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VIAJE ALREDEDOR DEL MUNDO Año de 1585 De lo que el Padre Custodio Fray Martín Ignacio, del Orden descalzo del Santo Padre San Francisco, vio y entendió en su viaje de la vuelta que dio al mundo desde que salió de San Lúcar de Barrameda hasta que se restituyó a la Ciudad de Lisboa, dividido veinte y siete capítulos en los cuales hace una descripción muy particular y circunstanciada de las islas de Canarias, la Deseada, Puerto Rico, Santo Domingo y demás por donde navegó, hasta el Puerto de San Juan de Lúa, del Reino de México, del Nuevo México y noticias de su descubrimiento, de las Islas de los Ladrones, Filipinas, y Japón, y de los varios Reinos y Provincias del Imperio de la China e India de Portugal por donde transitó, ya por tierra, ya por mar, hasta el Cabo de Buena Esperanza e Isla de Santa Elena, habiendo salido para aquel vasto Imperio desde el Puerto de Cavite en una fragata de Juan de Ioba, natural de Andalucía, a 21 de junio de 1582. Y asimismo expresa las alturas de todas las dichas tierras e islas, las distancias que hay de unas a otras y los rumbos a que demoran, y que habían navegado desde que salió de Sevilla hasta que volvió a Lisboa 9040 leguas de Mar y tierra, sin otras muchas que anduvo por la China. San Lúcar de Barrameda y la Ciudad de Cádiz, de donde de ordinario salen las Flotas y Naos para ir a las Indias Occidentales, están la una de la otra distancia de solas cincuenta leguas y en 37 grados de altura; de donde hay hasta las islas llamadas Canarias 230 leguas, que se caminan siempre al Sudeste y se andan de ordinario en ocho o diez días.

Es la mar muy brava y hace muchas olas muy grandes, a cuya causa le llaman el Golfo de las Yeguas. Estas Islas, a quien los antiguos llamaron Fortunadas, llaman el día de hoy nuestros españoles Canarias, denominándolas de canes o perros, por lo que había en ellas cuando los españoles las descubrieron en mucha cantidad, y muy grandes y bravos. Están estas siete islas, que se llaman Gran Canaria, Tenerife, la Palma, la Gomera, el Yerro, Lanzarote y Fuerteventura, en 28 grados escasos, y tienen en sí cosas particulares, de las cuales pondré aquí algunas sumariamente. En la isla de Tenerife, al Poniente de ella y al cabo, está una sierra llamada por nombre el Pico de Tereira, que a juicio de los que lo han visto, es el más alto del mundo, y se ve muy claramente 60 leguas antes de llegar a él. A cuya causa, cuando las Naos van de España a estas islas, es ella la primera cosa que se descubre. No se puede subir a él, si no es en los meses de julio y agosto, porque lo restante del año hay mucha nieve (con no nevar jamás en todas aquellas islas circunvecinas), y son menester para ello tres días. En la cumbre hace una como plaza muy llana y donde puestos algunos, cuando la mar está sosegada y en calma, ven todas las siete islas referidas y parece cada una de ellas un barrio pequeño, con estar algunas de ellas distantes más de 50 leguas y tener otras tantas de circuito. Los dos meses arriba dichos se coge en la cumbre de este cerro toda la piedra azufre que viene a España, que es mucha cantidad.

Es esta Sierra del Duque de Maqueda por particular merced del Rey. En esta dicha isla de Tenerife hay una imagen de Nuestra Señora que ha hecho y hace muchos milagros, y se llama ella y la iglesia adonde está Nuestra Señora de la Candelaria y es Monasterio de Religiosas de Santo Domingo: está cinco leguas de la Ciudad de San Cristóbal. Esta santísima imagen apareció en aquella isla en tiempo que era de gentiles y mucho antes que los cristianos fuesen a ella, cuya invención y aparecimiento fue de la manera siguiente: En una cueva, que el día de hoy es Parroquia, donde acostumbraban los pastores guarecerse de las aguas y otras inclemencias del cielo y meter sus cabras (que era el ganado que en aquel tiempo había en aquellas islas, de lo cual hasta el día de hoy ha quedado mucha abundancia), yendo un día un pastor de ellas a meterlas en la dicha cueva, las cabras se esparramaron de una gran claridad que vieron en lo interior de ella y volvieron con gran furia a salirse a lo raso con tanto temor, que no pararon en muy gran distancia. Pues como el pastor viendo esta novedad, entrase en la cueva para entender quién la había causado, y después de vista la claridad y el bulto, tomase una piedra y acometiera a tirarla hacia ella, quedósele el brazo muerto y la piedra en el puño de él, que todo lo que le duró la vida estuvo cerrado en testimonio de milagro. Sabido esto por los moradores de las dichas islas, la comenzaron a tener en grandísima veneración, llamándola Madre del sol: la cual devoción ha quedado y está viva el día de hoy en todos los naturales, a quien los españoles llaman guanches; y la adoran tanto como al mismo Dios, haciéndole cada año el día de la Candelaria gran fiesta, en la cual cantan y bailan y hacen otras muchas cosas de muy gran regocijo y fiestas.

En una de estas siete islas arriba nombradas y llamada por nombre la del Hierro, hay una continua maravilla que, a mi juicio, es de las mayores del mundo y, como tal, digna de ser sabida de todos los hombres de él para que engradezcan la Providencia de Dios y le den por ello gracias. Toda esta isla, que es de las mayores o la mayor de las siete islas, es tierra áspera e infructuosa, y tan seca que no se halla agua en toda ella si no es en la orilla del mar en algunas pocas partes, de donde está muy distante la población vivienda de los moradores de la isla; pero es remediada su natural necesidad de la Providencia del cielo como está dicho, y por modo exquisitísimo: y es que hay un árbol grande y no conocido ni visto jamás en otra parte del mundo, cuyas hojas son angostas y largas y están perpetuamente verdes como una yedra; sobre el cual árbol se ve una nube pequeña y que jamás se aumenta ni disminuye, que es causa de que las hojas destilen sin cesar un agua muy clara y sutilísima que cae en unas pilas que los moradores del pueblo tienen hechas para su conservación y remediar su necesidad, que la suplen con este remedio muy cómodamente, sustentándose de ella así ellos como todos sus animales y ganados, y bastando para todos sin saber nadie desde cuándo tuvo principio este extraño y continuo milagro. A la mano derecha de estas islas, como 100 leguas de distancia, hay otra cosa poco menos admirativa que la que acabamos de decir, y es que se ve muchas veces una isla, a quien llaman San Borondón, en la cual han estado muchos yendo perdidos, y dicen es fresquísima y muy abundante de arboledas y de mantenimientos y que está poblada de hombres cristianos, aunque no saben decir de qué nación ni lengua.

La cual isla han ido infinitas veces nuestros españoles de intento a buscar y nunca jamás la han hallado, de donde viene a que de ella en todas aquellas islas hay diversas opiniones: diciendo unos que es isla encantada y que se ve solamente algunos días señalados; y otros, que no tiene otro impedimento para no hallarse sino que debe ser chica y está de ordinario cubierta de grandes nieblas y que salen de ella ríos de tanta corriente, que hacen dificultosa la llegada. Mi opinión, si vale algo, es que, siendo verdad lo que tantos dicen de esta isla, según la opinión que hay en las siete de Canarias, no carece de misterio mayor que el que puede causar el estar nublado y las corrientes de los ríos que habemos dicho ponen algunos por impedimento para no hallarse; pues esto, cuando lo fuera para los de fuera, no lo podía ser para los de la merma isla, que alguna vez hubiera alguno salido por algún suceso a las circunvecinas y hubiera sido visto y declarado el misterio. De donde colijo o que esta isla es imaginaria o encantada, o que hay en ella otro mayor misterio que por podernos salvar sin creerlo ni entenderlo, será acertado y cordura pasar a delante, concluyendo lo que toca a estas siete islas de Canaria, ya dichas, con decir que el templo tiempo? y cielo de todas ellas es extremado y que son muy abundantes de todos los mantenimientos necesarios para la vida humana, y se hace mucha azúcar, y se crían así mesmo muchos ganados y muy, buenos, y en especial camellos, que los hay en abundancia. Valen todos los mantenimientos de muy buenos precios y menores que en España. Todas estas siete islas están pobladas de españoles que viven regaladamente, entre los cuales hay el día de hoy algunos naturales de los guinches ya dichos, que están muy españolados. Llámase la principal de estas islas Gran Canaria, en la cual hay Obispo e Iglesia Catedral y Consejo de Inquisición y Audiencia Real, de donde depende el gobierno de todas las otras seis.

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