendo que dar, se vendían a sí mismos, porque les diesen de comer. Y esto es que hizo un señor, llamado Thecuricata, y otro Thiacari de Araró, y por esto quedó desierto Hetúquaro. Así mesmo, en el pueblo de Uaniqueo, murió el señor llamado Sicuindicuma, y dejó sus hijos, llamados Cocópara, y Uacús quatzita Tzancapari. No ha de ser señor ninguno dellos; mas ha de quedar todo desierto. Así mesmo en Cumanchen, era señor Henziua y murió, y dejó tres hijos, llamados Tangáxoan, Nondo y Carata. Tampoco ha de ser señor ninguno dellos. Los cuales entran en el pueblo de Erongaríquaro, y se hacen amigos dellos, y tomando enjemplo en los del pueblo, se asientan a emborrachar, y lo que era de los chichimecas, asentarse a emborrachar, que ninguno podrá beber de aquel vino, que era de aquel dios Tares Upeme, dios de Cumanchen, que era muy gran dios, porque los dioses, estándose emborrachando en el cielo, le echaron a la tierra, y por esto estaba cojo este dios, pues de aquel vino que bebía no podía beber otro, sino él.
Y el atabalero, llamado Zizamban lo bebe y anda borracho por su casa, y otro sacrificador. Allí tampoco, en Cumanchen, habrá señor; buscad, hijos, petacas para echar los despojos, que les habemos de quitar en la guerra, señores Hirípan y Tangáxoan. Tantos despojos habrá, que no tendremos en qué echallos. Mirá también el pueblo de Zacapu, donde estaba un señor llamado Carocomaco. Aquél no le viníe de ser señor, mas era de baja suerte y un pobre mendigo. ¿Dónde dejó de dormir, que no dormiese por todas las sierras, por soñar algún sueño? Y nunca tuvo revelación, ni sueño, y vino al pueblo de Zacapu, y empenzó a traer leña para los cúes de Querenda Angápeti. Y traía la leña, y poníala por todo el patio, y llegó al medio del patio a dormir con su leña, donde estaba el madero muy largo donde descendían los dioses del cielo y después durmió más adelante, en un asiento llamado Uánaquaro y así cada noche se iba llegando al cu de Querenda Angápeti. Y llegó donde estaba Sirunda Arhan, mensajero del dios Querenda Angapeti, y estando al pie del cu, tampoco tuvo sueños. Y después empenzó a sobir por las gradas dél. En cada grada dormía una noche por tener algún sueño, y faltaba poco para llegar a lo alto del cu, y vídole venir la diosa Peuame, mujer de Querenda Angápeti y dijo a Sirunda Arhan: "Ven acá; ¿no ves que sube un hombre, que llega ya acá, encima del cu? Yo no sé su nombre. Yo no sé cómo le tengo de nombrar, que no le conozco.
Mira que no sé donde está Querenda Angápeti. Ve a buscalle, y hazle saber deste hombre que sube encima de su cu." Y fue Sirunda Arhan hacia Meridión, donde tiene casa y mujeres Querenda Angápeti, y donde tiene su vino para beber, y atabales para bailar, y no le halló allí Sirunda Arhan y fue hacia poniente, y tampoco le halló, y fue hacia sententrión y tampoco le halló, y al infierno. Después que no le halló en todos estos lugares donde tiene sus casas, fue al cielo, donde él hace sus grandes fiestas, y estaba compuesto, que tenía un cuero de tigre en una pierna, y un collar de turquesas a la garganta, y una guirnalda de hilo de colores en la cabeza, y plumajes verdes y sus orejeras de oro en las orejas, y como Querenda Angápeti, vio venir a Sirunda Arhan, entrose a su casa a dormir, y echose a dormir, y estaba un viejo a la puerta que era portero, y llegó a él Sirunda Arhan, y saludole el viejo, y díjole: "Abreme." Díjole el viejo: "¿Qué dices señor? No tengo de abrir, que el señor Querenda Angápeti duerme, y quizá vienes tú a sacalle sus mujeres de casa." Y oyéndolo de dentro de casa Querenda Angápeti dijo: "Ven de largo, hermano, Sirunda Arhan.". Y el viejo como oyó hablar a Querenda Angápeti, dijo a Sirunda Arhan: "Señor, ya es levantado; entrá a él a ver lo que le quieres." Y como entrase, díjole Querenda Angápeti: "¿A qué vienes?" Díjole Sirunda Arhan: "¿Señor, tu mujer me envía y díjome: "Ve a buscar a Querenda Angápeti, que no sé dónde anda; que tuvieses por bien de ir allá alguna vez a tu casa, que un hombre ha sobido cerca de la entrada del cu, que no saba cómo se llama, que no sabe qué nombre le ponga, ni sabe qué es lo que pide.
" Respondió Querenda Angapeti, "Ya yo le he visto subir, y él no nos conosce a nosotros; aquel se llama Carocomaco. ¿Qué es lo que anda pidiendo? Toma estos atavíos que yo tengo, que son insignias de señor y será como yo; ve y dile, que está una mujer llamada Quenomen ques del pueblo de Uruapan, que es pobre como él, que por ahí anduvo a vender agua y se alquilaba para moler maíz en piedras, que entrambos se casarán y que no esté en Zacapu, que no ha de ser señor allí otro señor mas de yo; que no ha de estar otro en mi lugar, que yo me soy el señor en Zacapu; mas que se vaya a ser señor en Querésquaro, cerca de Zacapu, y su mujer que no esté con él, mas en otro pueblo llamado Quaruno, y que venga de veinte en veinte días donde está su marido para que se junten en uno, y que entonces engendrarán un hijo y que aquél no ha de ser señor, que han de estar muertos por los herbazales, y que a él solo ninguno le hará mal. Veis aquí, hijos, dijo Taríacuri, cómo Querenda Angapeti, ordenó lo que había de ser del pueblo de Zacapu, y por esto fue señor, en pasado, llamado Carocomaco, y ya es muerto; quedó su mujer, que es ya vieja, y dicen que se pone en lugar del marido, por decir que era señor, y dicen que ella manda el pueblo. ¿Donde se usa que las viejas ni las mujeres hagan traer leña para los cúes, ques oficio de los varones? Y hay allí muchos prencipales, con grandes bezotes de oro, de los cuales era de hacer traer leña para los cúes, ques oficio de los varones, y entender en las guerras.
Dicen que aquella vieja, llamada Quenomen, por hacerse temer, tiene dos bandas de negro por la cara, y que tiene a su lado una rodela y una porra en la mano. ¿Dónde se usa que las viejas entiendan en las guerras? ¿Por qué no entienden sus hijos? Estos agüeros tienen en Zacapu, porque no sacrificaban aquella vieja, y la descuartizaban y la echaban en el río. Allí tampoco en Zacapu ha de haber señor. Pues mirá hijos donde estaba Zurunban, mi suegro, en Tariaran que tiene los hijos siguientes: Zacapu, Aramen, que es el hijo mayor y Uaspe, Terazi, Cútsiqua, Tupuri, Hiuacha, Tzintzuni, Hanzina, Quaura. Y una hija llamarla Mauina. Dicen que aún vive, mas está ciego, que no ve. Todos sus hijos fueron malos, y se desparcieron por muchas partes. Zurunban, mi suegro, tiene la diosa Xarátanga, en guarda y aquella su hija llamada Mauina, es mala, que se iba al tiangues y hizo que le hiciesen en el tiangues una tienda o pabellón llamado Xupáquata y pusiese como ponían a la dicha Xarátanga en aquel pabellón hecha una cámara de mantas pintadas, y asentábase encinta de muchas mantas. Y estando en aquel pabellón, decía que le llamasen los mancebos hermosos que pasaban por el mercado, y todo el día se juntaba con ellos, dentro de aquel pabellón. Y decía que les dijesen: "Si yo fuera varón no me juntara con alguna mujer." Esto hacía aquella mujer. ¡Pluguiera a los dioses que la tomaran y la sacrificaran sus hermanos y la echaran en el río! Por esto no ha de haber señor en Taríaran donde está Zurunban.
Pues mirá, hijos en el pueblo de Tacámbaro, donde está por señor Cauiyancha, el cual no era señor mas oficial del cu, y ponía las ofrendas a los dioses, y favorescíale la diosa Xarátanga, y por eso es señor en Tacámbaro, y tiene dos hijos Tarando y Horotha. Ninguno destos ha de ser señor. Buscad hijos petacas para echar los despojos de la guerra. Esto pasa así, hijos, Hirípan y Tangáxoan; ya no tengo compañero para que entienda en la leña de los cúes, y en el servicio de los dioses. Yo solo soy Taríacuri: yo solo me quejo. Pues también los pueblos de Pungácuran y Siuinan y Aruzan y Capacuero borrado. Allí hay todos estos señores Cuazan, Hútaco hotzi, Tiunchunba y Zinguato, Hapúnduri. Cada día traen diferencias, y se quitan los términos y las sementeras, y toman todos arcos y flechas y abajaban los dioses del cielo a comer sangre, y flechábanse, y yo reñí con ellos, y enojáronse conmigo diciendo: ¿Qué es lo que dice Taríacuri? ¿Cómo no lo dice lo que dice confiando en la laguna? ¿Cuándo le daríamos de coces y le conquistaríamos? ¿Traigamos diferencias entre nosotros o compongámonos, qué se le da él? ¿Para qué nos dice nada? Estos plumajes que tenemos y atavíos no los quitamos a nadie por fuerza, mas dejáronnoslos nuestros padres, y por eso hacemos fiestas con ellos. Esto es lo que dicen en los dichos pueblos, que eran de los nuestros y por eso, no habrá más de tres señores que seréis vosotros. Id, hijos, y entrad en las casas de los papas, a vuestra vela y oración.
" Respondieron Hirípan y Tangáxoan: "Así será, señor, como dices." Y fuéronse a sus casas y empezaron a traer leña para los cúes. Todo este capítulo pasado tenía el cazoncí en mucha reverencia y hacía al sacerdote que sabía esta historia, que se la contase muchas veces, y decía que este capítulo era doctrina de los señores y que era aviso que había dado Taríacuari a todos ellos. XXIII Cómo los isleños enviaron un principal llamado Zapiuátame a ponerse debajo del mando de Taríacuri y fue preso, y cómo andaban paciendo saltos Hirípan y Tangáxoau con su gente Pasándose algunos días, pusieron una celada Hirípan y Tangáxoan con su gente en un lugar llamado Xanoatohucatzio, hacia la isla de Xaráquaro. En quebrando el alba, venía en una canoa de la isla un prencipal, llamado Zapiuátame, y tomó puerto con su canoa, y salía muy paso, y asió del Tangóxoan, que estaba en su celada y decía "paso que me lisiaréis" que le querían flechar. Y dijo: "¿Qué es de Taríacuri?" Y ellos enojándose con él, dijeron: "Mira qué dice. ¿A qué ha de venir aquí Taríacuri? Allá está en su casa Taríacuri." Respondió Zapiuátame: "Por eso lo digo, porque vengo a él." Y ellos dijeron: "Mira qué dice éste. Id a decillo a Taríacuri, nuestro tío, que Curicaueri ha tomado, y que basta aunque no es más de uno." Y fuéronselo a decir a Taríacuri, y saliendo los mensajeros y ellos le dijeron: "Tus sobrinos dicen que ha cativado Curicaueri no más de uno.
" Dijo Taríacuri: "Basta, aunque no sea más de uno." Dijeron los mensajeros: "Señor, dicen tus sobrinos que pregunta por ti." Dijo Taríacuri: "¿Hecístesle mal?" Díjole el mensajero: "No señor." Díjole Taríacuri: "Id a ellos; que aguijen el paso y que venga Zapiuátame, donde yo estoy." Y como llegasen sus sobrinos, andaban Taríacuri recibiéndolos y saludándolos y entrose en su casa, y hizo llamar al isleño que había cativado y sacáronle de comer, y comió toda la gente, y estuvo razonando Taríacuri dentro de su aposento, que no supo nadie lo que hablaban. Y desde a un rato, salió con una camisa blanca, vestido, y otra manta que le había mandado dar Taríacuri, y con su remo al hombro, y salió del aposento de Taríacuri, y despidióse de Hirípan y Tangáxoan, que estaban en el patio y díjoles: "Quedaos en buen hora, hijos." Y ellos le dijeron: "Señor, ve en buen hora." Y levantose Tangáxoan y dijo a su hermano Hirípan: "Hermano, mira cómo se va aquel que yo tomé." Díjole Hirípan: "Déjale, váyase que allí dentro debía de concertar algo mi tío." Y díjole Tangáxoan: "Aunque sea eso, pues cómo, ¿no le cativé yo?" Y llamólos Taríacuri y díjoles: "Vení acá, hijos." Y entraron a él. Y díjoles: "Id a vuestras casas, y haréis flechas hoy todo el día y mañana, y a la tarde me las mostraréis, y sean anchos los carcaxes donde las hechéis, que tengan cuatro apartados y poné muchas flechas en los carcaxes, que no sé qué nos vienen a decir de la isla de Xaráquaro.
No sé si vienen a hacer gente contra Curicaueri, nuestro dios, porque vienen con sus dioses, y dicen que se quieren venir a ponerse debajo del amparo de nuestro dios Curicaueri, y de miedo de la guerra, o por ventura, es ruido hechizo, y vienen a hacer gente tachado a pelear." Y fuéronse a sus casas Hirípan y Tangáxoan y hicieron aquellos dos días flechas con toda la gente, y el siguiente día, a la tarde, las trujeron a mostrar a Taríacuri, y pusiéronlas todas en el patio. Y tomábalas Taríacuri, y parescíanle bien y decía: "Estas flechas son dioses; con cada una déstas, mata nuestro dios Curicaueri y nos suelta dos flechas en vano." Y díjoles a Hirípan y Tangáxoan: "Id hijos a Xanoato hucatzio, donde señalaron que habían de venir los isleños; y tomá algunas espías, que estén encima del monte echados, y mirarán la laguna, si vienen algunos, y si los detienen otros. Si echan las espumas en alto con las canoas, tendréis por señal que dicen verdad los de la isla, porque dicen que no los dejan venir otros de otras islas; y si vienen sosegadas las canoas, entonces os levantaréis de vuestra celada, y volveos al pueblo, delante dellos; y si dieren grita, levantaréis todos de vuestra celada, y cuando los recebiéredes al desembarcar, soltaréis algunas flechas." Y dijeron sus sobrinos: "Señor, así será como decís." Y partiéronse en anocheciendo, y pusiéronse todos a las espaldas de un montecillo, y tomaron dos espías, y pusiéronse encima del montecillo, y a la media noche vieron cómo venían de la isla en sus canoas y otros que los detenían por las espaldas y no les dejaban venir, y traían sus dioses en las proas de las canoas, llamados Caro onchaga, Nuriti, Xarenaue, Uarichu Uquare, Tangachurani.
Y venían todos dando grita por medio de la laguna, y levantáronse los chichimecas y dieron grita, y pusiéronse encima del montecillo al desembarcadero, y echaron algunas flechas hacia los isleños, y detuviéronse los isleños, que venían tras los otros, deteniéndolos, y venieron de largo los de una isla, llamada Cuyameo, los viejos y viejas, y mochachos y otra mucha gente, y venieron todos donde estaba Taríacuri, el cual los rescebió a todos, y los saludó. Y sacáronles a todos de comer, y enviolos Taríacuri a poblar a un lugar llamado Ahterio, y hicieron allí sus cúes y las casas de los papas, y traían juntamente leña para los cúes de Curicaueri con los chichimecas. Y iban todos juntos a las entradas, y fueron todos juntos a una entrada, en un lugar llamado Tupu-parachuén y a otro lugar llamado Ichapetío y a Hiratzio y a Charanda Uchao y a Xarapen y no cativaron ninguno de sus enemigos, y tornáronse a Pátzquaro, y no hablaron a Taríacuri a la vuelta, mas fuéronse por la ribera de la laguna, a un lugar llamado Uaricha-hopotacuyo y fueron ansí haciendo salto a otro lugar llamado Sirumútaro y a Hopiquaracha, y a Pacanda acurucu y a Hatatetengua y a Tiríndini y llegaron muy cerca de Curínguaro y no llegaron al pueblo, y tornáronse a Pátzquaro. Y llegaron a un lugar llamado Paraxu, y pasaron a otro lugar llamado Paraquahacuparaca y hicieron allí grandes ahumadas para poner miedo en sus enemigos, y turbáronse los de Curínguaro viendo las ahumadas, que eran en sus términos.
Y trujeron canoas y entraron en ellas una mañana y empezaron de remar y tachado a dar grita y entraron tras ellos Hirípan y Tangáxoan, en canoas con su gente: y mataron y prendieron dos canoas de los de Curínguaro. Y fuéronse a un lugar llamado Quereta paratzicuyo en Michuacán, y hicieron allí grandes ahumadas y fuegos. Y sabiéndolo Taríacuri, espantase mucho que sus sobrinos habían entrado tanto en los términos de sus enemigos, y enviolos a llamar, y ellos hicieron leña y asaron muchos pájaros y ataron muchos conejos y venados y tuzas, y fueron donde estaban Hirípan y Tangáxoan los mensajeros, y saludaron los mensajeros y dijéronles que viniesen en buen hora. Y los mensajeros les dijeron: "Señores, vuestro tío nos envía." Y dijeron ellos: "¿Qué dice nuestro tío?" Dijeron los mensajeros: "Que vais a él, que os quiere hablar." Y ellos partiéronse luego, y llegando donde estaba Taríacuri, él los saludó y dijo que fuesen bien venidos, y ellos así mesmo a él, y diéronle toda aquella caza. Y díjoles Taríacuri: "Mucha pena me habéis dado. ¿Dónde habéis andado, haciendo fuegos y ahumadas? ¿Qué fuera si nos viéramos en algún trabajo, que tantos andáis, qué soís vosotros siendo tan pocos? Mira que está aquí Curicaueri y nuestros enemigos están aquí muy cerca de nosotros en Itzi-parámucu y Curínguaro. ¿Qué fuera si os llevaran a todos?" Respondieron Hirípan y Tangáxoan: "No, señor, padre, ¿quién nos había de llevar? Todo está sosegado; nuestras espías teníamos puestas.
" Díjoles Taríacuri: "Pues hijos, ¿que lugar es donde estáis?" Dijeron ellos: ".Muy buen lugar es todo; hay muy buenos árboles monteses, y andan conejos por allí y muchos venados y muy hermosos pájaros, que es lugar que convida para estar en él." Díjoles Taríacuri: "Pues hijos, ¿paresceos que estaréis allí bien?" Dijeron ellos: "Muy bien estamos, que allí trairemos leña para los cúes." Díjoles Taríacuri: "Pues estad en buen hora, hijos, y poné vuestras espías siempre, porque no haya alguna revuelta, que me daréis mucha pena y tristeza." Dijeron ellos: "No daremos, padre." Y sacáronles de comer y comieron, y hízoles sacar petates para las espaldas, para la leña que habían de traer del monte, y cinchos, y tornáronse donde estaban primero. Pasados algunos días, no sé dónde hubieron Hirípan y Tangáxoan maíz, de un lugar llamado Naranjan, que era muy bueno, y frísoles. De noche traían leña para sus fuegos, y de día la gente cavaba la tierra a la ribera de la laguna, en tierra temprana, y sembraron allí maíz y frísoles, y criase, hizo sus cañas el maíz, y los frísoles sus vainas. Y buscaron conejos y pájaros y venados, y fueron todos a llevar un presente a Taríacuri, que era aquello premicias y ofrendas de lo que habían cogido; y como los vio Taríacuri, recibiolos bien y díjoles que fuesen bien venidos, y ellos le saludaron también. Díjoles Taríacuri: "¿Dónde tomastes éstos?" Dijeron ellos: "De día labrábamos la tierra a la ribera de la laguna, y de noche traemos leña para los fuegos, y hicimos allí unas sementeras, y dijimos nosotros: ya se ha criado esto; vamos a llevar esto a nuestro padre para que ofrezca a Curicaueri.
" Díjoles Taríacuri: "Traigaislo en buen hora, hijos. Así, será que lo ofresceremos a Curicaueri. Y después comeremos nosotros de los relleves.". Y sacáronles de comer y tornaron a pasar la laguna donde tenían hecho su asiento. XXIV Cómo Curátame envió por Hirípan y Tangáxoan que hacían penitencia en una cueva y de la respuesta que dieron Pasaban muchas veces la laguna Hirípan y Tangáxoan, a traer presentes a su tío, y como hiciesen tantos fuegos y ahumadas en aquella parte donde estaban, violo Curátame, que era señor de Pátzquaro, y supo cómo habían ido a morar allá y que iban apropiando así aquella tierra, y llamó sus viejos, y díjoles: "Vení acá; id a mi padre y decidle que qué es lo que dice, que son sus hijos Hirípan y Tangáxoan. ¿Qué quiere decir esto? ¿Qué les en blanco. ¿Por qué dice que son sus hijos?" Y dijéronle a Taríacuri los viejos, lo que decía su hijo Curátame, y respondió: "Yo ¿que les tengo de haber mandado? Yo no sé lo que quiere hacer." Dijeron los viejos. "Por eso dice tu hijo Curátame, que dónde quieren ser señores, pues que ya él es señor, que envíes quien vaya por ellos, que no debe de ser sino lo que hacen de hambre, que Hirípan le sacará el orinal, que orina mucho con el vino que bebe de continuo, y que Tangáxoan, le tendrá la taza cuando bebiere, y que él les dará de comer, si lo hacen de hambre. Esto es señor lo que dice tu hijo Curátame." Respondió Taríacuri, y díjoles: "Yo no quiero enviar ni ir a decírselo: id vosotros y decidles de la misma manera que lo oístes, ¿y cómo se lo podrá decir el que yo enviare? Vosotros se lo diréis muy bien.
" Y partiéronse los que enviaba Curátame, y llegaron donde estaba Hirípan y Tangáxoan, que estaban sudando de hacer flechas, y tienen las orejas gordas y hinchadas de los sacrificios que habían hecho, y de la sangre que habían sacado dellas, y saludaron a los que enviaba Curátame y dijéronles: "¿A qué venís, hermanos?" Respondieron ellos: "Señores, vuestro hermano mayor nos envía a vosotros." Dijeron ellos: "¿Pues qué dice?" Dijeron ellos: "Señores, díjonos: Id a mi padre, que qués lo que dice, que él engendró a Hirípan y Tangáxoan, y qué, ¿son sus hijos?, que qués lo que les manda o dice donde tan lejos hacen ahumadas, que dónde han de ser señores, que ya él es señor, que si lo hacen de hambre, que envíe por ellos. Que yo bebo tanto vino cada día, que Hirípan me sacará el orinal, y Tangáxoan me tendrá la taza cuando bebiere." Como oyó esto Tangáxoan luego se paró muy bermejo de ira y dijo sin más esperar: "Mira qué dice Curátame. ¿Qué decimos nosotros? Decimos que habemos de ser señor. ¿Qué es lo que habla? Pues qué, ¿es ya señor? ¿Dónde habemos de ser señor nosotros? Y a lo que dice que andamos por aquí, no se le dé a él nada andemos como quisiéremos; no se cure de nosotros. ¿Para qué nos dice lo que nos dice? Nosotros andamos por hacelle a él señor, y andamos por dalle a beber vino. Emborráchese, emborráchese, y busque una gran taza con que lo beba sino hartare, buscá otra mayor taza, y si no se hartare, que le alcen sus mujeres en alto, y le zapucen en una tinaja de vino, y que allí se hartará, y que busque más mujeres, y vosotros que sois sus criados, buscáselas entrad de casa en casa, y llevadle las que tuvieren grandes muslos y grandes asientos, y hinchirá su casa della, y si no cupieren todas en casa sálgase fuera al patio a dormir, y hinchirse ha su casa de mujeres, y el pa y téngalas con una mano, y con la otra la taza.
Id a decíselo así do camino a nuestro tío Taríacuri. Si no es bien dicho lo que yo digo. Tangáxoan yo no lo digo por otra cosa, que nosotros andamos por hacer señor a Curátame y acrecentar su señorío." Oyendo esto los isleños, que estaban allí con ellos, apartáronse y estaban cabizcachos, oyéndolo, y fuéronse mensajeros, y de camino contaron lo que había hablado Tangáxoan y oyéndolo Taríacuri espantose de oíllo y dijo: "Miró, mirá, ya fuistes y trujistes vuestro merecido, que ellos por esto, andan por allá, y yo ¿qué les tengo decir? Vuestro merecido trujistes. Id y decírselo así a mi hijo Curátame." Y fueron los mensajeros y dijéronselo a Curátame, y oyéndolo él dijo: "Mirá qué dicen aquellos cobardes, y para pocos, seáis bien venidos. ¿Cómo osaran ellos de traer leña para los cúes? Y pasaron la laguna Hirípan y Tangáxoan, y vinieron donde estaba su tío, y díjoles Taríacuri: "Hijos, seáis bien venidos." Y ellos así mesmo le saludaron y pusieron allí la caza que traían, y dijo Taríacuri: "Señor Hiripan, bueno sería que fuese sacrificador mi hijo Hiquíngare. Como, ¿no sería bueno que pasase la laguna le llevásedes en vuestra compañía?" Dijo Hirípan: "No sé cómo quisieres. Padre" Díjoles Taríacuri: "Ahora id a él, a ver qué dirá, que quizá irá o quizá no querrá ir." Y fueron Hirípan y Tangáxoan a la casa de Hiquíngare y como él los vio, dijo: "Seáis bien venidos, señores." Y andaba por casa para ponelles sillas, y díjoles: "¿Pues qué hay, hermanos? Habéis os mostrado a nuestro padre? ¿Habéis parescido delante dél? Dijeron ellos: "Ya nos mostramos, señor.
" "¿Pues qué hay?" Dijeron ellos: "Dice vuestro padre que habiades de ser sacrificador." Y dijéronle todo lo que decía su padre. Y oyéndolo Hiquíngare dijo: "Verdad dice mi padre. Mucho ha que os quería ir a ver, y aún no me había partido y porque mi padre no lo hable en balde, yo me voy delante, y vosotros me alcanzaréis." Y hizo atar sus arcas que estaban llenas de flechas, y tornaron con la respuesta Hirípan y Tangáxoan a Taríacuri. Y él como los vido, dijo: "Pues hijos ¿no quiere?" Dijeron ellos: "No, padre, mas vase delante." Díjoles Taríacuri: "Pues id, hijos. Coma hierbas y cardos Hiquíngare: vosotros tres seréis señores. Coma mi hijo hierbas: ya le lleváis con vosotros." Y fuéronse Hirípan y Tangáxoan y tornaron a pasar la laguna, y traían leña para los cúes, y fueron a un lugar llamado Patuquen y estaban allí en una cueva, y allí traían rama con toda la gente, y andaban también mujeres a traer rama para los fuegos y comían Tangáxoan y Hirípan maíz tostado que no querían más y Tangáxoan escomenzó a tostar maíz seco en el rescoldo y comían aquel maíz tostado, y Hirípan había ido por hierbas y trujeron muchas de aquellas hierbas llamadas hapúputa xaqua, y Hirípan le sacaba el maíz tostado de la lumbre y se lo daba en la mano a Hiquíngare, y lo mismo hacía Tangáxoan, y dábale uno una vez y otro otra, y no comían los dos hermanos Hirípan y Tangáxoan, mas tenían en la mano el maíz tostado para dar a Hiquíngare.
Y ellos no comían más de aquellas hierbas, y tenían unos bezotes chicos de palo, y tenían las hierbas en la boca y díjoles Hiquíngare. "Hermanos, parece que no coméis maíz, y que me lo como yo solo, y vosotros no coméis nada." Oyéndolo Hirípan, empezó a llorar fuertemente, y echole los brazos encima y díjole: "Mirá, señor Hiquíngare, que no te nos huyas, que si te huyes, ¿cómo nos ver tu padre? Si no te hallares bien aquí, pídenos licencia, y nosotros te llevaremos al pueblo; que nosotros, esta manera tenemos de comer." Y empezaron los dos hermanos a llorar, Hirípan y Tangáxoan. Y díjoles Hiquíngare: "Callad, hermanos, que me hacéis saltar las lágrimas de los ojos." Y tenían los labios llenos de tierra y de polvo de las hierbas. XXV Cómo Taríacuri dio a su sobrinos y hijo una parte de su dios Curicaueri, y cómo los quiso flechar, por unos cúes que hicieron, y de la costumbre que tenían los señores entre sí, antes que muriesen Después que estuvieron allí algunos días, desta manera pasaron la laguna, y llevaron un presente a su tío, y él como los vio, rescebiolos muy bien y díjoles Taríacuri: "Vení acá, hijos, ¿qué lugar es donde traéis leña para los fuegos de los dioses?" Respondieron ellos: "Padre, no hacemos sino traer leña y ponella por allí." Díjoles Taríacuri: "Yo os quiero dar una parte de Curicaueri, ques una navaja de las que tiene consigo, y ésta pondréis en mantas, y la llevaréis allá, y a ésta traeréis vuestra leña, y hareisle un rancho y un altar donde pondréis esta navaja.
" Y partiéronse con su navaja y pasaron la laguna y empezaron a hacer un cu, y una casa de los papas, y la casa llamada del águila, y una trox a la navaja que les dio Taríacuri. Y después que fue todo acabado, dijeron los dos hermanos: "¿Qué haremos, que ya está todo acabado? Vámoselo a decir a nuestro tío." Dijeron pues: "¿Quién irá? Vaya Hiquíngare." Dijo Hiquíngare: "Yo para qué tengo que ir? ¿Suélome yo por ventura llegar a él, ni tengo conversación con él? Id vosotros, vaya Tangáxoan." Y no osando ir Tangáxoan, dijo que fuese Hirípan. Y después determinaron de ir todos juntos y que oyesen todos lo que les diría. Y pasaron la laguna, y llegaron donde estaba Taríacuri y díjoles: "Seáis bien venidos, hijos. Paresce que venís tristes: decidlo presto lo que queréis si os ha acontecido algo." Hirípan contole, cómo habían hecho el cu y la casa de los papas, y la casa del águila, que era la casa donde hacían la salva a los dioses, y la trox donde se habían de guardar sus atavíos, y estaban todos tres juntos, cuando se lo contaba, y oyéndolo Taríacuri, se enojó mucho, y empenzó a deshonrarlos y díjoles: "Bellacos, ¿qué soberbia os tomó? Mochachos, mocosos, ¿quién os dijo id haced cúes? ¿Ya los habéis hecho? ¿Qué habéis de sacrificar en ellos? ¿Han de ser algunas mantillas que habéis de poner en la puerta? ¿Es por ventura nuestro dios Curicaueri, como los otros dioses comunes y como los dioses primogénitos, que le habéis de echar vino en una taza y ponérsela a la puerta, o algunos tamales que le habéis de poner en ofrenda a la puerta, o pan de bledos? ¿Qué soberbia os tomó? ¿Qué habéis de hacer de los cúes que habéis hecho? Que los han visto ya los dioses desde el cielo, y los dioses de las cuatro partes del mundo, y el dios del infierno y la madre Cueratiáperi.
" Y tomando su arco y flechas que tenía a la entrada de su aposento, dijo: "Estos bellacos; yo estoy para flecharos a todos." Y puso una flecha en el arco, y como ellos lo viesen, lavantáronse todos de presto, y saliéronse de casa, y soltó la flecha tras ellos y dio un golpe en la pared y resurtió, y Hiquíngare volvió la cabeza atrás a ver si le había herido, y fuéronse a sus casas, y iban tristes, y no hablaban ninguno dellos. Y iba delante dellos Hirípan, y llegando a su casa, pusiéronse todos mustios, las cabezas bajas, y después fuéronse por leña para los cúes. Era ya media noche y estaba Taríacuri en la casa de los papas a un rincón arrimado, en su vela, y llamó sus viejos y dijo: "Chupítani, Tecaqua, Nuriuan, vení acá, decí, ¿qué haremos por lo que han hecho mis hijos?" Dijeron los viejos: "Mándalo tú, que eres señor." Dijo Taríacuri: "¿Qué tengo de decir?, ¿que mis hijos no tienen culpa?, ¿que no lo hicieron de su autoridad, sino que yo les di aquella piedra? Pues ve, Chupítani al señor de la isla de Pacandan, llamado Uarápeme: dile que ya somos viejos y cansados, y que queremos ya ir al dios del infierno; pues que dónde tomaremos a la partida gente que llevemos con nosotros para nuestro estrado, y dirasle que te señale dónde ha de ser la pelea, en una sementera de maíz verde, a la ribera, y que si yo matare allí a los suyos, que aquellos que murieren será mi cama y estrado para mi muerte, y que si él matare de los míos, que también será estrado para su muerte.
Que dónde los habemos de llevar a la partida." Acostumbran los señores e señoras cuando moría de matar mucha gente consigo, que decían que los llevaban para el camino, y que aquellos eran su estrado y cama y encima dellos los enterraban. Mataban algunos hombres, y echábanlos en la sepultura y encima de aquéllos ponían al señor muerto, y sobre él, ponían más muertos, así que no llegaba la tierra a él. Aquellos muertos decían que era estrado de aquel señor que moría. Por eso Taríacuri envió al señor de Pacandan que era viejo, que tuviesen pelea los suyos unos con otros, por tener estrado de sus gentes, cuando los enterrasen, y hacíanlo también porque le diese el señor algunos de los suyos para sacrificar en aquellos cúes, que habían hecho sus sobrinos, como se los dio de miedo, o por aquella costumbre que tenían entre sí los señores. Y envió de los suyos, por traición, para que los cativasen la gente de Taríacuri, para el sacrificio y dióselos para que no le matase toda su gente. Pues partió Chupítani, y tomó puerto a la media noche, y cuando llegó, ya dormían todos, y el señor de la isla estaba en la casa de los papas, a un rincón, en su vela. Y llegóse Chupítani y empezó de atentar y dijo: "Señor, despierta un poco, que vengo a ti." Díjole Uarápeme: "Eres Cbupítani?" Respondiole e dijo: "Sí, señor." Díjole Uarápeme: "¿A qué vienes?" Y contóle lo que decía Taríacuri y oyéndolo empezó a llorar y dijo: "Muy mal lo hace Taríacuri, que no mira la miseria que tenemos, que quiere que nosotros seamos principales de los que se han de sacrificar en el cu nuevo de Michuacán, que aún no ha conquistado ningún pueblo, y yo con los míos empienzo primero a estrenar los cúes, y tenemos de ser sacrificados en el cu de Querétaro.
Pues sea así: ¿qué tengo de hacer? Ya se lo ha hecho saber Taríacuri a los dioses del cielo, del sacrificio que quiere hacer de los míos. Dile a Taríacuri que tengo una sementera de maíz de regadío, a la ribera de la laguna; que enviaré cien hombres, que como los pasare la laguna un prencipal, que enviaré con ellos uno llamado Zipincanaqua que él y los remeros cuando se volvieren alzarán el agua con los remos hacia arriba, que aquel alzamiento tenga por señal que está la gente a la riba, regando la sementera, y que así cativará de los míos." Y volviose con la respuesta Chupítani, y hízolo saber a Taríacuri y arrepentiéndose el señor de la isla de lo que había dicho, elijo: "Yo desatiné en lo que dije." Entonces envió aquel dicho prencipal llamado Zipin canaqua, y díjole: "Ven a Hirípan y Tangáxoan, que dicen que están en Quereta-ychahrsicuyo, y dirasles que no sean más de sesenta." Y partiose Zipin canaqua con otros y llegó donde estaban Hirípan y Tangáxoan y entrando en su aposento, dijeron ellos: "¿Quién anda ahí?" Que era de noche. Y respondió Zipin canaqua: "Señor, nosotros somos." Dijéronle Hirípan y Tangáxoan. "¿Qués lo que queréis?" Respondieron ellos: "Señores, envíanos Uarápeme, señor de Pacandan y díjonos: "Id a Hirípan y Tangáxoan, que dicen que están aquí cerca. Qué desatino, que señaló ciento; que no sean tontas, mas sesenta." Respondieron ellos: "No sabemos lo que os decís. No os entendemos. ¿Qué cosa es ciento?" Dijo Zipin canaqua: "Señores, no lo sé: desta manera me lo dijeron.
" Dijeron ellos: "¿Y lo que decís de sesenta?, no sabemos nada. Ve a nuestro tío, que quizá él lo sabrá." Dijo Zipin canaqua: "Señores, no tengo de ir, allá no me dijeron que fuese a vuestro tío; id vosotros a decídselo." Dijeron ellos: "Vete de ahí." Dijo Zipincanaqua: "Señores, si vosotros no se lo fuéredes a decir, basta que yo os lo digo a vosotros." Y fuese con su remo al hombro a su casa, y dijo Hirípan a Tangáxoan: "Hermano, mira que se va aquél; ¿qué haremos? Ve, pase la laguna Hiquíngare y váyaselo a hacer saber a nuestro tío. Ya entendiste lo que dijo aquél." Y dijo Hiquíngare: "Yo no tengo de ir; vaya Tangáxoan." Y Tangáxoan no quiso ir. Dijo que fuese Hirípan y determinaron de ir todos tres. Y pasaron la laguna y llegaron donde estaba Taríacuri y a la sazón que llegaban, estaba Chupítani contando la respuesta de Uarápeme, señor de la isla de Pacandan. Y ellos empezaron a contárselo lo que había venido a decir Zipincanaqua. Díjole Taríacuri: "¿Pues qué les dejistes?" Respondieron ellos: "No le dijimos nada, enviábamos él para que te lo hiciésemos saber, y no queríamos venir." Dijoles Taríacuri: "¿Pues qué le dejistes?" Respondieron ellos: "No le dijimos nada." Dijo él: "Discretos sois: vení acá, y mandaros he lo que habéis de hacer. Estas palabras que oistes, mías son. El señor de Pacandan señaló cien hombres, y paresce que torna ahora a decir, que sean sesenta. ¿Cómo lo habiades de entender? Id a Araueni, donde señalan que han de venir a regar una sementera.
Y tu Hirípan óyeme. Tú que eres el mayor, irás por la ribera de la laguna a un lugar llamado Patuquen, y por otro lugar llamado Hiuatzi harata, y tomarás otro lugar llamado Syuango, y allí pondrás tu celada. Y tú Tangáxoan, que eres el menor, irás por el camino derecho, y irás por Hiuatzi xanchacuyo, y darás sobre ellos y miraréis a la laguna aquel principal llamado Zipincanaqua que estará en la laguna en una canoa, y alzará el agua con los remos, que será señal cómo está gente a la ribera, y así los cativaréis." Respondieron ellos: "Así será como nos dices, señor." Y pasaron la laguna y luego de mañana hicieron flechas y en anocheciendo, partiéronse a la guerra y fueron por donde les dijo Taríacuri. Que era todo muy fragoso que estaba cerrado el camino con zarzas y pusiéronse en sus celadas, y amanesció y venieron los de la isla a regar su sementera, y habían ya pasado todos, que estaban en la ribera sesenta hombres, y tornose con las canoas Zipin canaqua y estando en medio de la laguna, alzó el agua hacia arriba, como estaba concertado. Entonces levantáronse todos a una, y dieron todos grita, y como no tenían donde ir los de la isla, cativaronlos a todos, y lleváronlos al cu nuevo de Querétaro. Y iban todos haciendo gran ruido y cantando, y trujeron cuarenta a Pátzquaro para sacrificar en los cúes, y sacrificaron veinte en el nuevo, para la dedicación de aquel cu, y así pasó aquella fiesta de la dedicación de aquel cu. Y empezaron otra vez a traer leña para los cúes, y tornaron a cativar más de la dicha isla, y hicieron otra entrada en un pueblo de Curínguaro llamado Itziparámucu, y cativaron cien hombres.
" Y contáronle su embajada. Respondió el viejo: "Razón tiene mi hijo porque es señor. Decidle que luego voy por la mañana, y que yo llegaré allá a comer, que aún no le he dado ningunos plumajes; esto le diréis." Y luego en amaneciendo, ataron todos los plumajes que había de llevar a su hijo, y mucha comida, y dijo Taríacuri, a sus mujeres: "Vamos, que allá comeré, en casa de mi hijo: dicen que me llama". Y partiéronse. Y iban delante del sus viejos, y llevaba una manta de plumas de patos puesta, y una guirnalda de trébol en la cabeza, y muchos plumajes, que llevaba para su hijo, el cual se había levantado muy de mañana, y había bebido y estaba ya borracho, y andaba bailando dentro de casa. Y como llegase cerca Taríacuri, salióle a recibir su hijo, que se iba cayendo, y iba compuesto de fiesta, sonando con sus cascabeles, y saludó a su padre y díjole que fuese bien venido. Y Tarícauri le dijo: "Estés en buen hora, señor". Y como llegó a su casa, sacole luego de beber y bebió cuatro tazas de vino blanco de maguey, y como no había comido nada, luego se tomó del vino, y emborrachose y díjole Curátame su hijo: "Seas bien venido, padre. Aquí habemos de platicar un poco". Y díjole su padre: "Que me place, hijo, ¿qué quieres decir? Ya sabes como habemos vuelto de la persecución. Todos se juntaron para me perseguir. ¿No es esto lo que quieres decir? ¿Qué más habemos de platicar?" Entonces asióle de la garganta su hijo y dijo: "¿Qué dice este viejo?" Y dió con él un golpe en la pared y díjole: "¿Eres tú el señor? ¿Para qué tienes gana de hablar? Vete a la laguna; vete a la laguna, que isleño eres.
" Y diole otro golpe y dijo: "¿Por qué tienes soberbia? ¿Eres señor?" Y ensañose Tarícauri, porque era valiente hombre. Díjole: "Sí, así es, yo no soy señor, soy isleño; cómo, ¿tú eres señor? Tú de Curínguaro eres, y una parte tienes de un dios Tangachuran: tú, advenedizo eres: vete a tu pueblo de Curínguaro. Yo no soy señor, ni tú eres señor; aquí están los que han de ser señores, que son Hirípan y Tangáxoan. Estos son los señores verdaderos." Y volviose a su casa Tarícauri, y tornaron a traer todo los plumajes que llevaba para dar a su hijo, y no vino a Pátzquaro, mas fuese a un barrio de Pátzquaro, llamado Cutu, donde estaba un principal, llamado Taríachu, y dejole su casa a Taríacuri y vino a Curátame a ser señor en Pátzquaro. Y andaban siempre en el monte Hirípan y Tangáxoan, que traían leña para los cúes. Y pasándose un año, tomó Curátame un malhechor, y al decimoquinto día entró con él para ayunar en la casa de los papas, como tenían costumbre. Y siendo ya la vigilia de la fiesta, llamó Curátame sus viejos y díjoles: "Id a mi padre Tarícauri, que venga a ver mi fiesta y llamá también a mis primos Hirípan y Tangáxoan que vengan a mirar, que quiero salir de ayuno, y verán cómo se prueban este malhechor, y un truhán que han de pelear". Y fueron los viejos a Tarícauri y dijéronle lo que decía su hijo. Respondióles y díjoles: "Decidle que salga, y que baile, que yo voy". Y fuéronse los mensajeros, y llamó Tarícauri todas sus mujeres y díjoles: "Madres, ¿a qué han venido aquí? Vamos a la fiesta.
¿Habéis hecho algo de fiesta?." Respondieron ellas: "Sí señor." Y trujéronle a mostrar lo que habían hecho; muchas maneras de pan y muchas frutas. Y llamó sus viejos Chupítani, Tecacua y Nuriuan, y díjoles: "Vení acá, a ver cuál es mejor, la fiesta que nos venieron a decir, o esto todo que está aquí: todos estos mantenimientos." Respondieron ellos: "Señor, aquélla es sino una fiesta que se cansan de mirar, y hace viento que ciega los ojos, y todo el regocijo es sino una mañana, y esta comida muy mayor cosa es. ¿Quién se podrá sufrir sin comer? Que todo esto es como leche con que se crían los hombres. ¿Quién se podrá sufrir un día y una noche sin comer? ¿Quién podrá dormir? Aunque sea un niño que anda a gatas, dándole un pedazo de pan lo come." Díjoles Taríacuri: "Así es la verdad. Vení acá, mujeres, y torná a meter esta comida en casa. Vamos nosotros al barrio llamado Tzacapu hacurucuyo, allí seremos espías, porque no vengan nuestros enemigos de la laguna, y entre tanto hará su fiesta el que es señor y dé de comer a los dioses y nosotros nuestra fiesta e ser espías de los isleños." Hirípan y Tangáxoan tampoco fueron a la fiesta, mas fuéronse a un monte llamado Xanoato hucatzio a tener allá su fiesta, en esperar sus enemigos de la isla, mientras hacía su fiesta Curátame. Y dijeron: "Ya se lo habrá hecho saber nuestro tío; él irá a la fiesta. ¿Para qué quiere que veamos su fiesta Curátame?" Y fuéronse con toda la gente de guerra, y llevaban dos banderas, y ya era partido Taríacuri por otro camino, y llegose con los suyos al pie del monte del barrio llamado Tzacapu hacurucuyo, y dijeron los viejos de Tarícauri: "Tornemos algunos espías de nosotros, y pondrémonos a trechos para atalayar, para ver por dónde vienen los isleños, porque no nos tomen aquí como muchachos, pues estamos aquí con mujeres.
" Y tomaron algunos que fuesen a ser atalayas, y siendo ya hora de comer, dijeron Hirípan y Tangáxoan que estaban en sus celadas, una de aquel lugar donde estaba Taríacuri con los suyos, holgándose: "Levantemos a nuestro dios Curicaueri, que ya es medio día, porque no tengamos nosotros la culpa desto." Y juntáronse todos, y pusiéronse unos cobertores de hierba encima de las cabezas, y venían todos en dos alas por dos caminos hacia el pueblo, y viéronlos venir los viejos que estaban en atalaya, y dieron voces que venían sus enemigos que lo fuesen a decir a Taríacuri, que se fuese delante por amor de las mujeres: que venían dos escuadrones, y venían encobiertos las cabezas con hierba, y venían agachados. Y las mujeres, como oyeron estas nuevas, que no las habían acabado de decir, huyeron todas por muchas partes hacia el pueblo, y levantaron gran polvareda a la ida, y había gran ruido en liar las alhajas y xicalas que tenían para dar de comer, y miraron desde lo alto de la cuesta Hirípan y Tangáxoan, y echaron de las cabezas la hierba con que venían cubiertos, y pensaron que eran sus enemigos, que les tenían alguna celada, viendo el polvo, que se levantaba. Y levantaron sus banderas y conosciendo las banderas las espías, dijeron: "De los nuestros son: ídselo a decir a Taríacuri porque no caigan las mujeres y se lisien, que no son sino Hirípan y Tangáxoan." Y oyéndolo Taríacuri, tomóle gran risa, y dijo a sus mujeres: "Sosegad, madres, que no son sino mis sobrinos.
" Y riendo mucho, dijo: "¿Por qué no somos más esforzados? Id a rescebir a mis sobrinos, y decidles que aguijen el paso." Y llegaron Hirípan y Tangáxoan donde estaba Taríacuri, y saludólos su tío. Y traían las espaldas desolladas de las ramas por donde entraban, que era monte, y no venía toda la gente. Y díjoles Taríacuri: "Gran miedo nos tomó a todos con vuestras madres. Mira qué esforzados somos, que pensamos que érades de la laguna." Dijeron ellos: "Ya lo vimos, señor." Y dijo Taríacuri a sus mujeres: "Madres, ¿no sobró algo de la comida que se perdió?" Y dijeron ellas que sí había sobrado. Y díjoles Taríacuri que lo trujesen, que sus sobrinos venían muertos de hambre, y que comerían todos. Y trujeron de comer de muchas maneras de comidas a Taríacuri y comía aparte, y mandó llevar de comer a sus sobrinos y comieron. Después de comer, llamólos y díjoles: "Vení acá, hijos. ¿Cómo venís tan pocos? ¿Cómo, no sois más?" Respondieron ellos: "Señor, partímonos en dos partes." Y díjoles Taríacuri: "¿No os hicieron saber de la fiesta de Curátame?" Dijeron ellos: "Sí señor. Ya nos lo hecieron saber, y nosotros dijimos: "¡Vámonos a tener nuestra fiesta a otra parte, entre tanto que el señor hace su fiesta." Díjoles Taríacuri: "Por eso vine yo también aquí, por no hallarme en su fiesta." Díjoles: "Hijos, id allá, que aún es de mañana, que sois mancebos, y tenéis vista, y veréis los juegos y estaréis allá mañana, y esotro día os vendréis, y al cuarto día, vendréis donde yo estoy, y no se os olvide, hijos.
" Dijeron ellos: "Señor, no habemos de ir allá, ¿dónde habemos de estar?, que anda mucha gente común, y todos se orinan por allí, que hiede todo aquel lugar, y todo anda revuelto de mujeres. Allí nos queremos ir, donde nos heciste el cu y la casas de los papas. Sobiremos al monte a hacer rajas para los fogones, y estaremos estos días en las casas de los papas en vela" Díjoles Taríacuri: "Señores Hirípan y Tangáxoan, ¿dicislo de verdad?" Dijeron ellos: "De verdad lo decimos." Y dijo Taríacuri a sus mujeres: "Madres: apartaos, que mis hijos quieren hablar un poco." Y díjoles: "Llegaos acá, Hirípan y Tangáxoan, ¿decís de verdad lo que dejistes?" Dijeron ellos: "De verdad lo decimos." Díjoles Taríacuri: "Mirá que si no lo decís de verdad, que no viviréis mucho tiempo. Mirá, pues, si lo decís de verdad." Y ellos oyendo esto, paráronse cabizcachos y maravilláronse. XXII Cómo Taríacuri avisó a sus sobrinos y les dijo cómo habían de ser señores y cómo había de ser todo un señorío y un reino por el poco servicio que hacían a los dioses los otros pueblos y por los agüeros que habían tenido Díjoles el viejo: "Si decís verdad que no queréis ir a las fiestas de mi hijo, oídme: Vosotros, señores, tres señores habéis de ser. Hirípan sería señor en una parte, y Tangáxoan en otra, y mi hijo menor llamado Hiquíngare en otra parte." Y a la sazón, era sacrificador Hiquíngare, hijo de Taríacuri, y el viejo, asiéndoles de la oreja, les empezó a decir a sus sobrinos desta manera: "Buscá petacas en que habemos de echar las cosas, con las cuales fueron señores.
No habrá ya más señores en los pueblos; mas todos morirán y estarán sus cuerpos echados por los herbazales. ¿Con quién tengo yo de hablar en el servicio de los dioses? Mirá esta laguna donde están los isleños. ¿Cómo los habemos de conquistar? ¿Es por ventura algún río y podrase acabar? ¿No veis que es tan gran laguna y tienen su asiento hecho? ¿Qué habemos de hacer con los isleños? Oídme lo que os dijere. Ya es muerto el señor de la isla, llamado Carícaten, y su hijo llamado Quata fue un poco señor. Aquél hace traer un poco de tiempo leña para los cúes, y murió y quedaron sus hijos llamados Cuynzurumu y Utume, y una hermana suya llamada Tzitzita. Ninguno destos isleños ha de ser señor. Ahí está Quata, mas no le obedecen y ahí está el señor de esotra isla de Pacandan, llamado Uarápeme, que ya murió su padre, llamado Zuangua y en Curínguaro ya es muerto el viejo Chánshori, y están allí sus hijos por señores, Candó Huresqua y otro llamado Sica y otros llamados Zinaquaui y Chapa. Todos éstos traen diferencias, sobre el señorío. Ninguno destos ha de ser señor: Todos estos morirán en la guerra, que uno dellos, llamado Chapa, una cosa me dijo de importancia: que era esclava su madre y no le obedecen por haber nacido de parte de esclava." Y yo le dije: "Chapa, ¿cómo no eres señor? Señor hermano, esclava es tu madre, mas tu padre señor era. Yo te quiero dar una parte de mi dios Curicaueri: a éste trairás leña del monte." Decía en su tiempo esta gente, que los que habían de ser señores que habían de tener consigo a Curiacaueri, y que si no lo tenían que no podían ser señores.
Y por eso le guardaban los señores, con mucho cuidado, y después sus hijos. Y como le dio, aquella parte de Curiacaueri, llevola y púsola en Tetepeo. Allí tomó muchos esclavos Curicaueri y trujo, en veces, doscientos esclavos Chapa de la guerra, y ansí fue ensanchando su señorío. Y de allí tomo a Curicaueri y llevole a un lugar llamado Arangnario, y de allí fue destruyendo Curicaueri hasta Tiripitío. Y sabiendo los de Curínguaro, diéronle una señora por mujer, y por esta causa partía los esclavos que tomaba en la guerra. Y tomando algunas veces cien esclavos, no traía más de cuarenta aquí, a Pátzquaro, y llevaba los otros sesenta, a Curínguaro. Y después empezó a traer no más de veinte esclavos, y después no más de cinco, que todos los llevaba a Curínguaro. Y otras veces tomando ciento, no traía más de uno solo, aquí a Pátzquaro, y todos los llevaba a Curínguaro. Y yo tornele a enviar su esclavo y díjele: "Chapa ¿por qué tienes soberbia? ¿Para qué traes no más deste esclavo? ¿Dónde los llevaste todos, que tú cien esclavos tomaste? ¿Tomáslos tú? ¿No está aquí el dios Curicaueri que los toma? Por hacerte merced, te di parte de Curicaueri. Tórnate a llevar tu esclavo; no lo haces sino porque te dieron en Curínguaro una señora, y por eso los partes los que tomas." Aquí también sacrifican, y no se seca la sangre de los sacrificados, que de contino está reciente, porque de contino sacrificamos. Y como le envié su esclavo, temió, y tomó a Curicaueri y llevole a un monte llamado Tarechahoato, a un pueblo llamado Xenguaro, y allí tomo un buen pedazo de tierra Cuaricaueri que conquistó.
Y de allí, llevole más adelante, a un lugar llamado Hucariquareo. Allí también conquistó otro pecado, donde están unos cúes, cerca de Yayangareo, en el camino de México, y de allí tornó a Curicaueri y llevole a Hetúquaro. Allí conquistó un pedazo de los otomíes que moraban por allí, y de allí llegó a tomar su asiento en el pueblo de Araró. Y como estuviese con él Curicaueri: Ya yo, hijos, estaba arrepiso, diciendo que no quisiera haber dado parte de Curicaueri, diciendo: ¿Cómo ha de ser rey, Chapa? Que ya le conoscen los dioses del cielo, y los dioses de las cuatro partes del mundo, y yo, ya pensé que aquél había de ser rey, y por eso me había arrepentido. Ya hijos es muerto Chapa, y dejó los hijos siguientes: Hucaco, Hotzeti, Uacús quatzita, Quanirescu, Quatamaripe, Xarácato. Todos estos son ahora, y traen contiendas entre sí sobre el señorío, y han partido los plumajes entre sí, y cada uno por sí, hace sus fiestas, y bailan todos un baile llamado tzitzique uaraqua, y otro llamado Ariuen, y otro llamado Cherequa, y el sacerdote mayor, que estaba mayor, que estaba deputado sobre la leña de los fogones del dios del fuego, que tinía las insinias de sacerdote, una calabaza a las espaldas y una lanza en el hombro, que tinía la gente en cargo sobre sus espaldas, y era de su oficio no emborracharse, dejó todas sus insignias, la calabaza y la lanza, y la guirnalda de hilo que tenía en la cabeza, y las tenacetas del cuello, y saliose de las casas de los papas y metiose entre la otra gente tachado tachado común y empieza a bailar, con ellos, aquel baile llamado tzitziqui uaraqua.
El sacrificacor, considerando esto, él que tenía también ensinias de sacerdote, una calabaza a las espaldas, dejolo todo, y marchose con la otra gente a bailar el baile llamado tzitziqui uaraqua. También el sacerdote llamado Thiuime, que estaba deputado sobre gran cosa, de llevar los dioses a cuestas, y estaba en el cu, que tañía la bocina en el cu a la media noche abajose del cu, y entrose entre la gente y empieza a bailar con ellos el dicho baile. Así mesmo Las mujeres que estaban encerradas, deputadas para hacer ofrendas a los dioses, saliéronse todas de su encerramiento, y entráronse entre la otra gente, y empezaron a bailar el dicho baile, y ansí se hicieron todos unos y lleváronlas por ahí, y juntáronse con ellas. Esto todo se hacía allí en Hetúquaro, y no pasaron muchos días que las llevaron por diversas partes y casáronse con ellas, y cada una traía, desde ha poco tiempo, su hijo a las espaldas, en sus cunas y por esto que se hacía, por haber dejado el servicio de los dioses, tuvieron muchos agüeros, que en las casas salían espadañas y hierbas y hacían las abejas panares, en una noche sola, que a la mañana estaban colgadas en sus enjambres de las trojes, y empezaron los árboles en blanco aun hasta los chiquitos de tener fruto que las ramas apesgaban hacia la tierra, y empezaron los maguéis, aun hasta los chiquitos, de echar en medio másteles largos, que parescían maderos, y empezaron hasta las mochachas pequeñas de empreñarse, que aun no habían dejado la niñez, y tenían ya las tetas grandes, como mujeres, por la preñez, y así niñas como eran, traían hijos a las espaldas en sus cunas, y empezaron las mujeres mayores de parir piedras de navajas, y no hacían sino parir navajas negras, y blancas, y coloradas, y amarillas, todo esto, parían y empezaron a hacer cúes por todas partes y estaban todos cercados de rajas de encina y empezáronse a emborrachar, y llamaban las madres de la nube negra, madre de la nuble blanca, y otra madre de la nube amarilla, y otra madre de la nube colorada.
Y estaban todos esparcidos, emborrachándose como que no hubiera ningún viejo en el pueblo que les dijera: Hijos ¿qués esto que hacemos? En el tiempo pasado no solía ser así. Hagamos nuestra oración en la casa de los papas y velemos y traigamos leña para los cúes. Mira los agüeros que tenemos que no es buena señal, pues todo se perdió en Hetúquaro, el servicio de los dioses. Y allí tampoco ha de haber rey, y todo está desierto, porque no llovió un año. Y como eran de los nuestros, todos se perdieron por hambre, que el señor de Arar llamado Therucicata, y otro llamado Thiacari, los llevaron por esclavos y por los males que hacían en Hetúquaro, castigaron los dioses. Ya vi, en ello, que dieron hambre, que el que tenía cinco hijos, empezó a vendellos, y daba por un poco de maíz un hijo y dos tamales, y en acabando de vender los hijos, vendían la mujer y dábanle un tamal: y a la postre no teniendo que dar, se vendían a sí mismos, porque les diesen de comer. Y esto es que hizo un señor, llamado Thecuricata, y otro Thiacari de Araró, y por esto quedó desierto Hetúquaro. Así mesmo, en el pueblo de Uaniqueo, murió el señor llamado Sicuindicuma, y dejó sus hijos, llamados Cocópara, y Uacús quatzita Tzancapari. No ha de ser señor ninguno dellos; mas ha de quedar todo desierto. Así mesmo en Cumanchen, era señor Henziua y murió, y dejó tres hijos, llamados Tangáxoan, Nondo y Carata. Tampoco ha de ser señor ninguno dellos. Los cuales entran en el pueblo de Erongaríquaro, y se hacen amigos dellos, y tomando enjemplo en los del pueblo, se asientan a emborrachar, y lo que era de los chichimecas, asentarse a emborrachar, que ninguno podrá beber de aquel vino, que era de aquel dios Tares Upeme, dios de Cumanchen, que era muy gran dios, porque los dioses, estándose emborrachando en el cielo, le echaron a la tierra, y por esto estaba cojo este dios, pues de aquel vino que bebía no podía beber otro, sino él.
Y el atabalero, llamado Zizamban lo bebe y anda borracho por su casa, y otro sacrificador. Allí tampoco, en Cumanchen, habrá señor; buscad, hijos, petacas para echar los despojos, que les habemos de quitar en la guerra, señores Hirípan y Tangáxoan. Tantos despojos habrá, que no tendremos en qué echallos. Mirá también el pueblo de Zacapu, donde estaba un señor llamado Carocomaco. Aquél no le viníe de ser señor, mas era de baja suerte y un pobre mendigo. ¿Dónde dejó de dormir, que no dormiese por todas las sierras, por soñar algún sueño? Y nunca tuvo revelación, ni sueño, y vino al pueblo de Zacapu, y empenzó a traer leña para los cúes de Querenda Angápeti. Y traía la leña, y poníala por todo el patio, y llegó al medio del patio a dormir con su leña, donde estaba el madero muy largo donde descendían los dioses del cielo y después durmió más adelante, en un asiento llamado Uánaquaro y así cada noche se iba llegando al cu de Querenda Angápeti. Y llegó donde estaba Sirunda Arhan, mensajero del dios Querenda Angapeti, y estando al pie del cu, tampoco tuvo sueños. Y después empenzó a sobir por las gradas dél. En cada grada dormía una noche por tener algún sueño, y faltaba poco para llegar a lo alto del cu, y vídole venir la diosa Peuame, mujer de Querenda Angápeti y dijo a Sirunda Arhan: "Ven acá; ¿no ves que sube un hombre, que llega ya acá, encima del cu? Yo no sé su nombre. Yo no sé cómo le tengo de nombrar, que no le conozco.
Mira que no sé donde está Querenda Angápeti. Ve a buscalle, y hazle saber deste hombre que sube encima de su cu." Y fue Sirunda Arhan hacia Meridión, donde tiene casa y mujeres Querenda Angápeti, y donde tiene su vino para beber, y atabales para bailar, y no le halló allí Sirunda Arhan y fue hacia poniente, y tampoco le halló, y fue hacia sententrión y tampoco le halló, y al infierno. Después que no le halló en todos estos lugares donde tiene sus casas, fue al cielo, donde él hace sus grandes fiestas, y estaba compuesto, que tenía un cuero de tigre en una pierna, y un collar de turquesas a la garganta, y una guirnalda de hilo de colores en la cabeza, y plumajes verdes y sus orejeras de oro en las orejas, y como Querenda Angápeti, vio venir a Sirunda Arhan, entrose a su casa a dormir, y echose a dormir, y estaba un viejo a la puerta que era portero, y llegó a él Sirunda Arhan, y saludole el viejo, y díjole: "Abreme." Díjole el viejo: "¿Qué dices señor? No tengo de abrir, que el señor Querenda Angápeti duerme, y quizá vienes tú a sacalle sus mujeres de casa." Y oyéndolo de dentro de casa Querenda Angápeti dijo: "Ven de largo, hermano, Sirunda Arhan.". Y el viejo como oyó hablar a Querenda Angápeti, dijo a Sirunda Arhan: "Señor, ya es levantado; entrá a él a ver lo que le quieres." Y como entrase, díjole Querenda Angápeti: "¿A qué vienes?" Díjole Sirunda Arhan: "¿Señor, tu mujer me envía y díjome: "Ve a buscar a Querenda Angápeti, que no sé dónde anda; que tuvieses por bien de ir allá alguna vez a tu casa, que un hombre ha sobido cerca de la entrada del cu, que no saba cómo se llama, que no sabe qué nombre le ponga, ni sabe qué es lo que pide.
" Respondió Querenda Angapeti, "Ya yo le he visto subir, y él no nos conosce a nosotros; aquel se llama Carocomaco. ¿Qué es lo que anda pidiendo? Toma estos atavíos que yo tengo, que son insignias de señor y será como yo; ve y dile, que está una mujer llamada Quenomen ques del pueblo de Uruapan, que es pobre como él, que por ahí anduvo a vender agua y se alquilaba para moler maíz en piedras, que entrambos se casarán y que no esté en Zacapu, que no ha de ser señor allí otro señor mas de yo; que no ha de estar otro en mi lugar, que yo me soy el señor en Zacapu; mas que se vaya a ser señor en Querésquaro, cerca de Zacapu, y su mujer que no esté con él, mas en otro pueblo llamado Quaruno, y que venga de veinte en veinte días donde está su marido para que se junten en uno, y que entonces engendrarán un hijo y que aquél no ha de ser señor, que han de estar muertos por los herbazales, y que a él solo ninguno le hará mal. Veis aquí, hijos, dijo Taríacuri, cómo Querenda Angapeti, ordenó lo que había de ser del pueblo de Zacapu, y por esto fue señor, en pasado, llamado Carocomaco, y ya es muerto; quedó su mujer, que es ya vieja, y dicen que se pone en lugar del marido, por decir que era señor, y dicen que ella manda el pueblo. ¿Donde se usa que las viejas ni las mujeres hagan traer leña para los cúes, ques oficio de los varones? Y hay allí muchos prencipales, con grandes bezotes de oro, de los cuales era de hacer traer leña para los cúes, ques oficio de los varones, y entender en las guerras.
Dicen que aquella vieja, llamada Quenomen, por hacerse temer, tiene dos bandas de negro por la cara, y que tiene a su lado una rodela y una porra en la mano. ¿Dónde se usa que las viejas entiendan en las guerras? ¿Por qué no entienden sus hijos? Estos agüeros tienen en Zacapu, porque no sacrificaban aquella vieja, y la descuartizaban y la echaban en el río. Allí tampoco en Zacapu ha de haber señor. Pues mirá hijos donde estaba Zurunban, mi suegro, en Tariaran que tiene los hijos siguientes: Zacapu, Aramen, que es el hijo mayor y Uaspe, Terazi, Cútsiqua, Tupuri, Hiuacha, Tzintzuni, Hanzina, Quaura. Y una hija llamarla Mauina. Dicen que aún vive, mas está ciego, que no ve. Todos sus hijos fueron malos, y se desparcieron por muchas partes. Zurunban, mi suegro, tiene la diosa Xarátanga, en guarda y aquella su hija llamada Mauina, es mala, que se iba al tiangues y hizo que le hiciesen en el tiangues una tienda o pabellón llamado Xupáquata y pusiese como ponían a la dicha Xarátanga en aquel pabellón hecha una cámara de mantas pintadas, y asentábase encinta de muchas mantas. Y estando en aquel pabellón, decía que le llamasen los mancebos hermosos que pasaban por el mercado, y todo el día se juntaba con ellos, dentro de aquel pabellón. Y decía que les dijesen: "Si yo fuera varón no me juntara con alguna mujer." Esto hacía aquella mujer. ¡Pluguiera a los dioses que la tomaran y la sacrificaran sus hermanos y la echaran en el río! Por esto no ha de haber señor en Taríaran donde está Zurunban.
Pues mirá, hijos en el pueblo de Tacámbaro, donde está por señor Cauiyancha, el cual no era señor mas oficial del cu, y ponía las ofrendas a los dioses, y favorescíale la diosa Xarátanga, y por eso es señor en Tacámbaro, y tiene dos hijos Tarando y Horotha. Ninguno destos ha de ser señor. Buscad hijos petacas para echar los despojos de la guerra. Esto pasa así, hijos, Hirípan y Tangáxoan; ya no tengo compañero para que entienda en la leña de los cúes, y en el servicio de los dioses. Yo solo soy Taríacuri: yo solo me quejo. Pues también los pueblos de Pungácuran y Siuinan y Aruzan y Capacuero borrado. Allí hay todos estos señores Cuazan, Hútaco hotzi, Tiunchunba y Zinguato, Hapúnduri. Cada día traen diferencias, y se quitan los términos y las sementeras, y toman todos arcos y flechas y abajaban los dioses del cielo a comer sangre, y flechábanse, y yo reñí con ellos, y enojáronse conmigo diciendo: ¿Qué es lo que dice Taríacuri? ¿Cómo no lo dice lo que dice confiando en la laguna? ¿Cuándo le daríamos de coces y le conquistaríamos? ¿Traigamos diferencias entre nosotros o compongámonos, qué se le da él? ¿Para qué nos dice nada? Estos plumajes que tenemos y atavíos no los quitamos a nadie por fuerza, mas dejáronnoslos nuestros padres, y por eso hacemos fiestas con ellos. Esto es lo que dicen en los dichos pueblos, que eran de los nuestros y por eso, no habrá más de tres señores que seréis vosotros. Id, hijos, y entrad en las casas de los papas, a vuestra vela y oración.
" Respondieron Hirípan y Tangáxoan: "Así será, señor, como dices." Y fuéronse a sus casas y empezaron a traer leña para los cúes. Todo este capítulo pasado tenía el cazoncí en mucha reverencia y hacía al sacerdote que sabía esta historia, que se la contase muchas veces, y decía que este capítulo era doctrina de los señores y que era aviso que había dado Taríacuari a todos ellos. XXIII Cómo los isleños enviaron un principal llamado Zapiuátame a ponerse debajo del mando de Taríacuri y fue preso, y cómo andaban paciendo saltos Hirípan y Tangáxoau con su gente Pasándose algunos días, pusieron una celada Hirípan y Tangáxoan con su gente en un lugar llamado Xanoatohucatzio, hacia la isla de Xaráquaro. En quebrando el alba, venía en una canoa de la isla un prencipal, llamado Zapiuátame, y tomó puerto con su canoa, y salía muy paso, y asió del Tangóxoan, que estaba en su celada y decía "paso que me lisiaréis" que le querían flechar. Y dijo: "¿Qué es de Taríacuri?" Y ellos enojándose con él, dijeron: "Mira qué dice. ¿A qué ha de venir aquí Taríacuri? Allá está en su casa Taríacuri." Respondió Zapiuátame: "Por eso lo digo, porque vengo a él." Y ellos dijeron: "Mira qué dice éste. Id a decillo a Taríacuri, nuestro tío, que Curicaueri ha tomado, y que basta aunque no es más de uno." Y fuéronselo a decir a Taríacuri, y saliendo los mensajeros y ellos le dijeron: "Tus sobrinos dicen que ha cativado Curicaueri no más de uno.
" Dijo Taríacuri: "Basta, aunque no sea más de uno." Dijeron los mensajeros: "Señor, dicen tus sobrinos que pregunta por ti." Dijo Taríacuri: "¿Hecístesle mal?" Díjole el mensajero: "No señor." Díjole Taríacuri: "Id a ellos; que aguijen el paso y que venga Zapiuátame, donde yo estoy." Y como llegasen sus sobrinos, andaban Taríacuri recibiéndolos y saludándolos y entrose en su casa, y hizo llamar al isleño que había cativado y sacáronle de comer, y comió toda la gente, y estuvo razonando Taríacuri dentro de su aposento, que no supo nadie lo que hablaban. Y desde a un rato, salió con una camisa blanca, vestido, y otra manta que le había mandado dar Taríacuri, y con su remo al hombro, y salió del aposento de Taríacuri, y despidióse de Hirípan y Tangáxoan, que estaban en el patio y díjoles: "Quedaos en buen hora, hijos." Y ellos le dijeron: "Señor, ve en buen hora." Y levantose Tangáxoan y dijo a su hermano Hirípan: "Hermano, mira cómo se va aquel que yo tomé." Díjole Hirípan: "Déjale, váyase que allí dentro debía de concertar algo mi tío." Y díjole Tangáxoan: "Aunque sea eso, pues cómo, ¿no le cativé yo?" Y llamólos Taríacuri y díjoles: "Vení acá, hijos." Y entraron a él. Y díjoles: "Id a vuestras casas, y haréis flechas hoy todo el día y mañana, y a la tarde me las mostraréis, y sean anchos los carcaxes donde las hechéis, que tengan cuatro apartados y poné muchas flechas en los carcaxes, que no sé qué nos vienen a decir de la isla de Xaráquaro.
No sé si vienen a hacer gente contra Curicaueri, nuestro dios, porque vienen con sus dioses, y dicen que se quieren venir a ponerse debajo del amparo de nuestro dios Curicaueri, y de miedo de la guerra, o por ventura, es ruido hechizo, y vienen a hacer gente tachado a pelear." Y fuéronse a sus casas Hirípan y Tangáxoan y hicieron aquellos dos días flechas con toda la gente, y el siguiente día, a la tarde, las trujeron a mostrar a Taríacuri, y pusiéronlas todas en el patio. Y tomábalas Taríacuri, y parescíanle bien y decía: "Estas flechas son dioses; con cada una déstas, mata nuestro dios Curicaueri y nos suelta dos flechas en vano." Y díjoles a Hirípan y Tangáxoan: "Id hijos a Xanoato hucatzio, donde señalaron que habían de venir los isleños; y tomá algunas espías, que estén encima del monte echados, y mirarán la laguna, si vienen algunos, y si los detienen otros. Si echan las espumas en alto con las canoas, tendréis por señal que dicen verdad los de la isla, porque dicen que no los dejan venir otros de otras islas; y si vienen sosegadas las canoas, entonces os levantaréis de vuestra celada, y volveos al pueblo, delante dellos; y si dieren grita, levantaréis todos de vuestra celada, y cuando los recebiéredes al desembarcar, soltaréis algunas flechas." Y dijeron sus sobrinos: "Señor, así será como decís." Y partiéronse en anocheciendo, y pusiéronse todos a las espaldas de un montecillo, y tomaron dos espías, y pusiéronse encima del montecillo, y a la media noche vieron cómo venían de la isla en sus canoas y otros que los detenían por las espaldas y no les dejaban venir, y traían sus dioses en las proas de las canoas, llamados Caro onchaga, Nuriti, Xarenaue, Uarichu Uquare, Tangachurani.
Y venían todos dando grita por medio de la laguna, y levantáronse los chichimecas y dieron grita, y pusiéronse encima del montecillo al desembarcadero, y echaron algunas flechas hacia los isleños, y detuviéronse los isleños, que venían tras los otros, deteniéndolos, y venieron de largo los de una isla, llamada Cuyameo, los viejos y viejas, y mochachos y otra mucha gente, y venieron todos donde estaba Taríacuri, el cual los rescebió a todos, y los saludó. Y sacáronles a todos de comer, y enviolos Taríacuri a poblar a un lugar llamado Ahterio, y hicieron allí sus cúes y las casas de los papas, y traían juntamente leña para los cúes de Curicaueri con los chichimecas. Y iban todos juntos a las entradas, y fueron todos juntos a una entrada, en un lugar llamado Tupu-parachuén y a otro lugar llamado Ichapetío y a Hiratzio y a Charanda Uchao y a Xarapen y no cativaron ninguno de sus enemigos, y tornáronse a Pátzquaro, y no hablaron a Taríacuri a la vuelta, mas fuéronse por la ribera de la laguna, a un lugar llamado Uaricha-hopotacuyo y fueron ansí haciendo salto a otro lugar llamado Sirumútaro y a Hopiquaracha, y a Pacanda acurucu y a Hatatetengua y a Tiríndini y llegaron muy cerca de Curínguaro y no llegaron al pueblo, y tornáronse a Pátzquaro. Y llegaron a un lugar llamado Paraxu, y pasaron a otro lugar llamado Paraquahacuparaca y hicieron allí grandes ahumadas para poner miedo en sus enemigos, y turbáronse los de Curínguaro viendo las ahumadas, que eran en sus términos.
Y trujeron canoas y entraron en ellas una mañana y empezaron de remar y tachado a dar grita y entraron tras ellos Hirípan y Tangáxoan, en canoas con su gente: y mataron y prendieron dos canoas de los de Curínguaro. Y fuéronse a un lugar llamado Quereta paratzicuyo en Michuacán, y hicieron allí grandes ahumadas y fuegos. Y sabiéndolo Taríacuri, espantase mucho que sus sobrinos habían entrado tanto en los términos de sus enemigos, y enviolos a llamar, y ellos hicieron leña y asaron muchos pájaros y ataron muchos conejos y venados y tuzas, y fueron donde estaban Hirípan y Tangáxoan los mensajeros, y saludaron los mensajeros y dijéronles que viniesen en buen hora. Y los mensajeros les dijeron: "Señores, vuestro tío nos envía." Y dijeron ellos: "¿Qué dice nuestro tío?" Dijeron los mensajeros: "Que vais a él, que os quiere hablar." Y ellos partiéronse luego, y llegando donde estaba Taríacuri, él los saludó y dijo que fuesen bien venidos, y ellos así mesmo a él, y diéronle toda aquella caza. Y díjoles Taríacuri: "Mucha pena me habéis dado. ¿Dónde habéis andado, haciendo fuegos y ahumadas? ¿Qué fuera si nos viéramos en algún trabajo, que tantos andáis, qué soís vosotros siendo tan pocos? Mira que está aquí Curicaueri y nuestros enemigos están aquí muy cerca de nosotros en Itzi-parámucu y Curínguaro. ¿Qué fuera si os llevaran a todos?" Respondieron Hirípan y Tangáxoan: "No, señor, padre, ¿quién nos había de llevar? Todo está sosegado; nuestras espías teníamos puestas.
" Díjoles Taríacuri: "Pues hijos, ¿que lugar es donde estáis?" Dijeron ellos: ".Muy buen lugar es todo; hay muy buenos árboles monteses, y andan conejos por allí y muchos venados y muy hermosos pájaros, que es lugar que convida para estar en él." Díjoles Taríacuri: "Pues hijos, ¿paresceos que estaréis allí bien?" Dijeron ellos: "Muy bien estamos, que allí trairemos leña para los cúes." Díjoles Taríacuri: "Pues estad en buen hora, hijos, y poné vuestras espías siempre, porque no haya alguna revuelta, que me daréis mucha pena y tristeza." Dijeron ellos: "No daremos, padre." Y sacáronles de comer y comieron, y hízoles sacar petates para las espaldas, para la leña que habían de traer del monte, y cinchos, y tornáronse donde estaban primero. Pasados algunos días, no sé dónde hubieron Hirípan y Tangáxoan maíz, de un lugar llamado Naranjan, que era muy bueno, y frísoles. De noche traían leña para sus fuegos, y de día la gente cavaba la tierra a la ribera de la laguna, en tierra temprana, y sembraron allí maíz y frísoles, y criase, hizo sus cañas el maíz, y los frísoles sus vainas. Y buscaron conejos y pájaros y venados, y fueron todos a llevar un presente a Taríacuri, que era aquello premicias y ofrendas de lo que habían cogido; y como los vio Taríacuri, recibiolos bien y díjoles que fuesen bien venidos, y ellos le saludaron también. Díjoles Taríacuri: "¿Dónde tomastes éstos?" Dijeron ellos: "De día labrábamos la tierra a la ribera de la laguna, y de noche traemos leña para los fuegos, y hicimos allí unas sementeras, y dijimos nosotros: ya se ha criado esto; vamos a llevar esto a nuestro padre para que ofrezca a Curicaueri.
" Díjoles Taríacuri: "Traigaislo en buen hora, hijos. Así, será que lo ofresceremos a Curicaueri. Y después comeremos nosotros de los relleves.". Y sacáronles de comer y tornaron a pasar la laguna donde tenían hecho su asiento. XXIV Cómo Curátame envió por Hirípan y Tangáxoan que hacían penitencia en una cueva y de la respuesta que dieron Pasaban muchas veces la laguna Hirípan y Tangáxoan, a traer presentes a su tío, y como hiciesen tantos fuegos y ahumadas en aquella parte donde estaban, violo Curátame, que era señor de Pátzquaro, y supo cómo habían ido a morar allá y que iban apropiando así aquella tierra, y llamó sus viejos, y díjoles: "Vení acá; id a mi padre y decidle que qué es lo que dice, que son sus hijos Hirípan y Tangáxoan. ¿Qué quiere decir esto? ¿Qué les en blanco. ¿Por qué dice que son sus hijos?" Y dijéronle a Taríacuri los viejos, lo que decía su hijo Curátame, y respondió: "Yo ¿que les tengo de haber mandado? Yo no sé lo que quiere hacer." Dijeron los viejos. "Por eso dice tu hijo Curátame, que dónde quieren ser señores, pues que ya él es señor, que envíes quien vaya por ellos, que no debe de ser sino lo que hacen de hambre, que Hirípan le sacará el orinal, que orina mucho con el vino que bebe de continuo, y que Tangáxoan, le tendrá la taza cuando bebiere, y que él les dará de comer, si lo hacen de hambre. Esto es señor lo que dice tu hijo Curátame." Respondió Taríacuri, y díjoles: "Yo no quiero enviar ni ir a decírselo: id vosotros y decidles de la misma manera que lo oístes, ¿y cómo se lo podrá decir el que yo enviare? Vosotros se lo diréis muy bien.
" Y partiéronse los que enviaba Curátame, y llegaron donde estaba Hirípan y Tangáxoan, que estaban sudando de hacer flechas, y tienen las orejas gordas y hinchadas de los sacrificios que habían hecho, y de la sangre que habían sacado dellas, y saludaron a los que enviaba Curátame y dijéronles: "¿A qué venís, hermanos?" Respondieron ellos: "Señores, vuestro hermano mayor nos envía a vosotros." Dijeron ellos: "¿Pues qué dice?" Dijeron ellos: "Señores, díjonos: Id a mi padre, que qués lo que dice, que él engendró a Hirípan y Tangáxoan, y qué, ¿son sus hijos?, que qués lo que les manda o dice donde tan lejos hacen ahumadas, que dónde han de ser señores, que ya él es señor, que si lo hacen de hambre, que envíe por ellos. Que yo bebo tanto vino cada día, que Hirípan me sacará el orinal, y Tangáxoan me tendrá la taza cuando bebiere." Como oyó esto Tangáxoan luego se paró muy bermejo de ira y dijo sin más esperar: "Mira qué dice Curátame. ¿Qué decimos nosotros? Decimos que habemos de ser señor. ¿Qué es lo que habla? Pues qué, ¿es ya señor? ¿Dónde habemos de ser señor nosotros? Y a lo que dice que andamos por aquí, no se le dé a él nada andemos como quisiéremos; no se cure de nosotros. ¿Para qué nos dice lo que nos dice? Nosotros andamos por hacelle a él señor, y andamos por dalle a beber vino. Emborráchese, emborráchese, y busque una gran taza con que lo beba sino hartare, buscá otra mayor taza, y si no se hartare, que le alcen sus mujeres en alto, y le zapucen en una tinaja de vino, y que allí se hartará, y que busque más mujeres, y vosotros que sois sus criados, buscáselas entrad de casa en casa, y llevadle las que tuvieren grandes muslos y grandes asientos, y hinchirá su casa della, y si no cupieren todas en casa sálgase fuera al patio a dormir, y hinchirse ha su casa de mujeres, y el pa y téngalas con una mano, y con la otra la taza.
Id a decíselo así do camino a nuestro tío Taríacuri. Si no es bien dicho lo que yo digo. Tangáxoan yo no lo digo por otra cosa, que nosotros andamos por hacer señor a Curátame y acrecentar su señorío." Oyendo esto los isleños, que estaban allí con ellos, apartáronse y estaban cabizcachos, oyéndolo, y fuéronse mensajeros, y de camino contaron lo que había hablado Tangáxoan y oyéndolo Taríacuri espantose de oíllo y dijo: "Miró, mirá, ya fuistes y trujistes vuestro merecido, que ellos por esto, andan por allá, y yo ¿qué les tengo decir? Vuestro merecido trujistes. Id y decírselo así a mi hijo Curátame." Y fueron los mensajeros y dijéronselo a Curátame, y oyéndolo él dijo: "Mirá qué dicen aquellos cobardes, y para pocos, seáis bien venidos. ¿Cómo osaran ellos de traer leña para los cúes? Y pasaron la laguna Hirípan y Tangáxoan, y vinieron donde estaba su tío, y díjoles Taríacuri: "Hijos, seáis bien venidos." Y ellos así mesmo le saludaron y pusieron allí la caza que traían, y dijo Taríacuri: "Señor Hiripan, bueno sería que fuese sacrificador mi hijo Hiquíngare. Como, ¿no sería bueno que pasase la laguna le llevásedes en vuestra compañía?" Dijo Hirípan: "No sé cómo quisieres. Padre" Díjoles Taríacuri: "Ahora id a él, a ver qué dirá, que quizá irá o quizá no querrá ir." Y fueron Hirípan y Tangáxoan a la casa de Hiquíngare y como él los vio, dijo: "Seáis bien venidos, señores." Y andaba por casa para ponelles sillas, y díjoles: "¿Pues qué hay, hermanos? Habéis os mostrado a nuestro padre? ¿Habéis parescido delante dél? Dijeron ellos: "Ya nos mostramos, señor.
" "¿Pues qué hay?" Dijeron ellos: "Dice vuestro padre que habiades de ser sacrificador." Y dijéronle todo lo que decía su padre. Y oyéndolo Hiquíngare dijo: "Verdad dice mi padre. Mucho ha que os quería ir a ver, y aún no me había partido y porque mi padre no lo hable en balde, yo me voy delante, y vosotros me alcanzaréis." Y hizo atar sus arcas que estaban llenas de flechas, y tornaron con la respuesta Hirípan y Tangáxoan a Taríacuri. Y él como los vido, dijo: "Pues hijos ¿no quiere?" Dijeron ellos: "No, padre, mas vase delante." Díjoles Taríacuri: "Pues id, hijos. Coma hierbas y cardos Hiquíngare: vosotros tres seréis señores. Coma mi hijo hierbas: ya le lleváis con vosotros." Y fuéronse Hirípan y Tangáxoan y tornaron a pasar la laguna, y traían leña para los cúes, y fueron a un lugar llamado Patuquen y estaban allí en una cueva, y allí traían rama con toda la gente, y andaban también mujeres a traer rama para los fuegos y comían Tangáxoan y Hirípan maíz tostado que no querían más y Tangáxoan escomenzó a tostar maíz seco en el rescoldo y comían aquel maíz tostado, y Hirípan había ido por hierbas y trujeron muchas de aquellas hierbas llamadas hapúputa xaqua, y Hirípan le sacaba el maíz tostado de la lumbre y se lo daba en la mano a Hiquíngare, y lo mismo hacía Tangáxoan, y dábale uno una vez y otro otra, y no comían los dos hermanos Hirípan y Tangáxoan, mas tenían en la mano el maíz tostado para dar a Hiquíngare.
Y ellos no comían más de aquellas hierbas, y tenían unos bezotes chicos de palo, y tenían las hierbas en la boca y díjoles Hiquíngare. "Hermanos, parece que no coméis maíz, y que me lo como yo solo, y vosotros no coméis nada." Oyéndolo Hirípan, empezó a llorar fuertemente, y echole los brazos encima y díjole: "Mirá, señor Hiquíngare, que no te nos huyas, que si te huyes, ¿cómo nos ver tu padre? Si no te hallares bien aquí, pídenos licencia, y nosotros te llevaremos al pueblo; que nosotros, esta manera tenemos de comer." Y empezaron los dos hermanos a llorar, Hirípan y Tangáxoan. Y díjoles Hiquíngare: "Callad, hermanos, que me hacéis saltar las lágrimas de los ojos." Y tenían los labios llenos de tierra y de polvo de las hierbas. XXV Cómo Taríacuri dio a su sobrinos y hijo una parte de su dios Curicaueri, y cómo los quiso flechar, por unos cúes que hicieron, y de la costumbre que tenían los señores entre sí, antes que muriesen Después que estuvieron allí algunos días, desta manera pasaron la laguna, y llevaron un presente a su tío, y él como los vio, rescebiolos muy bien y díjoles Taríacuri: "Vení acá, hijos, ¿qué lugar es donde traéis leña para los fuegos de los dioses?" Respondieron ellos: "Padre, no hacemos sino traer leña y ponella por allí." Díjoles Taríacuri: "Yo os quiero dar una parte de Curicaueri, ques una navaja de las que tiene consigo, y ésta pondréis en mantas, y la llevaréis allá, y a ésta traeréis vuestra leña, y hareisle un rancho y un altar donde pondréis esta navaja.
" Y partiéronse con su navaja y pasaron la laguna y empezaron a hacer un cu, y una casa de los papas, y la casa llamada del águila, y una trox a la navaja que les dio Taríacuri. Y después que fue todo acabado, dijeron los dos hermanos: "¿Qué haremos, que ya está todo acabado? Vámoselo a decir a nuestro tío." Dijeron pues: "¿Quién irá? Vaya Hiquíngare." Dijo Hiquíngare: "Yo para qué tengo que ir? ¿Suélome yo por ventura llegar a él, ni tengo conversación con él? Id vosotros, vaya Tangáxoan." Y no osando ir Tangáxoan, dijo que fuese Hirípan. Y después determinaron de ir todos juntos y que oyesen todos lo que les diría. Y pasaron la laguna, y llegaron donde estaba Taríacuri y díjoles: "Seáis bien venidos, hijos. Paresce que venís tristes: decidlo presto lo que queréis si os ha acontecido algo." Hirípan contole, cómo habían hecho el cu y la casa de los papas, y la casa del águila, que era la casa donde hacían la salva a los dioses, y la trox donde se habían de guardar sus atavíos, y estaban todos tres juntos, cuando se lo contaba, y oyéndolo Taríacuri, se enojó mucho, y empenzó a deshonrarlos y díjoles: "Bellacos, ¿qué soberbia os tomó? Mochachos, mocosos, ¿quién os dijo id haced cúes? ¿Ya los habéis hecho? ¿Qué habéis de sacrificar en ellos? ¿Han de ser algunas mantillas que habéis de poner en la puerta? ¿Es por ventura nuestro dios Curicaueri, como los otros dioses comunes y como los dioses primogénitos, que le habéis de echar vino en una taza y ponérsela a la puerta, o algunos tamales que le habéis de poner en ofrenda a la puerta, o pan de bledos? ¿Qué soberbia os tomó? ¿Qué habéis de hacer de los cúes que habéis hecho? Que los han visto ya los dioses desde el cielo, y los dioses de las cuatro partes del mundo, y el dios del infierno y la madre Cueratiáperi.
" Y tomando su arco y flechas que tenía a la entrada de su aposento, dijo: "Estos bellacos; yo estoy para flecharos a todos." Y puso una flecha en el arco, y como ellos lo viesen, lavantáronse todos de presto, y saliéronse de casa, y soltó la flecha tras ellos y dio un golpe en la pared y resurtió, y Hiquíngare volvió la cabeza atrás a ver si le había herido, y fuéronse a sus casas, y iban tristes, y no hablaban ninguno dellos. Y iba delante dellos Hirípan, y llegando a su casa, pusiéronse todos mustios, las cabezas bajas, y después fuéronse por leña para los cúes. Era ya media noche y estaba Taríacuri en la casa de los papas a un rincón arrimado, en su vela, y llamó sus viejos y dijo: "Chupítani, Tecaqua, Nuriuan, vení acá, decí, ¿qué haremos por lo que han hecho mis hijos?" Dijeron los viejos: "Mándalo tú, que eres señor." Dijo Taríacuri: "¿Qué tengo de decir?, ¿que mis hijos no tienen culpa?, ¿que no lo hicieron de su autoridad, sino que yo les di aquella piedra? Pues ve, Chupítani al señor de la isla de Pacandan, llamado Uarápeme: dile que ya somos viejos y cansados, y que queremos ya ir al dios del infierno; pues que dónde tomaremos a la partida gente que llevemos con nosotros para nuestro estrado, y dirasle que te señale dónde ha de ser la pelea, en una sementera de maíz verde, a la ribera, y que si yo matare allí a los suyos, que aquellos que murieren será mi cama y estrado para mi muerte, y que si él matare de los míos, que también será estrado para su muerte.
Que dónde los habemos de llevar a la partida." Acostumbran los señores e señoras cuando moría de matar mucha gente consigo, que decían que los llevaban para el camino, y que aquellos eran su estrado y cama y encima dellos los enterraban. Mataban algunos hombres, y echábanlos en la sepultura y encima de aquéllos ponían al señor muerto, y sobre él, ponían más muertos, así que no llegaba la tierra a él. Aquellos muertos decían que era estrado de aquel señor que moría. Por eso Taríacuri envió al señor de Pacandan que era viejo, que tuviesen pelea los suyos unos con otros, por tener estrado de sus gentes, cuando los enterrasen, y hacíanlo también porque le diese el señor algunos de los suyos para sacrificar en aquellos cúes, que habían hecho sus sobrinos, como se los dio de miedo, o por aquella costumbre que tenían entre sí los señores. Y envió de los suyos, por traición, para que los cativasen la gente de Taríacuri, para el sacrificio y dióselos para que no le matase toda su gente. Pues partió Chupítani, y tomó puerto a la media noche, y cuando llegó, ya dormían todos, y el señor de la isla estaba en la casa de los papas, a un rincón, en su vela. Y llegóse Chupítani y empezó de atentar y dijo: "Señor, despierta un poco, que vengo a ti." Díjole Uarápeme: "Eres Cbupítani?" Respondiole e dijo: "Sí, señor." Díjole Uarápeme: "¿A qué vienes?" Y contóle lo que decía Taríacuri y oyéndolo empezó a llorar y dijo: "Muy mal lo hace Taríacuri, que no mira la miseria que tenemos, que quiere que nosotros seamos principales de los que se han de sacrificar en el cu nuevo de Michuacán, que aún no ha conquistado ningún pueblo, y yo con los míos empienzo primero a estrenar los cúes, y tenemos de ser sacrificados en el cu de Querétaro.
Pues sea así: ¿qué tengo de hacer? Ya se lo ha hecho saber Taríacuri a los dioses del cielo, del sacrificio que quiere hacer de los míos. Dile a Taríacuri que tengo una sementera de maíz de regadío, a la ribera de la laguna; que enviaré cien hombres, que como los pasare la laguna un prencipal, que enviaré con ellos uno llamado Zipincanaqua que él y los remeros cuando se volvieren alzarán el agua con los remos hacia arriba, que aquel alzamiento tenga por señal que está la gente a la riba, regando la sementera, y que así cativará de los míos." Y volviose con la respuesta Chupítani, y hízolo saber a Taríacuri y arrepentiéndose el señor de la isla de lo que había dicho, elijo: "Yo desatiné en lo que dije." Entonces envió aquel dicho prencipal llamado Zipin canaqua, y díjole: "Ven a Hirípan y Tangáxoan, que dicen que están en Quereta-ychahrsicuyo, y dirasles que no sean más de sesenta." Y partiose Zipin canaqua con otros y llegó donde estaban Hirípan y Tangáxoan y entrando en su aposento, dijeron ellos: "¿Quién anda ahí?" Que era de noche. Y respondió Zipin canaqua: "Señor, nosotros somos." Dijéronle Hirípan y Tangáxoan. "¿Qués lo que queréis?" Respondieron ellos: "Señores, envíanos Uarápeme, señor de Pacandan y díjonos: "Id a Hirípan y Tangáxoan, que dicen que están aquí cerca. Qué desatino, que señaló ciento; que no sean tontas, mas sesenta." Respondieron ellos: "No sabemos lo que os decís. No os entendemos. ¿Qué cosa es ciento?" Dijo Zipin canaqua: "Señores, no lo sé: desta manera me lo dijeron.
" Dijeron ellos: "¿Y lo que decís de sesenta?, no sabemos nada. Ve a nuestro tío, que quizá él lo sabrá." Dijo Zipin canaqua: "Señores, no tengo de ir, allá no me dijeron que fuese a vuestro tío; id vosotros a decídselo." Dijeron ellos: "Vete de ahí." Dijo Zipincanaqua: "Señores, si vosotros no se lo fuéredes a decir, basta que yo os lo digo a vosotros." Y fuese con su remo al hombro a su casa, y dijo Hirípan a Tangáxoan: "Hermano, mira que se va aquél; ¿qué haremos? Ve, pase la laguna Hiquíngare y váyaselo a hacer saber a nuestro tío. Ya entendiste lo que dijo aquél." Y dijo Hiquíngare: "Yo no tengo de ir; vaya Tangáxoan." Y Tangáxoan no quiso ir. Dijo que fuese Hirípan y determinaron de ir todos tres. Y pasaron la laguna y llegaron donde estaba Taríacuri y a la sazón que llegaban, estaba Chupítani contando la respuesta de Uarápeme, señor de la isla de Pacandan. Y ellos empezaron a contárselo lo que había venido a decir Zipincanaqua. Díjole Taríacuri: "¿Pues qué les dejistes?" Respondieron ellos: "No le dijimos nada, enviábamos él para que te lo hiciésemos saber, y no queríamos venir." Dijoles Taríacuri: "¿Pues qué le dejistes?" Respondieron ellos: "No le dijimos nada." Dijo él: "Discretos sois: vení acá, y mandaros he lo que habéis de hacer. Estas palabras que oistes, mías son. El señor de Pacandan señaló cien hombres, y paresce que torna ahora a decir, que sean sesenta. ¿Cómo lo habiades de entender? Id a Araueni, donde señalan que han de venir a regar una sementera.
Y tu Hirípan óyeme. Tú que eres el mayor, irás por la ribera de la laguna a un lugar llamado Patuquen, y por otro lugar llamado Hiuatzi harata, y tomarás otro lugar llamado Syuango, y allí pondrás tu celada. Y tú Tangáxoan, que eres el menor, irás por el camino derecho, y irás por Hiuatzi xanchacuyo, y darás sobre ellos y miraréis a la laguna aquel principal llamado Zipincanaqua que estará en la laguna en una canoa, y alzará el agua con los remos, que será señal cómo está gente a la ribera, y así los cativaréis." Respondieron ellos: "Así será como nos dices, señor." Y pasaron la laguna y luego de mañana hicieron flechas y en anocheciendo, partiéronse a la guerra y fueron por donde les dijo Taríacuri. Que era todo muy fragoso que estaba cerrado el camino con zarzas y pusiéronse en sus celadas, y amanesció y venieron los de la isla a regar su sementera, y habían ya pasado todos, que estaban en la ribera sesenta hombres, y tornose con las canoas Zipin canaqua y estando en medio de la laguna, alzó el agua hacia arriba, como estaba concertado. Entonces levantáronse todos a una, y dieron todos grita, y como no tenían donde ir los de la isla, cativaronlos a todos, y lleváronlos al cu nuevo de Querétaro. Y iban todos haciendo gran ruido y cantando, y trujeron cuarenta a Pátzquaro para sacrificar en los cúes, y sacrificaron veinte en el nuevo, para la dedicación de aquel cu, y así pasó aquella fiesta de la dedicación de aquel cu. Y empezaron otra vez a traer leña para los cúes, y tornaron a cativar más de la dicha isla, y hicieron otra entrada en un pueblo de Curínguaro llamado Itziparámucu, y cativaron cien hombres.